domingo, 25 de octubre de 2020

China: ¿control o cifras?

 

Una pregunta que me hacen de forma recurrente es si “le creo a los chinos.” Aquí hay mucho qué desempacar así que vamos por partes.

Hay que entender que la crítica mezcla dos cosas que deben verse por separado: las cifras absolutas y el control de la epidemia.

Así que las preguntas de hecho son dos:

  1. ¿Crees en las cifras?

  2. ¿Crees que la epidemia está controlada?

Las respuestas son: “No precisamente”, y “Sí, definitivamente”. Veamos.

 

¿Cifras? ¿A cuáles nos referimos?

En febrero 11 hice un recuento extenso de las críticas a las cifras, y en marzo hice la distinción entre lo que pasó en Hubei y el resto del país.

Entender estas dos cosas es esencial para saber que, dentro de la provincia de Hubei, donde se concentró el grueso de la epidemia, las cifras seguramente no son exactas y todavía falta tiempo de investigación forense para saber datos más precisos. A mediados de abril se hizo un ajuste de decesos de +30% y es probable que más adelante se revise de nuevo la cifra. Antes he mencionado estudios que se han hecho en muchas regiones y que han encontrado que el subregistro de muertes va desde un 30% en muchos países de Europa, hasta un radical 600% en Rusia. El factor de corrección en China probablemente quede entre esos dos extremos.

Ahora bien: fuera de Hubei, en el resto de China las cifras sí parecen ser muy confiables porque en esencia Hubei quedó absolutamente aislada, y los casos que salieron temprano fueron tan pocos que fueron identificados y tratados muy rápido. Esto debido a que la limitación de movilidad se hizo de forma muy drástica, había muchas pruebas disponibles y la recomendación era ir de inmediato a las clínicas para poder hacer atención temprana. El resultado fue poquísima dispersión y muy baja mortalidad. Otra cosa es que esos resultados en el resto del país, son consistentes con otros resultados observados en la región, como Taiwan, Corea, Mongolia y Japón.

Esto es: que en efecto varios lugares han logrado tener números similares, con estrategias más o menos estrictas. En otras palabras, observando las estrategias en todos los lugares, no es consistente aceptar los números de Hong Kong ó Taipei, y desconocer los de Shanghai y Beijing.

Así que la contestación resumida a la primera pregunta de las cifras es: en Hubei es probable que deban ajustarse; en el resto de China, sí, son bastante confiables.

 

¿La epidemia se controló?

Aquí la respuesta es más sencilla y es un contundente SÍ, sin duda alguna.

Para afirmar esto, no hay más que ver la evolución de las políticas públicas a lo largo del tiempo. El endurecimiento extremo de las medidas en febrero, la posterior relajación en marzo y abril, y la vuelta a la normalidad desde mayo son perfectamente consistentes con las fases de descontrol y de posterior contención y normalización. O sea, que el ascenso y descenso de la curva epidémica sí se dio en las fechas que observamos, independientemente de si los números mismos sean exactos o no.

Desde mayo hemos visto un sinnúmero de fotos y videos de cómo la vida cotidiana se ha restablecido, así como la actividad laboral. Los puntos que siguen siendo muy controlados son las fronteras y los hospitales y hoteles especiales para asilamiento de casos importados. Fuera de 3 rebrotes en sendas ciudades durante el verano, los datos de contagio local son prácticamente 0, y estos datos son consistentes con las políticas públicas.

 

Así que, de nuevo:

es probable que las cifras de Wuhan y Hubei sean más altas que las reportadas,

— es muy probable que las cifras del resto del país sean bastante confiables, y

— sí, la epidemia está controlada en este momento.

 

La última afirmación no descarta, desde luego, que pueda haber más problemas en el corto plazo, con la próxima temporada de invierno y la paulatina apertura de fronteras.



sábado, 10 de octubre de 2020

Privilegio: la palabra peligrosa

 


Publiqué en Twitter esta frase corta, que al parecer tocó una fibra sensible. Les comparto algo muy interesante de lo que me di cuenta, observando las respuestas.

Muchos estuvieron de acuerdo, pero me interesa más quienes la rechazaron tajantemente, porque la rechazan por un hecho curioso: están proyectando algo que no está en la frase.

Vamos por partes, porque esta cosa en apariencia tan sencilla, es muy ilustrativa de un fenómeno más complejo que estamos viviendo:

 

LO QUE DICE LA FRASE

La frase dice dos cosas:

1. Lograr algo por esfuerzo y lograr algo por privilegio, no es lo mismo.

2. Quien así lo quiere ver, es un mediocre.

La segunda parte es debatible, pero la primera aseveración no debería ser controvertida en absoluto: si acaso, saber que no son excluyentes. Esto es, que alguien con privilegio inicial, también puede esforzarse.

 

LO QUE IMPLICA

Hay una palabra no explícita, pero implicada: el Resultado.

Si hay esfuerzo, hay un resultado, que puede ser exitoso o no. Lo que implica la frase es “al ver a alguien cuyo esfuerzo ha dado fruto, reconócelo como tal.” No dice más.

