sábado, 19 de octubre de 2013

asesino





Así que esto es lo que se siente ser un asesino. ¡Oh, esto es lo que se siente ser un loco, un demente! Ah... es maravilloso. Cosas a las que sólo podía acceder como se accede a ver animales en un zoológico. No, no más. Yo... yo he cruzado la línea. En realidad el momento en sí no fue nada difícil, no... tal vez todo ese tiempo anterior de preparación, de tortura más bien... ¿cómo pude estar alguna vez en aquel lado? Pero lo más exasperante es que no lo comprendan, estúpidos, ciegos. ¿Es que podía permanecer por más tiempo de aquel lado, contemplando esa miserable inmundicia y mediocridad? No, no... ahora me veo, a ese yo que ha muerto ¡para bien! Tan sólo una semblanza triste y ridícula de lo que soy aquí.
Y en vez de otra cosa, en vez de intentar aprender - ¿pero cómo les podría explicar? - me ponen una camisa de fuerza. Esclavos, imbéciles. Creen que esto es privarme de la libertad ¡ellos no tienen idea de lo que es la libertad! Piensan que me pueden contener, ¿cómo podrían contener el viento? Yo puedo imitarlos, tarde o temprano... el tiempo no es problema, en algunos años los convenceré de que estoy listo para regresar a su idiota sociedad,
pero ¿a quién podría preocupar eso? Yo he cruzado la línea, nada me puede llevar de vuelta a ellos, no, no importa cuánto traten.


Telares.  3, 2  (Hilo rojo)

viernes, 18 de octubre de 2013

Una moneda en espiral






Una rosca: una moneda dibujando formas espirales, saltando sobre sus dos primarias dimensiones. Un lugar nuevo al que así llega, esférico, buscando espacios que le son propios desde el inicio. Y así trae nuevas, semillas germinando, como palabras (sonido y grafismo antes de la simbiosis). De lo plano a lo pleno hay menos de un sonido para agregar una dimensión completa.

a  -  e

La boca se tensa milimétricamente y sus comisuras ven un poco al cielo como si quisieran indicar con su postura el salto que el concepto ha dado; la (e) ha roto el círculo en que las dos dimensiones de la (a) se ensimismaban, y su cauda indica el giro que dará forma a la espiral que sube.

Puede ser que el movimiento esté contenido ya desde su esencia que reposa: cuando es mayor, aunque encierra un misterio trino (A) ya apunta a que sus brazos abiertos pugnan por emanciparse. Y la plenitud, aunque abierta toda (E) requiere aún de una columna que pueda vertebrarla. 

La moneda gira y es lanzada a dibujar espirales, danzando ebria en la mesa. Describiendo un patrón más alto que su forma, mientras su impulso sigue desafiando la entropía mas no la naturaleza.




Todas las Caras de la Moneda,  cap. 4

jueves, 17 de octubre de 2013

Perfume en una carta





Más que todas las palabras que leas, me recordarás a mí.
Desde antes de abrir el sobre
hasta que repases imágenes en la memoria antes del sueño,
estaré presente.

Me recordarás
cuando las arrugas hallan dibujado tu historia en tu rostro,
y haré que evoques escenas que creías perdidas;
a veces te encontrarás derramando lágrimas sin saber por qué,
al caminar por la calle y encontrarme de nuevo
en un cuello adolescente que pasa sin que lo puedas detener.

Tal vez puedas hacerme permanecer en vestidos y telas;
pero me iré y te visitaré en otros lugares
para que me recuerdes de vez en cuando.



Dime Algo Acerca del Amor, p. 9


miércoles, 16 de octubre de 2013

Maldito seas, Edmund




Edmund, como alguien en los albores de un viaje largo e incierto, sufrió, llevó sobre sí la desilusión de Rilka quizá más de lo que ella misma lo pudiera saber o intuir. Joven Rilka, balcánica y blancamente hermosa, tan impulsiva y tan aquí y ahora, tan lo que le faltaba a él. Tan creyente.

Rilka.
Hermosa, paciente Rilka.
Lo siento.

Maldito seas, Edmund, maldito seas. Todas mis palabras y mis besos no bastaron para convencerte de que te hubiera sufrido tanto, lo hubiera hecho. No quisiste protegerme, no quisiste entregarte como yo me entregaba cada vez. ¿Porqué me pediste tan poco? ¡Tan poco! ¿Porqué te conformabas con lo que ni siquiera era necesario pedir? Pedir menos que migajas. Odio que seas tan débil y que no puedas verme frente a frente para decirme lárgate de una vez por todas, en vez de eso aún me dijiste te quiero ¡maldito seas! Odio que tu coraza sea tan débil que yo la hubiese podido romper, ¡la hubiese podido destruir lo entiendes? Pero nunca lo hice ni lo intenté pues nunca la ofreciste como escudo, nunca me dejaste entrar, nunca. Hubiera querido - ahora quiero - quise - amarte, destrozarte y armarte de nuevo y enseñarte cómo armar de nuevo los pedazos desperdigados. Cómo armar todo de nuevo después de amar, armar todo otra vez, conmigo. Pero no, preferiste seguir siendo una estatua frágil pero estatua pero frágil. Pero estatua. Ya verás, aunque no lo verás pero por lo más sagrado juro que no te extrañaré y ahora en pocos días... ojalá te hubieras quedado sólo unos días ¡sólo unos días para mostrarte cómo me rompo y me despedazo y armo de nuevo los pedazos! Armaré todos esos pedazos y nunca lo verás, maldito seas. Olvida mi nombre y mi rostro y mi recuerdo, pues yo misma los barreré de mi propia memoria. No me busques algún día, ningún día.

Aquí estaré.


Pobre, hermosa Rilka.
Lloras.
Adiós.




Telares.  3, 4  (Hilo verde)


martes, 15 de octubre de 2013

Palabras, celadas

Las palabras forman una celda sutil y fría para la idea.




Tomemos las palabras pues, a falta de mejores medios, y usémoslas para nuestra utopía. Torciendo su estructura y volviéndolas en contra de sus mismos sonidos, desencajadas e interpuestas, violentadas para expresar más allá de sus ideas estrechas, cambiemos el gobierno de sus reglas en la esperanza de que puedan engendrar silencio, y atisbar ese silencio que les dio existencia entre los resquicios de su extraña danza.

Y si podemos formarlas como barro en torno, sin celadas, o hacer que se persigan como en un cánon donde las voces palimpsestan, que todo embarazoso subtilfugio apunte a la libertad. Romper la cadena que la palabra sigue. Mientras contamos una historia que puede ser cualquier historia.







Todas las Caras de la Moneda,  cap. 31 y cap. 1