lunes, 15 de junio de 2015

El vals de Matilda


Via Wikipedia

Que no es vals, ni habla de ninguna Matilda y a menos que uno sea australiano, no se le entiende nada. 

Hay canciones que no se les entiende nada porque quien canta tiene un acento demasiado fuerte, como irlandés o australiano; o bien porque son estilo grindcore y el objetivo es sonar como una gárgola a la que le están sacando una muela sin anestesia. 

Pero no, no es por el acento sino por el vocabulario. En 1980 me pasó lo mismo con la canción Down Under, de Men At Work. No fue sino hasta 1991 que me enteré de que en una de las estrofas dice “he just smiled and gave me a vegemite sandwich” y eso fue porque me topé con unos australianos viajando en el mismo compartimiento de tren entre Viena y Salzburgo. Cómo iba yo a saber que vegemite es una mermelada salada y asquerosa que se comen en Australia; en aquellos tiempos no había Google y había que esperar a encontrar una ocasión propicia para enterarse de semejante cosa. Así que por más de una década la canté como “he just smiled and gave me a bit of my sandwich” que no me parecía que tenía demasiado sentido pero en fin. Peores cosas he confundido

El caso es que Waltzing Matilda es una canción a la que no se le entiende, aún si tenemos la letra en la mano y la está cantando Frank Sinatra. Aquí está la canción con la letra:




¿¡?

¿Qué fue eso? ¿Lo escribió Lewis Carroll como la continuación del Jabberwocky? Hay por lo menos siete palabras ahí que son inentendibles y sólo una de ellas no es crucial para la historia. Empezando con la expresión “waltzing Matilda”, que significa “vagabundear”.

¡!

Sí, vagabundear. El título de la canción se puede traducir como “Vagabundeando”. Desde tiempos medievales y hasta entrado el siglo XX, en muchos países de Europa estuvo viva la tradición de los Wanderjahre, ó “Años de Aprendizaje Itinerante”, que era un periodo en el que un aprendiz de algún oficio, tras completar su instrucción, viajaba por otros pueblos e incluso países, aprendiendo y comparando técnicas para finalmente regresar y examinarse como maestro artesano. La expresión alemana auf der Walz (“rodando”) se popularizó para decir que se estaba viajando de esta forma. 

La palabra Walz es parecida a la que indica el tipo de música (Walzer), pero en inglés se adaptó como “waltzing” de la misma forma en que en español de México decimos “chutar” para decir patear un balón de futbol, derivado del inglés shoot

En fin, que los australianos tomaron eso de waltzing y le agregaron lo de Matilda, que es una palabra muy de ellos para referirse a un morral de viaje. Así que Waltzing Matilda se podría hoy decir como “mochileando”. Sólo que en los tiempos en que se compuso la canción (1895) se refería específicamente a trabajadores que andaban errabundeando en busca de trabajo.

Banjo Paterson, el autor, era un nacionalista australiano que compuso la letra al escuchar la música de  “The Craigielee March”, una pieza basada en una canción popular escocesa. Pero la escena que narra es de rebeldía de los colonos pobres ante la arbitrariedad de los terratenientes y de la Corona en general, porque en ese entonces Australia aún era colonia.

Las palabras que usa son muy típicas australianas y éstas son las que son inentendibles:

Swagman: trabajador itinerante.
Billabong: abrevadero ó estanque.
Coolibah: un tipo de árbol australiano.
Billy:  bote para calentar agua.
Jumbuck: oveja.
Tucker bag:  costal.
Squatter: terrateniente.

Así que la historia es esta: un trabajador itinerante está al lado de un estanque calentando una sopa, cuando ve llegar una oveja que de inmediato atrapa y mete en su morral. Entonces llega el terrateniente con tres policías y lo acusan de robo. El hombre sabe que lo meterán a la cárcel y peor, así que dice “vivo no me llevarán” y salta al agua para ahogarse, prefiriendo morir libre. Su fantasma aún puede ser escuchado al pasar por el estanque.

La imagen de preferir la muerte en libertad se hizo tan poderosa que la canción llegó a cantarse antes de batallas y ha sido considerada como “el himno no oficial de Australia”.

Sólo que hay que entender la letra para no pensar que es una alucinación de James Joyce.



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Actualización:
 
incluyo aquí la letra original, más una traducción que me he permitido hacer al español:
 
 


LETRA EN INGLÉS:

Once a jolly swagman camped by a billabong
Under the shade of a coolibah tree,
And he sang as he watched and waited till his billy boiled:
"Who'll come a-waltzing Matilda, with me?"

Chorus:
Waltzing Matilda, waltzing Matilda
You'll come a-waltzing Matilda, with me
And he sang as he watched and waited till his billy boiled:
"You'll come a-waltzing Matilda, with me."

