domingo, 23 de julio de 2023

Ciencia del cambio climático: brevísima historia

 

Aquí algunas declaraciones clave en la historia del cambio climático, cuyas bases fueron descubiertas a mediados del siglo XIX: 

 

Joseph Fourier es famoso por sus contribuciones a las matemáticas (las series de Fourier), pero también tenía un gran interés en su aplicación a fenómenos físicos y en especial al de la transferencia de calor.

A Fourier le intrigaba el por qué la Tierra es más caliente de lo que los cálculos le hacían predecir, así que su hipótesis era que algo en la atmósfera “atrapa” el calor: debía haber gases que ofrecían barreras a la transferencia de calor hacia afuera, y más aún: la concentración de dichos gases podría cambiar con el tiempo.

En un ensayo publicado en 1837, propuso: “El progreso de la sociedad humana junto con la acción de fuerzas naturales puede producir cambios considerables en la superficie de la Tierra, la distribución de las aguas y los movimientos del aire... Y tales efectos, a lo largo del tiempo, deben entonces producir variaciones en las temperaturas de cada región.”

Joseph Fourier, The American Journal of Science and Arts, 1837

 

Un par de décadas después, Eunice Newton Foot llevó a cabo un experimento para descubrir qué gases “atrapan” el calor. Llenando varios cilindros con sendos gases, se dio cuenta de que el CO2 de hecho permanecía caliente por más tiempo.

En un artículo publicado en 1856, escribió: “Una atmósfera con alto contenido de CO2 le conferiría a la Tierra una alta temperatura.”

— Eunice Newton Foote, The American Journal of Science, 1856

 

Sin embargo Eunice, siendo mujer, encontró poco eco a su experimento. El irlandés John Tyndall, que construía medidores de todo tipo, se interesó por el tema y llevó a cabo un experimento mucho más formal y exacto. Sus resultados, comprobando lo dicho por Fourier y en especial por Eunice, le sorprendieron sobremanera. Vio que el CO2 no sólo atrapaba calor, sino que lo hacía mil veces más eficientemente que el aire normal. Así lo dijo en una serie de conferencias:

“Aquellos que, quienes como yo, han sido educados pensando que los gases transparentes son también transparentes al calor, sin duda se asombrarán de ver estos resultados que he atestiguado.”

— John Tyndall, On the Absorption and Radiation of Heat by Gases and Vapours, and on the Physical Connexion of Radiation, Absorption, and Conduction, 1861

 

Tres décadas después Svante Arrhenius, un físico sueco interesado en los mecanismos que provocan las glaciaciones, hizo una contribución más. Los estudios climáticos habían avanzado mucho, y se puso a trabajar con datos del geólogo Arvid Högbom, que estimó cuánto CO2 hay presente a través de las eras geológicas; así como con datos de Samuel Pierpont Langley, que había construido un detector térmico para calcular cuánta energía entra a la Tierra como radiación.

Con estos datos y el hecho de que el CO2 captura el calor para no dejarlo escapar, calculó que “si se duplica la cantidad de CO2 en la atmósfera, esto elevaría la temperatura global de 5 a 6oC. Este es un cálculo que ha sido corroborado en nuestros días.

En ese momento, a Arrhenius no le pareció demasiado preocupante porque pensaba que el nivel tardaría alrededor de tres mil años para crecer un 50%... sin embargo lo hemos visto aumentar 30% en tan sólo un siglo.

* *

Hasta ese momento, estos descubrimientos e hipótesis, aunque ciertas y muy adelantadas a su tiempo, crearon poco impacto y menos alarma. Además, tuvieron que pasar décadas de experimentación a mucho mayor escala y con mucha mejor tecnología, para poder realmente probar que la actividad industrial podía cambiar drásticamente la composición atmosférica y con ello los patrones climáticos. Sin embargo, una vez que se comprobó en los años 50, las opiniones han sido contundentes:

 

A finales de los 50, los suecos Bert Bolin y Erik Eriksson, avanzando en experimentos de medición de composición atmosférica y de la contribución de la actividad humana a su cambio, publicaron: 

“La actividad industrial crecerá exponencialmente y el CO2 atmosférico podría aumentar en un 25% para el año 2000... el efecto de este cambio sobre el clima puede ser muy radical.”

— Bert Bolin and Erik Eriksson, Changes in the Carbon Dioxide Content of the Atmosphere and Sea Due to Fossil Fuel Combustion, 1958

 

Tan sólo siete años después ya había poca duda de la veracidad de estas afirmaciones y sobre todo de la gravedad de las consecuencias. En un reporte ambiental llevado a cabo por un comité especializado de la Casa Blanca, se lee:

“A través de la industrialización global, la humanidad está llevando a cabo un inconsciente experimento geofísico... Y esto modificará el balance térmico de la atmósfera a tal grado que pueden ocurrir cambios climáticos que no sean controlables con esfuerzos locales ni nacionales... El hielo antártico se derretirá, los niveles del mar subirán y su agua se acidificará, y las temperaturas se elevarán tanto en el mar como en los continentes.”

