Pedro del Bosque era
un alumno común en el Politécnico hasta el fatídico día en el que, en una
visita guiada a la planta nuclear de Laguna Verde, fue picado por una liendre
radiactiva que le confirió sus… um, poderes. Ahora, Pedro sale por las noches disfrazado
con una máscara y un leotardo sacados del club de teatro de la universidad,
para luchar contra secuestradores, porros y leidis de Polanco como… ¡el Hombre Liendre!
No. No no no no no.
Eso simplemente nunca podría pasar. Cada nación y cada lengua tiene una
visión del mundo que va construyendo con el tiempo, y es obvio que Supermán,
Batman y Wolverine sólo podrían ser estadounidenses. La cosmovisión del hispanohablante
no da para eso. El Zorro y otros ‘Robin
Hoods’, sí. La Liga de la Justicia,
no.
Estados Unidos, como todos los imperios antes que él, tiene una agresiva
megalomanía cultural que se une a su juventud como país y con las revoluciones
tecnológicas de nuestros tiempos, y da una mezcla que tiene como resultado la
creación de sus modernas mitologías: los superhéroes. Desde su fundación como
nación, pasando por su visón extrema de sí mismos como salvadores y líderes del
mundo expresada en la doctrina del Destino Manifiesto y hasta las modernas
declaraciones de Obama reforzando esa idea de la ‘nación indispensable’, su
cultura está hecha de héroes y superhombres, desde los cowboys hasta el Hombre
Araña. Por supuesto, Hollywood da ejemplos de esta cosmovisión cada dos por
tres: en la mitología de EUA (cine y cómics), el héroe rutinariamente salva al
mundo y hasta al universo entero. Desde James Bond hasta Batman, enfrentan
enemigos que tienen siempre un objetivo: conquistar el mundo, como le dice
noche tras noche Cerebro a Pinky.
Para EUA toda batalla es un escenario absoluto del bien contra el mal, porque su propia inquebrantable visión es de ‘líder del mundo libre’, por lo que no pueden imaginar otra cosa que no sea salvar la existencia entera, con la razón absoluta de su parte (como uber-misioneros) y con poderes conferidos por la tecnología o por poderes superiores. Siempre usando estadounidenses o bien proyecciones de ellos (Superman en inglés no decía ‘A luchar por la justicia’ como la versión en español, sino ‘Truth, Justice and the American Way!’).
Esto no podría pasar de ninguna forma con un héroe de otro país, y mucho
menos mexicano. Sería ridículo. Así como El Hombre Liendre de ahí arriba,
cualquier traducción al español de un superhéroe estilo DC ó Marvel, pasaría de
inmediato a ser una farsa. A lo más que hemos llegado para representar a héroes
con superpoderes es a Kalimán (1965)
pero él no es mexicano, sino de un origen misterioso en algún lugar de oriente,
y sus aventuras transcurren en lugares exóticos desde Egipto a Katmandú
luchando contra antiguos hechiceros y otros personajes que desde luego no son
aztecas. Chanoc (1959) es un héroe
pescador de la región maya, pero sin poderes: más bien un aventurero más
cercano a un caballero errante que a Batman. Las películas de luchadores como Santo y Blue Demon Contra las Momias de Guanajuato
(1972) y cosas así, eran más fantasías surrealistas que cosas a tomarse en
serio, y hoy se siguen viendo precisamente por lo estrambótico y descabellado de
sus premisas.
Como dije, los superhéroes mexicanos son más bien farsas o sátiras: la
presentación del Chapulín Colorado es
una vacilada de la presentación clásica de Supermán (‘más rápido que una bala,
más fuerte que una locomotora…’) y sus aventuras son comedias. En la misma
vena, el más reciente CerDotado es un anti-héroe que se mueve entre malandros
ineptos y policías corruptos, y es más bien un vehículo de crítica social.
Claro que cada manifestación cultural - desde
las bellas artes hasta las tiras cómicas - es muy reveladora a su modo y es
interesante ver cómo, mientras todos los héroes de EUA se enfrentan cada semana
contra amenazas globales (por supuesto) nuestros héroes no tienen tiempo para
esos devaneos fantásticos y, como Superbarrio Gómez ó Fray Tormenta (que además
son reales) se abocan a luchar en la clásica y venerable tradición de Robin
Hood.
Fray Tormenta, El Siglo de Torreón |
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Usavich en un juego de palabras en japonés: ‘usagi’ significa ‘conejo’, y la terminación ‘-ich’ es para hacerlo sonar ruso. Como si en español dijéramos ‘Conejinsky’. Esta es una serie animada de 3 temporadas hecha por MTV Japón, que muestra las extrañas aventuras de dos conejos: un mafioso y un ladrón despistado - así como un par de curiosos amigos - al escapar de prisión e ir en busca de unos tenis...
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