martes, 20 de diciembre de 2022

Coronavirus: la Gran Ola, China 2022

 China levantó las restricciones de la famosa política “Cero Covid” y ahora mismo hay muchos contagios; esto, desde luego, ha causado una nueva ola de noticias alarmantes en Occidente. Vamos a ver lo que está pasando. 

 

ANTECEDENTES

China tenía alrededor de 2 años con la política de Cero Infecciones: más estricta a partir de finales de 2021 con la aparición de ómicron. Mucha gente confunde los lockdowns con el Cero Covid, pero no es lo mismo:

Los lockdowns parciales o masivos son contención ante un brote. La esencia del Cero Covid es el monitoreo intenso, para prevenir la diseminación de la infección. El monitoreo se hacía con tres herramientas principales:

- Pruebas periódicas de PCR

- El “Código Verde” local, que incluye información de la última prueba PCR realizada y de vacunación, y

- El Código Verde de Viaje, con información de desplazamientos fuera de tu ciudad

Además de esto, estaban por supuesto las medidas de cuarentena al entrar al país (que llegó a ser de hasta 21 días en cierto punto) y las revisiones a importaciones.

Claro, todo esto causó problemas en muchas industrias, y sobre todo implicó muchísimos gastos extraordinarios para los gobiernos locales, que se hacían cargo de las pruebas, del personal y de la logística necesarios para llevarlas a cabo.

A partir de agosto de 2022 se empezó a considerar un timetable para relajar todas estas medidas y entrar a una normalización en 2023. Desde septiembre empezamos a escuchar de estos planes, y el gobierno empezó a hacer pruebas de relajamiento de medidas en Hong Kong y en la aledaña provincia de Cantón.

 

LOS RIESGOS Y LOS RESULTADOS

Las especulaciones son muchas, pero el gobierno chino se basa en números. La principal preocupación en China es la gente no vacunada (población vulnerable), y en medios occidentales se habla mucho de la “ineficacia de las vacunas chinas”. Veamos:

Población vulnerable. Ya se ha mencionado este problema: tras la muy intensa campaña de vacunación de 2021, aún quedaron alrededor de 100 millones de personas sin ella, muchas de las cuales son gente mayor con problemas de inmunodepresión, en áreas remotas o simplemente reticentes a tomarla. El Cero Covid tenía como alta prioridad el no dispersar el virus ante el riesgo de muertes masivas en esta población. Sin embargo:

Eficiencia de vacunas. Quizá las vacunas chinas no tengan el estándar de sus contrapartes europeas o estadounidenses, pero después de la vacunación se han observado docenas de brotes en sendas ciudades chinas, con miles de infectados (y aplicando lockdowns). Los resultados fueron alentadores: la cantidad de casos graves y muertes fueron ínfimos. Por ejemplo, en Cantón se observó al 27 de noviembre un total de 160 mil infectados, con la abrumadora mayoría siendo asintomáticos y sólo 4 casos graves. En el país se registraron las primeras muertes desde mayo, aunque había habido muchos miles de casos positivos en brotes en Beijing, Chongqing y otras ciudades grandes. Por esos días se declaró de manera oficial que las restricciones se relajarían.

Otro evento que quizá aceleró el timetable para levantar restricciones fueron las protestas durante dos fines de semana a fines de noviembre, tras un incendio en el que perdieron la vida 10 personas, lo que se atribuyó a condiciones excesivas de no movilidad en la ciudad de Urumqi.

 

CAMBIO DE POLÍTICAS

¿En qué consiste el levantamiento de restricciones? Varias cosas:

Como mencioné el 7 de diciembre, lo más importante fue la eliminación de pruebas periódicas obligatorias, y la eliminación del requerimiento de Código Verde en una gran cantidad de cosas: transporte público, viajes entre ciudades, entrada a edificios públicos, teatros, eventos culturales y similares.  Se mantiene aún para algunos eventos como expos o congresos de alto nivel.

