miércoles, 16 de febrero de 2022

No, no todas las maldades son igual de malas

Artículo original en inglés por Vimoh, publicado en su Blog de Stck y compartido en Twitter. Traducido al español con permiso del autor.

El tema se refiere a la India y sus actuales tensiones sociales, pero es perfectamente traducible a otras circunstancias, de modo que he sustituido la palabra “castas” por otras más neutrales.


 

Hay algunas personas son malas personas, ni hablar. Se ríen en tu cara cuando les señalas las atrocidades que un poderoso comete contra alguien, y contestan cosas como “pues ese se lo merecía”. Obviamente, no se puede razonar con ese tipo de gente.

Otras personas tienen cierta cordura y sacuden la cabeza con genuina tristeza cuando escuchan de estas atrocidades y opresión; con estas personas sí se puede hablar. Pero antes de poder tener conversaciones útiles, es necesario superar un obstáculo: su sentido tóxico de las prioridades.

Porque aunque estarían de acuerdo en admitir que la violencia contra una persona indefensa está mal, agregarían que la destrucción de la propiedad pública también está mal. Aunque admitirían que la subversión de las instituciones democráticas está mal, también argumentarían que el lenguaje agresivo usado contra funcionarios de gobierno también está mal. Aunque estarían de acuerdo en que la brutalidad policiaca está mal, dirían que culpar a la policía también está mal. Presentarían contraargumentos para cada punto,  presentando alguna otra cosa y calificarla de “igualmente incorrecta”.

El obstáculo que debe superarse es entonces éste, el de la igualdad de las maldades.

Porque no todas las cosas son igualmente malas. Tanto el robo como el asesinato están mal, pero no son igualmente malas. Escupir en la sala de tu anfitrión y quemar su casa están mal, pero definitivamente no por igual. Es claro que secarse las manos en la cortina está mal, pero no tan mal como bombardear un país.

Sin embargo la gente hace este argumento todo el tiempo. Y este argumento también se hace al decir: ¿Por qué hablas del tema X pero no del tema Y? ¡Estás sesgado, eres parcial! 

Antes de comenzar a hablar con alguien que dice repite la frase de “esto es igualmente equivocado que aquello” cinco veces al día, debemos comprender de dónde proviene su reticencia a decir las cosas como son. En parte, viene de una cultura de culpar a las víctimas y en parte de una cultura centrado en el karma”, que asume que existe un equilibrio moral en el universo.

Lo que hay que explicar a la gente es en esencia dos cosas muy simples:

- Sí, las acciones tienen consecuencias, y no siempre son proporcionales;

- Las personas no siempre son responsables de las cosas malas que les suceden. A menudo, oh sorpresa, es culpa de la persona que hizo la mala acción.   

 

A menudo, cuando alguien quiere mantener el término medio entre dos actos, comete el error de pensar que ese supuesto centro es equidistantes de ambos. Le gusta fingir que su postura está justo en el medio, de modo que lo primero que hay que señalar es que su postura no es en absoluto equidistante y que de hecho, está mucho más cerca de un lado que del otro.

Esto hace que en su mente, estén en un espacio que parece neutral, pero que en realidad no lo es. De hecho, la única diferencia entre su posición y la posición de alguien que es más extremista es simplemente que no quiere ser tachado de extremista. Quiere parecer cuerdo y equilibrado, mientras se aferra a puntos de vista radicales: quiere ser radical sin ser llamado tal. 

Así disfrutan los beneficios de ser parte de una supuesta cultura mayoritaria que los extremistas dicen representar. Por esta razón podemos escuchar declaraciones de estas personas como: “Sí provengo de una familia privilegiada pero no creo en los privilegios”, o bien “No apoyo la violencia contra las minorías, pero no creo que mi ideología tenga la culpa”. O incluso “Un crimen es solo un crimen, no lo hagamos político.

Dicen estas cosas porque no son conscientes de cómo su ideología o filiación afecta su opinión. Dicen estas cosas porque necesitan creer que pueden luchar contra el mal mientras se benefician de un sistema melévolo.

Piénsalo. ¿Cómo justificar un ataque contra manifestantes pacíficos diciendo que estaban cometiendo abusos? ¡Simple! Se equipara el abuso verbal con la violencia física. ¿Cómo justificar los ataques en contra de aquellos que se oponen a un sistema sesgado? ¡Simple! Haz que las objeciones y protestas equivalgan a crimen.

La forma de explicarle a esas personas el error en su razonamiento es: hablando primero del concepto de respuestas proporcionales. Pregúntales si el castigo por escupir en la calle debería ser cadena perpetua. Pregúntales si estarían de acuerdo con que arresten a sus hijos por escribir una publicación en las redes sociales criticando a un funcionario público. 

La siguiente parte es más complicada, e implica desarticular la idea de merecimiento. Una persona puede merecer un castigo por sus acciones, pero no a costa del abuso ni de apelar a la emoción. 

De modo que la idea de que dos cosas equivocadas estén “igualmente equivocadas” es una mentira de la que es fácil convencerse si no tienes nada en juego y si no pierdes nada como resultado de tal centrismo tóxico.

Cuando alguien ha estado usando anteojos ideológicos durante toda su vida, puede ser muy difícil quitárselos. Así que esperar cambios de la noche a la mañana no es realista, pero creo que con intervenciones periódicas y conversaciones mesuradas se puede lograr el cambio.