miércoles, 26 de enero de 2022

El mejor nombre, la mejor traducción


 

Ya antes he hablado de las muchas dificultades de la traducción en general, y de la dificultad en específico de traducir nombres de personas o personajes, que es un tema fascinante y muy extenso.

Todos los idiomas tienen la flexibilidad de tomar palabras extranjeras y usarlas, ya sea con la forma original, o adaptándolas a los sonidos propios. Entre los idiomas europeos, con los que estamos más familiarizados, podemos ver un montón de adaptaciones y polinizaciones en verbos y sustantivos, lo que es muy común.

La historia de los nombres propios de personas y lugares es muy extensa y un ensayo corto no es lugar para abordarla con propiedad. En general, los idiomas dan “versiones locales” de palabras extranjeras, aproximando el sonido o de plano usando la versión local. En la Antiguedad, todo se “latinizaba” porque el latín era la lingua franca de Europa y alrededores, y esta costumbre siguió en uso hasta bien entrado el s. XVIII. Idiomas imperiales como el inglés y el español siempre han tendido a usar versiones propias como Christopher Columbus y Cristóbal Colón, en lugar de decir el nombre real de Cristoforo Colombo.

Podría pensarse que, en la medida que el idioma original de la palabra es más lejano del propio, tendemos a usar la palabra sin modificación, y esto es cierto en muchos casos en los que los sonidos extranjeros no son demasiado difíciles. Por ejemplo las palabras del japonés: samurai, geisha, sushi, sumo y muchas más, las empleamos igual en todos los idiomas occidentales. De igual forma la palabra digeridoo, un instrumento musical de los aborígenes autralianos, o palabras del ruso como vodka o perestroika.

 

Pero con el chino la historia es diferente. Algunas cosas se pueden decir más o menos con buena aproximación, como Beijing/Pekín, Mao tse-tung, o kung fu. Pero otras pasaron con adaptaciones un poco más extensas como el carrito de dos ruedas que era jalado por una persona. En chino se llama ren li che (人力车) y los ingleses que no lo podían pronunciar, dijeron rickshaw.

Ahora bien, el tema de los nombres de los personajes de ficción es un mundo en sí mismo. Si del inglés al español tenemos problemas con personajes como Wolverine y Jon Snow, que en España fueron traducidos de manera infame como Lobezno y Jon Nieve, podemos imaginar que los personajes chinos serían peor de problemáticos.

Pues la verdad es que no.

Los personajes de ficción chinos se puedn traducir de dos formas muy sencillas, ya sea simplemente usando el nombre tal cual, o haciendo una traducción literal del significado de su apodo.

Los nombres chinos son tan diferentes de los occidentales que simplemente decir Wu Song, Liu Bei ó Zhuge Liang ya suena lo bastante exótico y funciona perfectamente. En algunos casos, los personajes tienen algún seudónimo o apodo, que traducidos directamente, dan el mismo efecto de exotismo, como El Rey Mono (la inspiración de Goku, el de Dragonball). A veces se puede hacer una combinación entre palabra original y título en español, también con excelente efecto, como El Bonzo Sha y El Cerdo Zhu, que son los compañeros de aventuras del Rey Mono.

De entre todas estas posibilidades magníficas para tener traducciones muy cool, hay una en especial que me encanta, y es una heroína que forma parte de los 108 rebeldes estilo Robin Hood, que protagonizan A la Orilla del Agua, una de las cuatro grandes obras de la literatura china.

 

Hu Sanniang

Hu Sanniang es una joven perteneciente a la nobleza local de la provincia norteña de Shandong; es experta en artes marciales y sus armas son dos espadas largas y un lazo. Cuando su distrito es atacado, ella derrota a tres guerreros uno tras otro antes de finalmente ser capturada. Más tarde se une a la Cofradía de Liangshang, los rebeldes que luchan contra el decadente y corrupto gobierno de su época.

La joven guerrera Hu Sanniang tiene un sobrenombre genial, que es Yi Zhang Qing (一丈青) y significa literalmente “Un Zhang de Azul”, lo cual es a un tiempo poético, heroico y bastante difícil de traducir.

Un zhang () es una medida tradicional de longitud, en uso desde hace tres milenios. Equivale a diez chi (), una medida relacionada con la mano: lo que en español conocemos como “una cuarta” y que se traduce comúnmente como “pie chino”. Originalmente variaba entre 23 y 24 centímetros, pero en la era moderna (s XIX) pasó a medir 30-31 cm. Desde 1984, se ha estandarizado a ser un tercio de metro en China continental, aunque en Hong Kong mide un poco más (37.1 cm) y en Taiwan un poco menos (30.3). Es un relajo, realmente.

El caso es que en el tiempo en que se escribió el cuento de los rebeldes, un zhang era aproximadamente 230 centímetros: o sea que es una referencia a las dos espadas largas de Hu Sanniang, de 120 centímetros cada una.

 

¿Y lo de Azul?

Pues decir “azul” en ese contexto, es metonimia de “espada”, así como podemos decir “veinte velas salieron a la mar”, para decir “veinte barcos”. Más específicamente, es metonimia del metal de la espada, que poéticamente se asociaba con un brillo azulado.

En 1980, Sidney Shapiro hizo una hermosa traducción que tituló Water Margin, y la solución que encontró para el seudónimo de Hu Sanniang es simplemente fantástica:

  Ten Feet of Steel

 

No he visto cómo la han traducido en las versiones españolas, pero esta opción me parece que suena igual de contundente y a la vez con esa pátina de antiguedad que requiere el nombre:

  Diez Cuartas de Acero

 

  

VER MÁS

Dé un paseo por una serie de traducciones ridículas,  vea esta historia de cuando nos ponemos domingueros para decir las cosas, o lea una anécdota de confusiones mortificantes entre gente que habla el mismo idioma.


 

1 comentario:

  1. Excelente artículo.

    Y todo "es un relajo"

    Indudablemente, una maravillosa cultura.

    Gracias por compartir.
    Saludos desde estos lares.

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