Además, se publicó una Guía de Cuarentenas, que también fue un cambio drástico: si resultas positivo y en especial si eres sintomático, ya no necesitas ir a un lugar especial, sino que puedes hacer cuarentena de 7 días en tu propia casa. Hasta ahora, lo de la cuarentena en casa era sólo para asintomáticos (aunque no siempre) o contactos sospechosos. A mí me pasó esto en diciembre de 2021, cuando recién entró ómicron. Los lockdowns de edificios completos se han eliminado.

Finalmente, relajamiento en viajes internacionales y entradas (la cuarentena ahora mismo es de 5 días + 3 de monitoreo, y se habla de reducirla pronto a 2+3), aduanas y logística. Otras señales han sido la organización de viajes al extranjero de funcionarios de relaciones internacionales, lo que no pasaba desde hace dos años.

 

LOS PROBLEMAS

El relajamiento de Cero Covid tiene dos problemas principales, que son:

- Se hizo justo en la temporada de subida de infecciones respiratorias

- Sin monitoreo intenso (pruebas PCR gratis sólo si tu código se cambia a Rojo), no se pueden identificar ni aislar tan fácil los casos positivos

Esto ha causado que en poco tiempo una gran cantidad de gente haya resultado infectada, y que lo hayan comprobado con las nuevas pruebas PCR caseras o bien yendo a las clínicas. El resultado es que en las últimas dos semanas, con esta dispersión no monitoreada,  mucha pero mucha gente se haya infectado y claro, un porcentaje haya desarrollado síntomas.

 

LO QUE HAY QUE SABER

 ¿Los hospitales están colapsados? ¿Los crematorios están a tope? ¿Se van a morir millones?

Esas son las noticias histéricas que ahora mismo rondan los medios occidentales porque, claro, no podemos estar un mes sin anunciar un apocalipsis en China.

No sé lo que va a pasar pero les puedo decir lo que está pasando:

En tres años (desde enero de 2020) conocí tan sólo a una persona que se había contagiado. En la última semana ya he sabido de más de 20 contactos directos, tres de los cuales son colegas en mi oficina. Todos los casos que conozco son leves o moderados y no han requerido hospitalización.

Pero el asunto es que, tras 3 años de que prácticamente nadie conociera gente que se enfermara, el pasar súbitamente a ver enfermos por todos lados (aunque sean leves) mucha gente se ha asustado y han empezado a ir a los hospitales con más frecuencia. Las escenas que he visto en videos o fotos de supuestos “colapsos” no se parecen ni remotamente a Wuhan en 2020, y de hecho son más o menos estándar para las salas de enfermedades respiratorias que yo conozco y en las que he estado (mi niña estuvo 5 días internada con pulmonía en 2016).

Otro problema, similar a febrero de 2020 cuando esto empezaba, es que mucha gente ha comprado medicinas para controlar síntomas (como ibuprofeno) y han causado escasez en algunos lugares.

En algunas ciudades grandes como Shanghai, las escuelas han anunciado cierres de una semana, pero esto no es generalizado. En Hangzhou, donde vivo, la escuela de mi niña no está oficialmente cerrada pero ayer la mayoría de los papás decidieron no enviar a los niños por algunos días: la escuela ya está enviando clases y tareas virtuales.

En lugares públicos y en especial en transporte, la gente nunca hemos dejado de usar mascarilla, y ese es uno de los puntos más importantes de la prevención.

 

LA GENTE

Aunque sí, hay mucha gente asustada, en general la información se parece al caso de Cantón en diciembre: tenemos cientos de miles (quizá ya millones) de personas infectadas, pero la inmensa mayoría son casos leves o moderados y están en casa. Seguramente hay otros cientos de miles (o millones) de asintomáticos esparciendo la infección. Los hospitales en algunas ciudades grandes están viendo mayor afluencia de gente consultando y requiriendo camas, pero no se puede hablar de “colapso” en estos momentos.

