domingo, 24 de marzo de 2019

El vino de la amistad


China tiene una larga y venerable historia de producción de vino; de hecho tiene una de las más longevas tradiciones, pues se dice que ya desde las épocas del mítico rey Shen Nong () —el inventor de la agricultura y de la herbolaria— el vino era parte de los alimentos básicos. En las leyendas chinas se menciona a Du Kang (杜康) como el iniciador de la práctica de hacer vino, del que se convirtió luego en deidad tutelar. Los historiadores dicen que es probable que en la remota Dinastía Xia (c. 2100 - c. 1600 a.C.) ya se conocían las técnicas de fermentación, y los registros más antiguos indican que ya en esas fechas se hacían vinos a partir de arroz y de sorgo. Se dice que el legendario rey Yu (大禹) de la Dinastía Xia rehusó tomar vino por temor a ‘perder la razón y lastimar a su pueblo’ debido a su sabor tan agradable y su potente efecto.

Para el periodo de Primavera y Otoño (770-476 a.C.), la producción de vino —tanto fermentado como destilado— era ya muy popular, y con el tiempo el vino que llegó a ser el más apreciado fue el fermentado de arroz, llamado Vino Amarillo (黄酒, huáng jiǔ). Y de las regiones que se hicieron más famosas por este vino, destaca la ciudad sureña de Shaoxing (绍兴), en la provincia de Zhejiang, que por supuesto tiene historias y leyendas asociadas con su producto más famoso:

Cuando nacía una niña en esta ciudad, sus padres hacían varias jarras de vino, que eran tapadas cuidadosamente, selladas con barro y enterradas en el jardín familiar, para ser destapadas años después en la ceremonia nupcial de la hija. Este vino en especial llegó a conocerse como ‘Vino de la Hija’ (女儿红 , nǚ'ér hóng) o literalmente “Hija (Vestida) de Rojo”, que es el color del traje de bodas tradicional. Así se conoce hasta el día de hoy, y es una de las marcas más populares de vino amarillo en China.

Sin embargo, mi leyenda favorita es la del “Vino de la Amistad”: también se refiere al vino amarillo de Shaoxing, en este caso durante el mencionado periodo de Primavera y Otoño, cuando la ciudad pertenecía al Estado de Yue (). Existen variaciones sobre esta historia pero la que más me conmueve es esta:

El rey de Yue había perdido su trono en una guerra, y había vivido varios años en el exilio, en compañía de sus tropas más fieles. Después de mucho tiempo, sus soldados, volviendo a jurar su lealtad incluso en medio de tal adversidad, le convencieron de regresar a la capital de Yue a recobrar su trono o morir intentándolo. Conmovido, el rey emprendió el camino con sus famélicas tropas, y cuando pasaron por la ciudad de Shaoxing, la gente salió a recibirlos. Impresionados por la voluntad del rey y de sus hombres, pero demasiado pobres para hacerles un regalo adecuado, desenterraron su mejor jarra de vino y la ofrecieron al soberano. Éste, no queriendo tomar para sí lo que por derecho debía ser de todos sus hombres, se acercó al río y, vertiendo el vino en él, dijo, “¡Que todos ustedes participen de este vino!” Así, todos los soldados tomaron un sorbo de agua mezclada con vino. Este acto levantó de tal manera la moral de las tropas, que al llegar a la capital la tomaron en pocos días, y el soberano fue reinstalado en su trono. Desde entonces, cuando los monarcas de Yue salían en una expedición militar, realizaban sin falta este gesto de compartir el vino en el río.

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