lunes, 19 de abril de 2021

¡No sabíamos! ¡Fuimos engañados!

 

Un régimen criminal no es construido por criminales, sino por entusiastas que creen haber descubierto el único camino al paraíso.

Esos entusiastas defendieron ese camino con tanto celo, que al hacerlo se vieron obligados a ejecutar a muchos de sus compatriotas. Más tarde, se vio con claridad que no había paraíso alguno, y que esos entusiastas eran de hecho asesinos.

Entonces todos empezaron a gritarles: “¡Ustedes son responsables de nuestro infortunio, de la pérdida de nuestra libertad, de los crímenes!”

Pero los acusados respondieron: “¡No sabíamos! ¡Fuimos engañados! ¡Nosotros éramos creyentes verdaderos! ¡En nuestros corazones, somos inocentes!”

Al final, la disputa se centró en una sola pregunta: ¿en realidad no sabían, o solamente fingieron?

Tomas siguió de cerca esta disputa y su opinión era que, aunque había quienes no ignoraban el horror, probablemente la mayoría de los entusiastas no lo habían conocido.

Pero se decía a sí mismo: el saber o no saber no es el problema principal; el problema es si un hombre es inocente por el hecho de no saber. ¿Un tonto sentado en un trono tiene menos responsabilidad por el solo hecho de ser un tonto?

Concedamos, por ejemplo, que un fiscal checoslovaco en los años 50s, al pedir condena para un prisionero, fuese engañado por la policía secreta rusa y por su propio gobierno. Pero hoy, que todos sabemos que esas acusaciones eran absurdas y que el acusado era inocente, ¿cómo puede ese fiscal defender su pureza de corazón, rasgar sus vestiduras y gritar “Mi conciencia está tranquila, yo no sabía, yo era un creyente”? ¿No es este no sabía la raíz de la culpa que se rehúsa a aceptar?

De esta forma Tomas hizo la conexión con la historia de Edipo. Edipo no sabía de sus crímenes, pero al darse cuenta de ellos, no se sintió inocente. Al no poder soportar la vista de los horrores causados por su no saber, se sacó los ojos y se fue a vagar ciego por Tebas.

Cuando Tomas escuchaba a esos antiguos entusiastas gritar y defender su propia pureza, decía para sí, “Como resultado de que no sabías, este país perdió su libertad, quizá por siglos, ¿y tú vociferas que no sientes culpa? ¿Cómo puedes soportar la visión de lo que has hecho? ¿Cómo no te horrorizas? ¿No tienes ojos para ver? ¡Si tuvieras ojos, te los sacarías y te irías a vagar ciego por Tebas!”

 

 

 Milan Kundera

La Insoportable Levedad del Ser, parte 5, capítulo 2

  

No hay comentarios:

Publicar un comentario