Es otra forma de decir “honor a quien honor merece”, o “no le escatimes a alguien un éxito resultado de su esfuerzo, diciendo que es resultado de otra cosa.”

Si lo hubiera puesto de esa manera, el tuit hubiera tenido 100 likes. Pero no fue así. Antes de ver por qué, veamos…

 

LO QUE NO DICE LA FRASE

La frase no dice “el esfuerzo es necesariamente coronado por el éxito.” Eso sería ridículo. Tampoco dice “el privilegio (ventajas iniciales) no juega ningún papel en el éxito.”

La frase no dice ni implica de qué tipo de esfuerzo ni de resultado estamos hablando: un niño sacando 10 en su examen de matemáticas es un esfuerzo que ha sido exitoso, y como tal hay que reconocerlo. Alguien que por sus calificaciones obtiene una beca internacional es un caso igual. Un violinista que practica incansablemente su instrumento y es reconocido obteniendo el estatus de primer violín en una orquesta, lo mismo.

Si hubiera hablado de ese tipo de ejemplos, no hubiera pasado a más, pero mucha gente se puso a hablar de disparidades sociales, ventajas inherentes a ciertas personas, “la lotería del nacimiento”, injusticia, trampas, y así.

Todo eso existe, desde luego. No hay un suelo parejo para todos, pero la frase no alude a nada de eso.

 

LO QUE SE ENTENDIÓ

Quienes lo entendieron en positivo, leyeron simplemente el sentido explícito de la frase, que para recalcar, es: si alguien se esfuerza en algo, y además su esfuerzo resulta exitoso, se le reconoce, no se le regatea. Sin importar desde dónde haya empezado.

Pero lo que se entendió fue una especie de reto en la guerra cultural en la que estamos inmersos. Viendo las respuestas negativas, es obvio que se entendió una variación del “son pobres porque quieren”, que de ninguna manera está explícito ni implícito en la frase.

Dicho de otra manera: la frase dice, “hay que reconocer el esfuerzo”, pero por un brinco lógico mal hecho, mucha gente cree que eso implica “el esfuerzo es siempre exitoso” y/o “el privilegio inicial no juega ningún rol.” Ninguna de esas dos ideas se pueden inferir de la premisa inicial, pero así se hace…

 

¿POR QUÉ SE ENTENDIÓ ESO?

…porque usé la palabra “privilegio”, y esa palabra ha sido cargada políticamente.

Primero que nada, “privilegio” es una palabra neutral, pero al igual que muchas otras, ha sido expropiada y se la ha conferido un significado únicamente negativo dentro de una guerra cultural.

Por ejemplo, yo he tenido el privilegio de conocer personas maravillosas en mi vida. Una vez tuve el privilegio de acompañar con la guitarra ni más ni menos que a Guadalupe Pineda. Tengo el privilegio de contar con un espacio de divulgación en el sitio www.naukas.com. Vale decir que no nací ni sabiendo tocar guitarra ni sabiendo matemáticas, y que el usar la palabra privilegio de esta forma, es muy natural.

Pero en la discusión en la que estamos inmersos, “privilegio” ha sido tomada para significar en especial “ventajas de nacimiento” y para además decir que son malas o por lo menos intrínsecamente criticables, lo que no es verdad. Se puede criticar al príncipe de Gales por una idiotez que cometa, pero no simplemente por haber nacido en esa familia.

Vamos a cerrar con un par de ejemplos y un llamado a la cordura:

 

EJEMPLOS

Bill Gates era de familia rica, sí. No empezó desde un arrabal: su papá le compró una computadora cuando casi nadie podía tener una. Pero así como él, había más ricos con computadoras. Su esfuerzo particular lo llevó a ser el hombre más rico del mundo, no simplemente un niño consentido más con una computadora. Así, siendo un “privilegiado”, su esfuerzo lo llevó a un lugar que muchos otros privilegiados ni sueñan. Su esfuerzo es de reconocerse y no es regateable.

En el otro extremo, pensemos en atletas famosos, en específico boxeadores: muchísimos han venido de familias sin ningún “privilegio”. Ahora bien, aunque vengas de familia rica, si quieres ser campeón de box, tienes que esforzarte. Si te topas al Canelo Álvarez en la calle, ¿le pides un autógrafo? ¿O le dices que sus peleas las ha ganado por privilegio y no por esfuerzo?

¿Si te topas a Mikhail Barishnikov? ¿A Guillermo del Toro? ¿A Jack Ma? ¿A las Dras. Charpentier y Doudna, recién galardonadas con el Nóbel de Química?

Más claro: ¿le dirías a Usain Bolt que correr 100 metros en menos de 10 segundos es debido a privilegios y no a esfuerzo?

 

Es más que obvio que todo eso es esfuerzo y trabajo duro y ese es el sentido de la frase.

Y si no hubiera usado la palabra “privilegio”, prácticamente todo lo que acabo de decir sería una perogrullada. Pero la palabra ha sido cargada, y el verla dispara reacciones, por medio de asociaciones de ideas, que han sido reiteradas día tras día.

¿Nos damos cuenta de cómo el uso de las palabras nos está sesgando, incluso ante cosas muy obvias?