sábado, 27 de febrero de 2021

Cómo quitarte música odiosa de la cabeza


Detesto que me pase eso, y no se puede evitar.

Vas por ahí muy quitado de la pena: caminando, surfeando el internet, entrando a un elevador. Y de repente te asalta una música que odias.

No les voy a dar ejemplos porque luego me los voy a imaginar y me va a pasar exactamente eso que detesto: porque esa canción que odias es extremadamemte pegajosa y empieza a rebotar por todas las paredes de tu cerebro, como un mosquito que te despierta a las 3 de la mañana, te hace perder el sueño y no lo puedes pescar por más almohadazos que le avientes.

Es o.dio.so.

Lo bueno es que con los años he perfeccionado una técnica, si no para atrapar mosquitos (sigo trabajando en ella), sí para quitarme melodías abominables de la cabeza.

Por supuesto que mi lector adivinará: no hay nada más sencillo que meterte otra melodía en la cabeza; una que amas desde hace años, que es igual de pegajosa, y que no te importa tener rondando dentro de tu cráneo por el resto del día. Así que la técnica no tiene nada de secreta: sólo escribí todo eso para compartirle mis dos melodías preferidas para realizar esta maniobra de extirpación acústica cuando me asalta una de esas tonadas aborrecibles:

 

Magnum, Les morts dansant 


 

El álbum On a Storyteller’s Night (1985) es un a joya tristemente olvidada del mejor rock melódico de los 80s, y Les Morts Dansant no es sólo una excelente melodía, sino que cuenta los últimos momentos de un soldado juzgado por deserción y a punto de ser fusilado. El narrador describe a quienes están a punto de dispararle (gather round reluctant marksmen, one of them to take his life); al soldado que acepta su suerte sin amargura (with a smile he gives them pardon); y cómo todo momento, por más lúgubre que sea, sigue siendo efímero (when the field has become a garden... who would think, who would guess).  

 

Dvořák, Sinfonía No. 9, cuarto movimiento


 

La “Sinfonía del Nuevo Mundo” (1893) es la obra más conocida del compositor checo. El cuarto movimiento tiene una actitud grandiosa y brillante, y además el apellido de Dvořák es tan sonoro (se pronuncia “vorshák”) que lo repito en voz alta en mitad de pensar/cantar la melodía.

También ayuda que ha sido ejecutada como rock y su más reciente encarnación es magnífica: en la canción Samson and Delilah, en el último álbum del grupo alemán Accept, Too Mean to Die (2021). A partir del minuto 47:44.

 


Con esto se sale de la cabeza hasta el jingle más pintado.

   

viernes, 12 de febrero de 2021

Nosferatu y la pandemia

 

Todos conocemos Dracula, la inmortal obra de Bram Stoker escrita en 1897: terror gótico, encarnado en un vampiro que llega a a Londres a crear caos y beber sangre. Una de las versiones fílmicas más recientes, la de Francis Ford Coppola (1992) recrea la historia con desviaciones mínimas de la aventura de la novela.

En ella, el joven inglés Johnatan Harker viaja a Transilvania para venderle una casa al misterioso conde, pero descubre que es un vampiro y es hecho prisionero mientras el monstruo viaja a Londres, fascinado por un retrato de Mina Murray, prometida de Harker. Sin embargo el estrafalario doctor Van Helsing, experto en demonios y cosas parecidas, descubre la naturaleza del conde y con çayuda de otros personajes, cazan a Drácula de regreso a su tierra.

La novela ha sido objeto de incontables encarnaciones en cine, y en 1922 el genial director alemán F.W. Murnau dirigió una de las versiones más icónicas de la historia: Nosferatu, A Symphony of Horror.  

Esta versión, además de su mérito artístico, es extraordinariamente interesante porque cambia la historia de forma dramática: de ser una historia acerca de un vampiro, a ser un estudio mucho más sofisticado, acerca de la peste y la histeria masiva. Veamos sus fascinantes detalles:

La película comienza diciendo que es “Un recuento de la La Gran Peste de Wisborg en el año 1838”:


 

Toda la primera mitad de la historia es la misma: el joven Hutter viaja a Transilvania en busca del misterioso Conde Orlok, que quiere comprar una propiedad en el ficticio pueblo alemán. Ahí, también descubre el secreto del monstruo —que duerme de día en su ataúd— y éste también se siente fascinado por un retrato de la joven esposa, Ellen.