Por otro lado, mucha gente se lo está tomando con bastante buen humor. En el TikTok chino, que se llama Douyin (https://www.douyin.com/) hay ahora mismo miles y miles de videos de gente enferma (niños incluidos) compartiendo consejos, hablando de cómo les está yendo, y haciendo sketches extremadamente graciosos. Si quieren verlos les sugiero entrar al sitio y buscar la palabra  (“yang”), que significa “positivo”.

Uno de los temas más graciosos es que esa palabra suena igual a otra  () que significa “oveja”, así que hay muchos juegos de palabras, por ejemplo un fulano que abre la ventana y se pone a balar como borrego, y escucha a docenas de personas balando en respuesta, indicando que todos son positivos en estos momentos.

 

¿QUÉ VA A PASAR?

Pues no soy saurino, como decía mi abuela, pero la idea de que vayan a morir millones simplemente me parece inimaginable. El gobierno chino será muchas cosas pero es extremadamente cuidadoso y deliberado en este tema: las observaciones que se hicieron este año con relajamientos controlados en el sur, muestran que el riesgo que se está tomando es aceptable. Aunque habrá mucha gente (de hecho ya está pasando) que finalmente tenga enfermedad sintomática, los casos graves y en especial las muertes, pueden mantenerse en números mínimos.

Por supuesto, esta ola de infecciones no se puede minimizar ni mucho menos trivalizar. Es un evento en desarrollo y tenemos que estar muy atentos a cómo evoluciona. Hay variables negativas no predecibles como nuevas cepas/variantes, y también hay potenciales avances como las vacunas inhalables.

Mantengámonos atentos y... usemos mascarillas.

 

 

miércoles, 14 de diciembre de 2022

Guerra de Encuadres: la batalla por conquistar tu pensamiento

Artículo original de Jennifer Mercieca, en Resolute Square (Dic. 14, 2022). 

Agradezco a la autora y a la editora Lisa Sencal por su permiso para traducir este texto.

 

 

“Twitter no es un negocio”, dijo el autor republicano George Rasley hablando acerca de las revelaciones conocidas como Twitter Files por parte de Matt Taibbi y Bari Weiss. Abundó: Twitter ha sido una operación política. Desde un principio, su único producto fue el poder de establecer y controlar narrativas políticas.

A Rasley le encantaría que aceptáramos su forma de enmarcar la controversia de los Twitter Files: él quiere que pensemos en Twitter como una “operación política” disfrazada de negocio. El negocio de Twitter, afirma, es “el poder de establecer y controlar narrativas políticas.Y de hecho sí lo es, pero esto no es en absoluto sorprendente.

Es una exageración decir que lo que hemos visto hasta ahora sobre las decisiones de moderación de contenido tras bambalinas sean prueba de una "operación política", pero esta opinión de Rasley acerca de la controversia revela cosas útiles acerca de lo que llamaremos Guerra de Encuadres Conceptuales (“frame warfare”).

La guerra de encuadres es la forma en que los propagandistas luchan para controlar cómo pensamos sobre las cosas, eventos, personas y controversias políticas. Alguien puede creer que la propaganda se limita a controlar lo que pensamos, pero los practicantes de estas oscuras artes saben que es igual de importante controlar cómo pensamos sobre las cosas.

El encuadre político es muy parecido a tomar una foto: si estás tomando una foto del Gran Cañón o de los nenúfares de Monet, es imposible capturar la totalidad de lo que ves. De hecho, limitarás cómo representas esa realidad, eligiendo qué es lo que vas a incluir en el encuadre. El acto de enmarcar una foto nunca es neutral, porque distorsiona la realidad mostrando ciertas partes y ocultando otras. Lo mismo es cierto para el encuadre político que se le da a cualquier evento.

