jueves, 30 de abril de 2020

Tres décadas, cuatro Transformaciones


El cambio ya no es lo que era antes.
Antes podían pasar muchas generaciones sin que la gente percibiera cambio alguno en el mundo: siglos de estabilidad conceptual. Claro que cada generación siempre ha dicho “en mis tiempos esto no era así” pero los cambios radicales en la vida de la gente eran causados casi siempre por una u otra guerra. Una Transformación del Mundo así con mayúsculas, pasaba muy pero muy de vez en cuando: me refiero a un acontecimiento o descubrimiento que replanteara totalmente la forma de entender la realidad y que causara cambios profundos en la fibra social y el el comportamiento individual. La popularización de la imprenta y el descubrimiento de América fueron dos de estas transformaciones radicales y de hecho pasaron al mismo tiempo, a principios del siglo XVI.
Desde la Revolución Industrial, que fue otra gran transformación, el ritmo se ha acelerado. La cantidad de cosas que hemos hecho y aprendido en los últimos 100 años es apabullante y la velocidad de los cambios no nos termina de permitir adaptarnos a las nuevas realidades. Las dos Guerras Mundiales (1914-1918, 1939-1945) trajeron un profundo reacomodo de poderes en el mundo, que resultó en una realidad bipolar (EEUU-URSS) que duró décadas y fue a a que nos acostumbramos a vivir en el siglo XX.
Pero en los últimos 30 años, el espacio de una sola generación, ha habido tres transformaciones gigantes que nos han replanteado el mundo y estamos viendo la cuarta. Mucha información. Veamos cuáles son estos cambios:
Con la Caída del Muro de Berlín (1991) la tensión bipolar del mundo acabó: “el enemigo perdió, nosotros ganamos” fue el entendimiento en Occidente, y la debacle de la URSS nos llevó a un nuevo mundo unipolar y con un cierto concepto de optimismo, que duró tan sólo una década.
Cuando el mundo se conectó a Internet (1997) pareció un divertimento, pero en las siguientes dos décadas nos dimos cuenta de que no era sólo nuestro nuevo teléfono, sino nuestra nueva forma de entender e interactuar con el mundo. A 23 años de distancia aún no podemos terminar de asimilar todo el peso de lo que significa la migración a la vida virtual.
El ataque del 9-11 (2001) volvió a sumir al mundo en una realidad constante de buenos y malos, y una lucha abstracta contra “el enemigo”; los sentimientos nacionalistas han ido en ascenso desde entonces, así como el desarrollo de la tecnología que prácticamente nos ha llevado a aceptar que la privacidad es un concepto obsoleto.
Finalmente estamos en mitad de la Pandemia de Covid-19; en el 2020, a 30 años de la caída del Muro de Berlín, un meteorito nos cayó en la cabeza y está haciéndonos ver lo mejor y lo peor de la cooperación humana y de los miedos nacionalistas. Temporalmente nos ha impuesto una nueva realidad de aislamiento y mayor inmersión aún en nuestras vidas virtuales: esta emergencia pasará, pero el impacto que dejará en nuestra concepción del mundo aún no terminamos de visualizarlo.
Yo he pasado todas estas transformaciones siendo adulto (en 1991 tenía 21 años) y al pensarlas así, da vértigo. Realmente, así no eran las cosas en “mis tiempos.”

miércoles, 29 de abril de 2020

The e-Octagon


I just found this and I am happy.

If you have a unit circle, you have an area of π square units.
If you inscribe a regular pentagon in the unit circle, and then add triangles in 3 of the circle segments as shown:
The blue area in the resulting octagon will be 2.7144 square units.
This is a good approximation of the value of e, 2.71828.
This symmetrical, irregular octagon is a good visual comparison between π and e.

   

martes, 28 de abril de 2020

2020: La cosa más grande que ha hecho la Humanidad


2020 será recordado tanto como el Año de la Pandemia de Coronavirus, como el momento más grande de la Humanidad hasta este punto de nuestra historia.  
Básicamente, cayó el meteorito y no estábamos preparados como sociedad global.
Ciertas regiones han podido controlar el daño y otras no tan bien, por muchas razones: a algunas les ha favorecido su geografía y demografía, su alejamiento del epicentro que les dio tiempo para prepararse, o medidas que podían tomar en esa región pero que quizá no eran reproducibles en otra por una miríada de razones.
 Nuestra civilización moderna es extraordinariamente compleja y con un nivel de interconexión nunca antes visto; esto le da al mismo tiempo un altísimo potencial de cooperación, pero la hace frágil como nunca a un reto global como el que estamos viendo.
En su popular libro Sapiens, Y. N. Harari propone que fue la cooperación por arriba de cierto umbral numérico, lo que hizo que finalmente pudiésemos hacer frente a retos que antes no podíamos, y que fue lo que al final nos llevó a esto que llamamos civilización.
Pues bien, nunca en nuestra historia, jamás, hemos estado ni siquiera cerca de ver cooperación en la dimensión que estamos contemplando hoy mismo. ¿Las guerras mundiales? ¿La carrera espacial? Ni con mucho:
En este momento, millones de mentes brillantes en todo el planeta han dedicado meses a pensar y actuar y cooperar con sus pares en todos lados, para afrontar un solo problema.
Una lista muy incompleta incluye microbiólogos, epidemiólogos, virólogos, inmunólogos, médicos y enfermeras, matemáticos, ingenieros de computación e inteligencia artificial, estadísticos, especialistas en alimentos, científicos del medio ambiente, químicos, bioquímicos, biólogos moleculares.
Y esos son sólo quienes están relacionados con el estudio del problema directamente. Hay una lista mucho más larga de especialistas en salud y política pública, divulgadores, expertos en logística, economistas, ingenieros y un larguísimo etcétera de temas relacionados para contribuir al manejo de este reto. Tenemos desde Bill Gates hablando de vacunas hasta jóvenes ingenieros en Sudáfrica inventando formas de compensar por la falta de válvulas de oxígeno en hospitales.
Pero no acaba ahí, hay otra lista más larga aún de quienes muestran su solidaridad por medio de sus empresas, organizaciones contribuciones y más, para hacer llegar recursos monetarios, insumos médicos o víveres a donde se requieran, para paliar los daños colaterales que causa la crisis de salud. Desde el Banco Interamericano de Desarrollo haciendo propuestas de apoyo a PyMEs en la región, hasta organizaciones vecinales llevando comida al personal médico que tiene que dormir en los hospitales.
Cooperación humana a una escala nunca vista.
Desafortunadamente, en medio de esta cooperación global sin precedente pero aún imperfecta, vemos también que los infaltables nacionalismos se aprovechan del miedo para rescatar ese viejo “ellos contra nosotros” que no podemos terminar de quitarnos de encima.
Momento para la reflexión:
Por un lado, estamos viendo una tragedia de dimensiones globales, pero por el otro estamos viendo un atisbo de todo nuestro potencial cuando colaboramos también de forma global. Escojamos esto en lugar del miedo al otro, porque ese ya lo conocemos desde siempre y no nos ha llevado a nada bueno.
El meteorito cayó. Pues bien, estamos juntos en esto. Este punto azul pálido, como lo llamó Carl Sagan, es nuestro hogar y no tenemos otro. Sigamos tendiendo la mano.