Down came a jumbuck to drink at that billabong.
Up jumped the swagman and grabbed him with glee.
And he sang as he shoved that jumbuck in his tucker bag:
"You'll come a-waltzing Matilda, with me."

(Chorus)

Up rode the squatter, mounted on his thoroughbred.
Down came the troopers, one, two, and three.
"Whose is that jumbuck you've got in your tucker bag?
You'll come a-waltzing Matilda, with me."

(Chorus)

Up jumped the swagman and sprang into the billabong.
"You'll never take me alive!" said he
And his ghost may be heard as you pass by that billabong:
"Who'll come a-waltzing Matilda, with me?"



AL ESPAÑOL (para cantar en la misma métrica):

A la vera de un estanque acampaba un vagabundo
contento en la sombra de una cúliba,
y cantaba al esperar a que hirviera su vasija:
“¿Quién me acompañará a vagabundear?”

Vagabundeando, oh, vagabundeando,
¡Oh, ven conmigo a vagabundear!
Y cantaba al esperar a que hirviera su vasija:
“Ven conmigo y vayamos a pasear.”

Llegó ahí una oveja deseosa de abrevar,
el vagabundo saltó y la apresó.
Y cantaba con gozo al meterla en su talego:
“Tú vienes conmigo a vagabundear.”

Pero vino el hacendado orgulloso en su caballo
y tres custodios venían tras de él.
“¿De quién es esa oveja escondida en tu talego?
Vas a tener que venir a pasear”.

Al agua del estanque saltó el vagabundo
“Vivo ustedes nunca me llevarán!”
Y todavía hoy se escucha su alma en pena,
“¿Quién me acompañará a vagabundear?”




domingo, 14 de junio de 2015

La mejor frase de todas





Para Su Zu

Las películas y series de acción son donde los escritores se dan gusto creando para los héroes las famosas “one-liners”: frases que se dicen en momentos álgidos y que hacen que el protagonista demuestre que es duro, invencible y a veces socarrón.

Frases de estas hay por cientos y muchas de ellas se han hecho justamente famosas, como la de Harry el Sucio (Clint Eastwood) que le dice a un criminal que le apunta con una pistola: “Anda, dame el gusto”. (Go ahead, make my day”, en Sudden Impact, 1983).

Está también la inolvidable “Regresaré”  (I’ll be back) de Schwarzenegger en Terminator 2 (1991), y para mencionar una de las más graciosas, está la del protagonista de They Live (1988), una película en donde el héroe usa unos lentes especiales que le permiten ver cómo los alienígenas rigen el mundo, transmitiendo constantemente frases subliminales como “Obedece”. En una escena climática, llega con un rifle a unas oficinas y anuncia con mucho estilo:

“I’m here to chew bubble gum and kick ass, and I’m all out of bubble gum”.

(Vine a comer chicle y patear traseros, y ya se me acabó el chicle).

El arte de los one-liners es tan popular que de hecho en YouTube se pueden ver colecciones de ellos, ordenadas por frases graciosas, frases duras, frases simplemente memorables y hasta frases de series específicas, ordenadas por temporada.

Pero hay una que es mejor que todas ellas y por supuesto se la voy a decir aquí. La serie es la inglesa Dr. Who y la dice el protagonista, viajero del tiempo y el espacio, en la historia de dos partes “Silence in the Library/Forest of the dead”, (temporada 4, episodios 8-9, 2008). Si el lector no quiere que se la arruine, vaya directamente al Video del Día y vea los capítulos.

---SPOILERS---

El escenario es La Biblioteca, un planeta en el siglo 51, que contiene en sus archivos todo el conocimiento del universo. El Doctor llega aquí con sus amigos pero ven que las salas están desiertas y se dan cuenta de que esto es obra de la temible Vashta Nerada, “la sombra que consume la carne”. Este es un macro-organismo compuesto de infinidad de nano-partículas que en sí mismas son inofensivas, pero al juntarse forman un ente que asemeja a una sombra y que destruye la carne de quien toca. La Vashta Nerada no puede ser detenida, pero al igual que con los vampiros, si se está de pie en la luz, no puede tocarte.

Tras varios descubrimientos y persecuciones, El Doctor y sus compañeros están acorralados en la sala principal, con tan sólo un círculo de luz que los protege, y la Vashta Nerada se acerca a ellos ominosamente tras consumir a una de las colegas que estaba con ellos. No parece haber salida, pero El Doctor exclama:

You just killed someone I like, that is not a safe place to stand! I'm the Doctor, and you're in the biggest library in the Universe. Look me up.”

(¡Acabas de matar a alguien a quien yo quería, y eso es peligroso! Soy El Doctor. Estamos en la biblioteca más grande del universo. Busca quién soy.”)