Los encuadres políticos resaltan y ocultan cómo entendemos las partes que componen la realidad, pero además funcionan a un nivel más profundo: para dar forma a cómo pensamos. Los lingüistas George Lakoff y Elisabeth Wehling explican que todo encuadre permite y estructura nuestros pensamientos. Agregan que el cerebro procesa la mayor parte de la información que recibe, de maneras que son inaccesibles para la mente consciente: así lleva a cabo “un razonamiento que no notamos, sobre el que no reflexionamos y que no podemos controlar.” La exposición repetida a un marco conceptual cambia la forma en que nuestro cerebro procesa la información. Cuanto más se usa un encuadre para describir la realidad, más pegajoso se vuelve: el cerebro lo procesa de forma más fluida, pensamos solamente dentro de los parámetros de dicho encuadre y desde luego, pensamos con un sesgo cada vez más pronunciado acerca de aquello que se enmarca.

Siguiendo con Lakoff, si una pieza de nueva información no encaja fácilmente en sus estructuras conceptuales preexistentes, el cerebro a menudo la rechaza y tiende a olvidarla con rapidez. Otra cosa: no se puede luchar contra un marco dominante usando simplemente evidencia. Los marcos conceptuales fijados en el cerebro no se preocupan por los hechos presentes en otros marcos o por sus sentimientos: rechaza cualquier cosa que no se ajuste a sus estructuras existentes.

Debido a que todo este procesamiento de información ocurre de manera precognitiva (antes de llegar al pensamiento consciente), gran parte del tiempo no somos conscientes de que hemos adoptado un marco particular. Esto es, no podemos ver cómo nuestros cerebros han subrayado y ocultado el cómo percibimos las partes de la realidad, a menos que de explícitamente dirijamos nuestra atención hacia la observación de nuestros encuadres.

Todos somos vulnerables a este fenómeno, y esta es la razón por la cual gran parte de nuestro discurso político es la mencionada Guerra de Encuadres: la batalla para controlar cómo pensamos sobre las cosas.

Un ejemplo reciente de guerra de encuadres políticos proviene del gobernador de Texas, Greg Abbott, quien quiere que pensemos que EEUU está siendo invadido en su frontera sur. Si un político enmarca un tema de seguridad fronteriza como una “crisis humanitaria”, es muy diferente de enmarcarlo como una invasión”. El problema de seguridad fronteriza cambia de forma profunda dependiendo de si es considerado una crisis humanitaria o una invasión: se destacan hechos distintos, se asocian diferentes emociones con el problema y la gente percibirá diferentes cursos de acción como más o menos prudentes.

Hay aquí mucho en juego, porque dentro de cualquier marco hay un conjunto definido de valores, supuestos, historias y políticas. La adopción de un marco (v.g. crisis humanitaria vs invasión) de hecho descarta el debate sobre el tema, y es por ello que los propagandistas se esfuerzan tanto por controlar no sólo si pensamos o no acerca de la seguridad fronteriza, sino cómo pensamos acerca de ella.

Gran parte de nuestro discurso político ya sea en discursos, noticias o redes sociales como Twitter es en realidad una batalla por controlar qué marco conceptual domina cada tema. Y de la misma forma en que nuestros cerebros adoptan encuadres sin la intervención de nuestra consciencia, la Guerra de Encuadres en la política casi nunca se reconoce ni se cuestiona.

Por ejemplo: ¿la seguridad fronteriza es en realidad una crisis humanitaria o una invasión? ¿Hay alguna forma más neutral de pensar al respecto? ¿Quizás una argumentación (siempre política) que no active tantos supuestos, valores y acciones polarizantes? Por supuesto que lo hay. Pero los propagandistas no quieren que pensemos en eso: promover su encuadre es la vía más rápida para manipular mentes, lo que lo convierte en un poderoso truco retórico.

Lo mejor para ellos es que nunca descorramos la cortina y veamos cómo usan sus encuadres para controlar cómo pensamos.