Pero la historia diverge a partir de que Orlok sube a un barco de vuelta a Londres: en la travesía, empieza a matar a todos los marineros, que creen que están siendo atacados por la peste, y que se esparce por los puertos por donde llegan. La alarma hace que las autoridades cierren el Estrecho de los Dardanelos, suspendiendo el movimiento de barcos:



El barco maldito llega a Londres sin un solo marino vivo, y Orlok sale de él en forma de una gran cantidad de ratas (en la novela lo hace en forma de lobo).

Cuando los investigadores revisan la bitácora del capitán, se aterran al ver que éste había escrito de la posibilidad de estar transportando la peste, y su reacción inmediata es regresar a sus casas y cerrar puertas y ventanas:



Acto seguido, envían agentes por toda la ciudad, a alertar a los ciudadanos: son oficiales que tocan un tambor en la calle y leen el edicto urgente: “Nadie debe salir de su casa, por temor a que puedan dispersar la enfermedad por la ciudad”



Pero de nada sirve pues Orlok, recorriendo los hogares de manera fantasmal, se va cobrando vidas:



y la población poco a poco desciende a un estado de miedo y de sospecha constante: nadie sabe “quién está sano y quién enfermo”



Finalmente, la multitud se vuelve loca, empieza a pensar en causas sobrenaturales, y echan la culpa al pobre Knock, el jefe de Hutter. El conde Orlok controla la mente de Knock, haciéndolo decir toda clase de cosas raras y parecer como demente. De manera que la turba prontamente lo acusa de la desgracia y lo presigue para lincharlo:



Aquí, el profesor Bulwer (el equivalente de Van Helsing) no es ni demonólogo ni nada parecido: es un botanista interesado en especies depredadoras. Quien finalmente encuentra la forma de acabar con el vampiro es Ellen, que se sacrifica con tal de que el vampiro salga hasta que la luz del día acabe con él.

Desaparecido el monstruo, desaparecen las ratas que llevan su plaga mortal:



Vale la pena revisitar este tipo de obras clásicas y, dejando de lado los aspectos sobrenaturales, constatar el conocimiento que desde hace mucho tiempo tenemos acerca de las plagas y de cómo reaccionar ante ellas. Por otro lado, nos muestra las consecuencias del siempre presente peligro de sucumbir a la irracionalidad y el pánico ante una crisis.

 

 

domingo, 7 de febrero de 2021

Sólo falta el viento

 


Hay una expresión idiomática en chino que dice “Todo está listo excepto el viento del este”:

     万事俱备,只欠东风  

     (wàn shì jù bèi , zhǐ qiàn dōng fēng)

Y por supuesto, vamos a ver de dónde viene.

Allá por el siglo III, la Dinastía Han entró en crisis, hubo una revuelta en la corte y la mayor parte de la familia real fue ejecutada. Liu Bei, el único heredero legítimo que quedaba, juntó un grupo de generales para defender su derecho, mientras que otros dos poderosos jefes militares hacían lo propio. Esto dividió al imperio en tres: el reino de Wei en el norte, liderado por el general Tsao; el reino de Shu en el suroeste, con Liu Bei a la cabeza; y el reino de Wu en el sureste, con el general Zhou Yu.

El general Tsao era el más fuerte de los tres: pensando unificar el imperio, preparó una invasión al sur, con una enorme fuerza naval que descendería imparable por el Río Yangtse, con sus barcos unidos con cadenas de hierro. Esto preocupó sobremanera a Zhou Yu, quien sería el primer atacado.

Enterándose del plan de Tsao, el estratega Zhuge Liang vio una debilidad en el esquema de la invasión: en efecto los barcos unidos con cadenas serían irresistibles, pero si eran atacados con fuego, éste pasaría de uno a otro sin que pudieran maniobrar.

De modo que se prepararon cientos de minas explosivas flotantes, también unidas con cadenas, para incendiar los barcos enemigos. Sin embargo, este hábil plan requería que el viento soplara desde el este, para poder impulsar la minas hacia los barcos que avanzaban.

A pocos días de ver las fuerzas de Tsao, no había asomo de viento y Zhou Yu entró en pánico: de ahí la famosa expresión, que dice que todo está planeado y listo, pero falta el ingrediente más crucial, sin el cual todo el plan se va al demonio.

Al final, el viento sopló y la flota fue destruida, alargando la resistencia del sur. Los romances posteriores dicen que Zhuge Liang “convocó al viento” a que soplara, por medio de un poderoso encantamiento, un poco al estilo de Merlín en Excalibur, invocando el “aliento del dragón” (la niebla) para que su rey entrara sin ser visto en un castillo.

 

Pero siempre al hacer un plan, es mejor no hacer depender la parte más crítica de él en un imponderable sobre el que no tenemos poder alguno. No todos podemos hacer hechizos.