lunes, 5 de agosto de 2024

Israel y sus voces II: profesores y escritores

 

El hombre puede convertirse en un animal en un abrir y cerrar de ojos, lo único que necesita es permiso.

-- Irene Weiss, sobreviviente del Holocausto

 

Esa idea de que las élites intelectuales son de alguna forma enemigas de la sociedad, se ha usado repetida y tristemente a lo largo de la historia. Célebre durante El Terror tras la Revolución Francesa (“la república no requiere de eruditos”) o en la Revolución Cultural China (“es mejor ser rojo que experto”), sigue teniendo eco en nuestros días. La sociedad judía, con la devoción que tiene por la erudición, tiene una aversión natural a semejante barbarie. Así que es pertinente escuchar a sus profesores en estos momentos, acerca de la grave crisis por la que atraviesa Israel en su guerra contra Palestina, que los lleva a hacer reflexiones graves:

El Prof. Shlomo Sand (Universidad de Tel Aviv), en ¿Dos Gentes para un Estado? (2024), recuerda en su análisis histórico que el sionismo tenía una rama disidente que él llama “sionismo cultural”, que abocaba un estado árabe-judío. A esta corriente pertenecían gente como Hannah Arendt y Martin Buber, y desde muy temprano (1907) defendieron ese caso, recalcando las realidades históricas de la región, rechazando por completo la limpieza étnica y formando cosas como la Alianza para la Paz (Brit Shalom) en 1925. Muchos de esos personajes hoy mismo serían tachados de traidores.

En contraste, Adam Shatz (London Book Review) en su preciso ensayo Israel’s Descent, de donde tomo varias citas para este texto, subraya que el sionismo radical y de tonos religiosos, aunque ha tenido altos y bajos, siempre ha influido en la política de estado, y para mal. Su fanatismo es muy violento y cita por ejemplo al hijo de Ariel Sharon, Gilad, diciendo en 2012 que “hay que aplanar Gaza, toda ella. Miren a los estadounidenses: no se detuvieron en Hiroshima, siguieron con Nagasaki.” Shatz opina que “creer que, en memoria de los que murieron en Auschwitz, hay que condonar las masacres de palestinos para que los judíos se puedan sentir seguros, es una de las grandes perversiones morales de nuestro tiempo.”

El rabino Shaul Magid (Dartmouth College) en su colección de ensayos The Necessity of Exile, (2023) explora la relación entre la identidad judía, el sionismo y el exilio. Toca con claridad temas duros y pregunta cómo es posible que la narrativa de redención y autodeterminación pueda basarse en la desposesión del otro: su crítica se enfoca mucho al uso de la violencia del Estado y respecto al antisemitismo como justificación universal, se pregunta, “¿qué es el antisemitismo en ausencia de opresión, qué quiere decir antisemitismo cuando los judíos se convierten en opresores?”

El periodista Joshua Leifer, en su libro Tablets Shattered (2024) propone que el establishment radical se volvió “particularista... y su retórica agresiva y egoísta”, para ejercer influencia (soft power) que causa una “miopía moral” ante la opresión de los palestinos, buscando anular toda crítica.

Para finalizar:

el profesor judío-estadounidense Paul Shapiro, de la Universidad de Texas, lamenta la destrucción total de la infraestructura educativa de Gaza y rinde un sentido homenaje al Dr. Sufian Tayah, presidente de la Universidad Islámica, que fue asesinado en su hogar, junto con su familia, en un ataque aéreo de Israel en mayo de 2024. Esta solidaridad era de la que hablaban Arendt y Buber hace más de un siglo y que persiste en mucha gente, pero que es aplastada por el estruendo de la violencia.

 

NOTA:

En el recientemente publicado Palestina: Anatomía de un Genocidio (Chile, mayo 2024), más de una docena de autores judíos y palestinos analizan la tragedia de esta guerra y se pronuncian contra lo que llaman “el crimen del silencio”.

 

 

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