— Environmental Pollution Panel of President’s Advisory Committee, Restoring the Quality of Our Environment, 1965

 

Con todo este cuerpo de conocimiento a lo largo del último siglo y con los mismos resultados que fueron predichos, muchos se preguntan por qué no se ha hecho ni se hace más para atender este problema.

La respuesta es dolorosamente simple y nos la dio Carl Sagan en 1997:

“Hay una gran resistencia, parte de la cual viene del hecho de que se requieren grandes cantidades de dinero por parte del gobierno y la industria. Y por esta razón, cada vez veremos más intentos para desacreditar el fenómeno del calentamiento global.”

— Carl Sagan, “Ambush: The warming of the worldin Billions and Billions, 1997

 

miércoles, 19 de julio de 2023

La velada bohemia de Rayuela

 

“Del lado de allá” es la primera parte de Rayuela, que transcurre en París. Ahí, el protagonista Horacio Oliveira tiene un pequeño círculo de amigos: su novia la Maga, Ronald y Babs, Etienne, Wong, Perico, Ossip Gregorovius y Guy Monod. Esta banda de bohemios forman el “Club de la Serpiente”, que se reúne cada semana para emborracharse, discutir de arte,  y escuchar blues y jazz de los 20s y 30s.

En los capítulos 10 al 18 (junto con otros dos capítulos intermedios, el 65 y el 106, de acuerdo al juego del libro), transcurre una legendaria reunión en donde el grupo se pone ciego de vodka, lloran, hablan de Mondrian, recuerdan la adolescencia de la Maga en Montevideo, ven fotos de una ejecución china. Todo esto con un fondo de clásicos de blues/jazz que el anfitrión de la casa va poniendo uno tras otro, mientras Oliveira en su mente (borracha) va considerando problemas filosóficos y tanto él como el narrador van ofreciendo imágenes y sensaciones con cada pieza musical.

Aquí están todas las canciones de esa famosa velada, acompañadas de algunas de las disquisiciones que pasan por la mente del protagonista:

 

"Sus dos nadas que en una noche futura de París se batían guitarra contra corneta, gin contra mala suerte, el jazz."

 Bix Beiderbecke y Eddie Lang, I’m coming, Virginia:



Dixieland Jazz Band, Jazz me blues:


 

"Trombones a la orilla del río, blues arrastrándose a las cuatro de la mañana"

  Lester Young, Four O’Clock Drag:



"El vibráfono tanteaba el aire, iniciando escaleras equívocas, dejando un peldaño en blanco saltaba cinco de una vez y reaparecía en lo más alto, se soltaba y caía rodando entre vidrios, giraba en la punta de un pie, constelaciones instantáneas, cinco estrellas, tres estrellas, diez estrellas, las iba apagando con la punta del escarpín, se hamacaba con una sombrilla japonesa girando vertiginosamente en la mano."

 Lionel Hampton, Save it pretty mama:


Después de esta pieza, Oliveira menciona que Dizzy Gillespie está tocando y que no quiere escucharlo más, pero no menciona la canción. Luego continúa:

"Algo empezó a moverse en lo hondo como capas y capas de algodones entre la voz y los oídos, Bessie cantando con la cara vendada, metida en un canasto de ropa sucia, y la voz salía cada vez más ahogada, pegándose a los trapos salía y clamaba sin cólera ni limosna, se replegaba a la espera, una voz de esquina y de casa atestada de abuelas."

Bessie Smith, Empty Bed Blues:


Las siguientes dos canciones no las comenta, sino que simplemente se pone a canturrear parte de sus letras (capítulo 106):

Johnnie Temple, Between Mignight and Dawn:


Merline Johnson (the Yas Yas Girl), Bad Whiskey Blues


"Después la llamarada de la trompeta, el falo amarillo rompiendo el aire y gozando con avances y retrocesos y hacia el final tres notas ascendentes, hipnóticamente de oro puro, una perfecta pausa donde todo el swing del mundo palpitaba en un instante intolerable, y entonces la eyaculación de un sobreagudo resbalando y cayendo como un cohete en la noche sexual."

