jueves, 27 de junio de 2024

Network: la profecía

 


Sidney Lumet es uno de los grandes directores de cine, con una carrera larguísima llena de absolutas maravillas como 12 Angry Men (1957), Dog Day Afternoon (1975) y The Verdict (1982).

Network (1976) es una obra maestra de crítica social que además ha sido calificada de profética, por la manera en la que aborda el tema del poder de los medios masivos, específicamente las televisoras. Les resumo aquí la historia y sus mejores citas:

Howard Beale es un presentador de noticias cuya carrera está en declive y es despedido, dándole dos semanas para que se prepare. Con el shock, en uno de sus programas decide anunciar al aire que se va a suicidar, además usando lenguaje inapropiado, como la palabra bullshit, y diciendo que en toda su carrera no ha hecho más que decir mentiras. Esto por supuesto causa conmoción, enojo y peleas entre los ejecutivos, pero una productora con ojo de halcón y cinismo sin límite (Faye Dunaway) les dice que se dejen de tonterías, que el rating del programa se disparó y que no sólo no hay que despedirlo, sino darle un programa exclusivo para que Howard se ponga a decir cuanta barrabasada se le pase por la cabeza.

Claro que no se ven muy convencidos, pero los ratings son los ratings y le dan la oportunidad. Ella tenía razón: el show es un hitazo con popularidad sin precedentes, y eso que Howard se la pasa diciendo cosas que podrían parecer extremadamente preocupantes para los dueños: mezcla de verdades y locuras, se la pasa acusando a su propia televisora y a los medios en general, de que no son más que generadores de mentiras idiotizantes.

En su primer discurso memorable, dice:

No hace falta que les diga que las cosas están mal, es una depresión... devaluación, bancos quebrando, punks en la calle, aire contaminado, mala comida, violencia...  Estamos volviéndonos locos, así que ya no salimos. Nos sentamos en la casa y poco a poco el mundo en el que vivimos se hace más pequeño y decimos: Por favor, al menos déjennos en paz en nuestras salas, con nuestra tostadora y nuestra televisión.”

Después de decir eso inventa una frase muy famosa, dice: “¡Quiero que se enojen, que lo griten por las ventanas!” Y miles de personas por toso el país de hecho se asuman a la ventana y empiezan a gritar “I’m mad as hell and I’m not going to take it anymore!”

Esto podría parecer muy subversivo y de hecho los ejecutivos siguen nerviosos pero la productora les dice que se relajen y termina teniendo razón: por más cosas que revela acerca de las mentiras de la televisión, no pasa nada serio. La gente grita, sí, pero es sólo una catarsis... y lo que realmente importa es que siguen pegados a la televisión, con ratings por las nubes y desde luego ganancias récord. En otro programa se exalta más aún y dice:

Nunca obtendrán ninguna verdad de nosotros. Te diremos todo lo que quieras escuchar; mentimos como locos... ¡Nuestro productos es ilusiones! Y ustedes se sientan allí, día tras día, noche tras noche, de todas las edades, colores, credos... Somos todo lo que conocen y están empezando a creer las ilusiones que tejemos,  empezando a pensar que la pantalla es la realidad y que sus propias vidas son irreales. ¡Esto es una locura masiva, ustedes son lo real y nosotros somos la ilusión! Apaguen la tele. ¡Apáguenla ahora mismo!

La gente sigue encantada con él y desde luego no la apaga, quieren seguir viendoa este loco diciendo, no importa si verdades o mentiras, sino cosas exaltadas y dichas a todo pulmón.

Hasta un buen día.

En ese día, a Howard se le ocurre decir que hay un trato de compra-venta de la televisora con un grupo de inversionistas árabes, a quienes mucha gente temen por motivos ideológicos y nacionalistas. El trato es secreto y él lo dice al aire. Aquí la cosa se pone seria, porque hay préstamos e inversiones y mucho dinero de por medio, mucho más de lo que genera o pierde su programa.

Así que el buen Howard es invitado a platicar en privado a la oficina de Arthur Jensen, nada menos que el presidente de la televisora. Y ahí tenemos el discurso más memorable de la película. Jensen le dice a Howard que se siente y escuche, y en el tono más exaltado de vendedor experto, le dice:

¡Usted, señor Beale, ha desafiado a las fuerzas primales de la Naturaleza, y no lo permitiré! ¿Cree que simplemente ha detenido un negocio? ¡Ese no es el punto! ¡Aquí el punto son las Fuerzas de la Naturaleza: flujo y reflujo, marea, gravedad! ¡Usted es un viejo que piensa en términos de naciones e ideologías! ¡No hay pueblos! No hay rusos, no hay terceros mundos, no hay Occidente: sólo hay un sistema gigante de petrodólares, marcos, rublos, libras, shekels. Ese es el que determina la totalidad de la vida en este planeta, ese es el orden natural de las cosas, y usted se ha entrometido con esas fuerzas... ¿De qué cree que hablan los rusos en sus consejos de estado, de Karl Marx? Sacan sus gráficos y teorías de decisión estadística y calculan las probabilidades de costo-beneficio, tal como lo hacemos nosotros... Nuestros hijos vivirán para ver un mundo perfecto sin guerra ni hambruna, un holding por quien todos los hombres trabajarán y tendrán una parte de las acciones, con sus necesidades cubiertas, sus ansiedades calmadas, su aburrimiento aliviado con diversiones.

El pobre Howard está completamente aturdido y al final Jensen le dice, “le he elegido a usted, Sr. Beale, para predicar este evangelio”, o sea el evangelio de permitir que sigan los negocios sin interrupciones ni contratiempos. Howard atina a preguntar ”¿Por qué yo? a lo que Arthur Jensen replica, “Porque estás en la televisión, tonto.

Howard continúa en su programa aunque es cada vez más errático y la televisora empieza a tener pérdidas, pero Mr. Jensen insiste en mantenerlo al aire. Sus diatribas acerca de la Verdad, la Mentira y todo eso son inocuas... mientras no se meta con Las Fuerzas de la Naturaleza.

 

Hay cosas que nos parecen proféticas pero en realidad son observaciones de características humanas que permanecen a través de los siglos, y que simplemente volvemos a reconocer con un vestido nuevo cada vez que tenemos una nueva tecnología.

 

 

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