Ante esto, las sombras se detienen. Pasan unos momentos mientras sus tentáculos que están conectados a los vastos archivos de La Biblioteca buscan. Finalmente, la Vashta Nerada, ese ser inconmensurable y mortal, empieza a retroceder y permite que los protagonistas se vayan.

Si esa no es la mejor frase de la historia para amedrentar a un enemigo, que me digan otra.


---FIN DE SPOILERS---


Y aunque me digan otra. Esta es la mejor de todas.




VIDEO DEL DÍA


He aquí los capítulos a los que me refiero de Dr. Who:





Reductio ad Hitlerum




No bueno. Por favor.

Vivimos en superlativo. Quien no está de acuerdo con mi opinión es directamente un traidor a la patria; cualquier acto de violencia es un genocidio; cualquier fulano es Hitler.

¿Qué palabras usaremos cuando realmente tengamos que describir un genocidio, o a un dictador? En Armenia, en Ruanda y en Kosovo hubo genocidios. Es una palabra infame que describe un acto infame, y que no debe usarse con ligereza. Kim Jong-il fue un dictador, como lo es su hijo Kim Jong-un, en Corea del Norte. Como Stalin. Como Idi Amin. En México no hemos tenido nada ni remotamente aproximándose a esos niveles; Porfirio Díaz fue un dictador más bien benévolo, y si nos apuramos, Plutarco Elías Calles.

Las discusiones a las que nos hemos acostumbrado son cada vez más faltas de marcos de referencia. Son las discusiones virtuales, donde podemos escupir cualquier tontería que seguramente no diríamos frente a un interlocutor físico, que quizá nos podría callar la boca. Pero en internet somos libres como palomas que no saben argumentar, sólo gritar.

Ya en 1990, cuando el internet no existía como lo conocemos sino sólo en la forma de Usenet, una red muy limitada con algunos miles de usuarios, Mike Godwin proclamó su famosa Ley de Godwin, que dice que a medida que avanza cualquier discusión virtual, la probabilidad de que alguien compare a algo con Hitler y los nazis se acerca más y más al 100%.

Y todavía eso no es nada nuevo, sino una extensión de la frase “Reductio ad Hitlerum”, que juega con la falacia clásica del Reductio ad absurdum. La reducción al absurdo es una forma de argumentación donde una premisa se lleva hasta sus últimas conclusiones lógicas, y si vemos que la conclusión es absurda, eso indica que la premisa inicial era equivocada. Esta es una forma de argumentación válida y muy poderosa y se ha usado desde los griegos para resolver problemas lógicos y matemáticos.

La frase “Reductio ad Hitlerum” fue inventada en 1951 —tan sólo seis años después de Hitler— por el filósofo Leo Strauss, para indicar jocosamente una falacia de argumentación: que cuando se acaban las razones válidas en una discusión —acerca de política sobre todo— alguien terminará comparando la cosa que está criticando con las acciones del gobierno nazi, que es la encarnación del mal por excelencia en nuestro imaginario moderno. Por lo menos podemos ver que no es invento mexicano, porque el ser exagerado es bastante humano.
  
Aquí hay otra perla de esas que se exacerban durante época de elecciones:


¡Vendepatriaaaas!

Realmente es muy poco empático, de parte de alguien que tiene la posibilidad de estar conectado al internet todo el tiempo, el emitir semejantes juicios acerca de compatriotas menos afortunados. Es lo mismo que lo de Hitler. Eso de “traidor a la patria” se puede usar y de hecho es válido usarse con ciertos personajes históricos excepcionales. Pero por favor. Una persona de baja extracción social, sin mayor educación y una pobrísima formación cívica,  a la que se le ofrece un tambo de plástico ó un aparato doméstico o cualquier otra cosa, ¿debemos decir que desde su punto de vista, puede remotamente juzgar lo que está haciendo —que es ver por sí misma en un ambiente muy adverso— como “vender su patria”? ¿O que desde cualquier marco de referencia externo a esa persona, sea válido juzgarla así? Es una infamia decir eso.

Seguramente habrá por ahí gente que real, explícitamente no tenga problemas con vender y traicionar a su patria. Pero eso exige cierto nivel de conciencia de sus acciones y sus consecuencias. La gran cantidad de gente que tenemos en nuestro país con una paupérrima formación cívica NO QUIEREN VENDER SU PATRIA. Ni tampoco Hitler tiene nada qué ver con lo que pasa en México, ni de lejos.

Haríamos bien en moderar la retórica y dejar las palabras grandes para las cosas grandes, o nos quedaremos mudos de gritar. Y haríamos mejor en, calladamente, hacer algo si está en nuestro poder, por mejorar el civismo, la conciencia política, el deseo de participación en el bien común. Tenemos a todas las personas a nuestro alrededor para argumentar.

Pero sin reductio ad Hitlerum.