Louis Armstrong (Satchmo), Don’t you play me cheap

Louis Armstrong, Yellow Dog Blues:

 

En este punto, ponen una pieza no nombrada de John Coltrane, que parece no gustar mucho, y siguen entonces con otra que desentona también con el ambiente por ser mucho más ligera:

Sidney Bechet, Meringue d’amour:



Tras ese interludio, vuelven al blues clásico, y Oliveira canturrea algunas letras que le parece que vienen a cuento mientras la Maga relata sus desventuras:


Big Bill Broonzy,  See see rider:

 

Big Bill Broonzy,  Black, Brown and White:



Benny Carter, Blue Interlude:



Champion Jack Dupree, Junker’s Blues:


Johnny Hodges, All of Me:



Jimmy Reed, Roll ‘em Pete


 

Earl Hines, I ain’t got nobody

 

Pero tras ese trance pasivo, el protagonista se pone a pensar de nuevo en cuestiones trascendentes e intrascendentes a medida que la música le parece a ratos melancólica y a ratos exaltada:

"La vida había sido eso, trenes que se iban llevándose y trayéndose a la gente mientras uno se quedaba en la esquina con los pies mojados, oyendo un piano mecánico y carcajadas manoseando las vitrinas amarillentas de la sala donde no siempre se tenía dinero para entrar."

 Jelly Roll Morton, Mamie’s Blues:



Mississippi John Hurt, Stack O’Lee Blues:



"La única música universal del siglo, algo que acercaba a los hombres más y mejor que el esperanto, la Unesco o las aerolíneas, una música bastante primitiva para alcanzar universalidad y bastante buena para hacer su propia historia, con cismas, renuncias y herejías... y el jazz es como un pájaro que migra o emigra o inmigra o transmigra, saltabarreras, burlaaduanas, algo que corre y se difunde."

 

De nuevo menciona a un grupo clásico: Fred Waring and his Pennsylvanians, pero sin decir qué pieza tocan, para después pasar a divagar de nuevo:

 

"Si hubiera sido posible entenderlos, no como símbolos de otra realidad quizá inalcanzable, pero sí como potenciadores (qué lenguaje, qué impudor), como exactamente líneas de fuga para una carrera a la que hubiera tenido que lanzarse en ese momento mismo, despegándose de la piel esquimal que era maravillosamente tibia y casi perfumada y tan esquimal que daba miedo, salir al rellano, bajar, bajar solo, salir a la calle, salir solo, empezar a caminar, caminar solo, hasta la esquina, la esquina sola, el café de Max, Max solo, el farol de la rue de Bellechasse donde... donde solo. Y quizá a partir de ese momento." 

Jelly Roll Morton, Honky Tonk Blues



"De todas esas cosas, para que alguien, de todo eso que estaba ahí, ahincando y mordiendo y sobre todo arrancando no se sabía qué pero arrancando hasta el hueso, de todo eso se saltara a una cigarra de paz, a un grillito de contentamiento, se entrara por una puerta cualquiera a un jardín cualquiera, a un jardín alegórico para los demás, como los mandalas son alegóricos para los demás, y en ese jardín se pudiera cortar una flor y que esa flor fuera la Maga, o Babs, o Wong, pero explicados y explicándolo, restituidos, fuera de sus figuras del Club, devueltos, salidos, asomados, a lo mejor todo eso no era más que una nostalgia del paraíso terrenal, un ideal de pureza, solamente que la pureza venía a ser un producto inevitable de la simplificación, vuela un alfil, vuelan las torres, salta el caballo, caen los peones, y en medio del tablero, inmensos como leones de antracita los reyes quedan flanqueados por lo más limpio y final y puro del ejército, al amanecer se romperán las lanzas fatales, se sabrá la suerte, habrá paz. Pureza como la del coito entre caimanes, no la pureza de oh maría madre mía con los pies sucios; pureza de techo de pizarra con palomas que naturalmente cagan en la cabeza de las señoras frenéticas de cólera y de manojos de rabanitos."

Bessie Smith, Cold in hand Blues:


 

Louis Armstrong, Struttin’ with some barbecue



"El desorden triunfaba y corría por los cuartos con el pelo colgando en mechones astrosos, los ojos de vidrio, las manos llenas de barajas que no casaban, mensajes donde faltaban las firmas y los encabezamientos, y sobre las mesas se enfriaban platos de sopa, el suelo estaba  lleno de pantalones tirados, de manzanas podridas, de vendas manchadas."

Ma Rainey, Jelly Bean Blues



Finalmente, borracho y divagando casi perdido, la velada se cierra y la última canción le da a Oliveira una imagen, una sensación y una razón intelectual para darle pausa a su interminable monólogo interno:


"Un tal pianista con algo de tigre y felpa, un tal pianista triste y gordo, un tipo al piano y la lluvia sobre la claraboya, en fin, literatura."

Oscar Peterson, Oscar’s Blues: