viernes, 21 de junio de 2024

El Gato de Schrodinger y el Asno de Buridan

 

Via Wikipedia y ElvinDantes

La historia de los experimentos mentales es muy rica y muy variada, y se ha usado para demostrar o explorar temas profundos tanto en las ciencias duras como en la filosofía y la sicología.

Hay algunos experimentos que se han hecho tan famosos que han pasado a la cultura popular, como el de Los Monos y las Máquinas de Escribir, que alguna vez podrán producir Hamlet; o el Demonio Malicioso de Descartes, que ilustra el escepticismo ante una realidad que percibimos pero que podría ser manipulada.

Pues bien, entre todos estos experimentos, hay dos que incluyen animalitos y que se han vuelto muy famosos pero cuyos autores intentaban presentar un punto muy distinto a como se conocen hoy:

 

El Gato

El Gato de Schrodinger es con mucho el más famoso, y es prácticamente un meme: le ponemos a algo el sufijo “de Schrodinger” para referirnos a situaciones ambiguas o a alguna noticia que se da con datos incompletos.

El experimento es un gato en una caja, con una botella de veneno y un material radiactivo que puede activar un martillo que romperá la botella. El experimento dice que mientras no abramos la caja, el gato “está al mismo tiempo vivo y muerto” y que sólo la observación directa puede despejar la duda.

La mayoría de la gente cree que don Erwin hizo ese experimento para ilustrar ciertas características poco intuitivas del mundo subatómico, en donde las partículas existen en una especie de “superposición” de estados distintos. Pero esto es falso: Schrodinger inventó el experimento para demostrar lo ridículo de la teoría, que a él no le gustaba.

El caso es así: en aquellos tiempos de los inicios de la Mecánica Cuántica, las observaciones presentaban un montón de resultados aparentemente paradójicos: entes que pueden ser ondas o partículas, pares de cosas que pueden correlacionarse y “saber” qué hace la otra aún estando lejos, entes que no tienen una existencia precisa sino sólo una probabilidad de posibles existencias, y muchas barbaridades más.

Niels Bohr y a Werner Heisenberg estaban del lado de aceptar que “Dios juega a los dados” como dice la famosa frase, pero Einstein y Schrodinger se resistían, y no ayudaba que ambos bandos de repente quisieran extraer consecuencias filosóficas de las sorprendentes observaciones experimentales.

En este debate, Schrodinger imaginó a su gato para dar un ejemplo entendible en el mundo cotidiano, diciendo que la propuesta de las superposiciones de las partículas subatómicas era como querer imaginar a un gato “vivo y muerto a la vez”. O sea que su gato era una crítica, no una ilustración didáctica.

Por supuesto, el error es pensar que un ente macro, como un gato, pueda comportarse como las partículas subatómicas: la mecánica cuántica aplica a éstas últimas, no a cosas tan grandes que tienen propiedades emergentes.

En fin, que el pobre gato ha pasado de ser una crítica a una famosísima imagen de situaciones que son ambiguas, contradictorias, o de las que aún no sabemos cómo van a resolverse.

 

El Burro

Menos famoso, el Burro de Jean Buridan (s. XIV) es un experimento que critica ciertas concepciones del libre albedrío que se tenían en esa época.

El burro está igualmente hambriento y sediento y está justo a la mitad entre un montón de heno y un cubo de agua: como su decisión es estrictamente racional, no puede decidir entre dos cosas exactamente igual de deseables, por lo que muere de hambre y de sed.

Este problema había sido planteado antes por Al-Ghazali (s. XII) pero fue Buridan quien le dio el nombre que conocemos hoy. En ambos casos, son críticas al concepto de determinismo moral y proponen que ante opciones iguales, el libre albedrío es la fuerza que puede romper esa situación estática y decidir. Entonces, esa suposición inicial de “ser estrictamente racional” pasa de hecho a ser irracional, pues causa parálisis y daño.

El burrito se usa en tiempos modernos para exploraciones filosóficas menos profundas, y con frecuencia aparece en seminarios motivacionales como una imagen del miedo a tomar decisiones.

 

 

Sea como fuere, tanto el Gato como el Burro han protagonizado dos interesante experimentos mentales que han pasado a la posteridad.

 

 

 

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