domingo, 24 de octubre de 2021

R, la esquizofrénica

 

En inglés la gente está muy acostumbrada a deletrear porque su sistema de ortografía es una verdadera pesadilla; en español estamos mucho menos acostumbrados a hacer eso. Cuando alguien nos pregunta por alguna palabra, simplemente decimos “con C”, ó “con Z”, o incluso “así como suena”.  Pero “como suena” no es tan obvio para alguien que apenas empieza a estudiar el español. Ya vimos la C y la G que cambian de sonido, pero siguiendo ciertas reglas. Ahora veamos a la letra más estrambótica, porque no debería de ser una letra sino dos: la R.

Primero que nada, recordemos que los lenguajes naturales tanto hablados como escritos, no son cosa sagrada ni nada de eso: son gruñidos cavernícolas que usamos para comunicarnos, y que con el tiempo se han ido sofisticando. A esa sofisticación le hemos puesto reglas, que en esencia es estructurar cosas que son originalmente arbitrarias, y que van cambiando a medida que vamos viendo formas más fáciles o más útiles de hablar y de escribir. Cada lenguaje resuelve las cosas a su manera: hay quienes no conjugan o lo hacen de forma muy simple (inglés, chino) y otros que nos complicamos la vida (lenguas romances y germánicas); otros que deciden que a todas las cosas del mundo tenemos que asignarle género, y otros que no.

Ahora bien: cada nación ha partido de cierto conjunto de gruñidos básicos, que con el tiempo van evolucionando. Cuando dos tribus con el mismo origen se separan, la manera en que van hablando diverge también, así que el idioma va cambiando con el tiempo y con la separación. Cuando somos de una tribu que nos topamos con otra cercana (digamos los hispanohablantes) podemos fácilmente reproducir sus variantes de pronunciación, pero cuando vemos a una muy lejana (i.e. chinos) batallamos mucho para decir ciertos sonidos o combinaciones que nos son poco naturales.

Además de todo esto, la forma en que hemos escogido grafos para representar sonidos es otra cosa totalmente aleatoria, y además hemos tomado decisiones de que un mismo símbolo represente uno, dos o más sonidos. Esto ha pasado de forma más o menos caótica tanto por la evolución natural como por la mezcla con otros idiomas y sistemas, y tenemos al final reglas de otrografía un tanto extrañas.

El español es de hecho un idioma con una ortografía muy consistente pero no exenta de este tipo de casos, así que veamos la letra más loca: la R.

Por razones históricas, la R en español terminó representando dos sonidos muy diferentes entre sí: la R suave o “ere” como en “caro”, y la R fuerte o “erre”, como en “carro”.

 

¿Cómo que son muy diferentes?

¡Sí son, y deberían de ser dos letras!

Otros idiomas tienen un solo sonido R, y si tienen dos, los representan distinto. En inglés, por ejemplo, la TT original de Inglaterra evolucionó en EEUU al sonido “ere”, pero se sigue escribiendo TT: si vemos la palabra “petty”, se pronuncia “péri”. Cuando usan la R en palabras como red, es una R en la misma posición que la R fuerte del español, pero sin vibrar.

¡Ajá!

La R inglesa y la R (erre) española se parecen mucho: la lengua está en la misma posición en el paladar, sólo que la R española vibra. Además, ambas pueden mantenerse como un sonido constante.

La R suave (ere) se parece más a la T: la lengua está posicionada más adelante y lo que hace es un golpe hacia arriba aunque en la ere la lengua se curva. Ninguna de las dos puede mantenerse como sonido constante.

Así que, ¿por qué la ERE, un sonido que se parece más a la T que a la R, se escribe “R”?

¡Pues por convención! En tiempos más antiguos se juzgó que se parecía más a la R pero con el tiempo el uso lo ha hecho más distinta. Hay más casos así, y le pediré a mi amable lector que coloque su boca en distintas posturas y lo compruebe:

La Y de “ya” y la Ñ son sonidos que se producen casi en la misma posición (una con aire y la otra con vibración), y sin embargo usamos letras completamente distintas, mientras que Ñ y N son símbolos casi hermanos, pero representan sonidos mucho más alejados entre sí.

Otra pariente sonora: la “ere” se parece mucho más a L que a RR. De hecho, gente como los chinos, que no la tienen, la sustituyen por L (“honolable caballelo”) porque les suena muy cercana. Para la RR no hay manera: a menos que la practiquen mucho, usan combinaciones de su propia R (que es como la inglesa) con Y, por el doblez de la lengua que hay que hacer. Por su parte los japoneses que tienen el sonido ERE pero no ELE, también sustituyen uno por otro: "miruku" para decir la palabra inglesa "milk".

El sonido (correcto) de la V se parece más a la F que a la B, pero de nuevo, tanto los sonidos como los usos ortográficos han ido cambiando con el tiempo. Así que tenemos evolución y convenciones de clasificación que han puesto a la ERE con la ERRE en un mismo símbolo, aunque sus sonidos sean bien distintos.

 

¿Y las reglas?

Pues lo bueno es que sí que tenemos reglas para ambos sonidos; la más fácil es que si va al principio o al final, el sonido sólo puede ser ERRE, nunca ERE:

Un ratón es un roedor.

Pero cuando va en medio de la palabra, ambos sonidos pueden aparecer. Si es entre dos vocales, lo que hacemos es usar la convención de la “RR” para diferenciar uno de otro:

¡Qué caras amarras!

Veré un herrero.

Viridiana come birria.

Un moro con mucho morro.

Tururú, cantaba Urrutia.

 

Esos ejemplos son entre dos vocales iguales, pero ninguna combinación se salva:

Carolina me arroba.

¡Espera la guerra!

Mira la mirra.

Dora tiene porra.

El cura ve la urraca.

 

Si la encontramos entre una vocal y cualquier consonante, se escribe R pero el sonido siempre es ERRE, incluso en palabras no españolas:

Árbol / Arco / Archienemigo / Arde / Corfú / Argentina / Tarja / Arlequín / Armadura /Árnica / Serpiente / Arquitecto / Corsario / Cartón / Larva / Arwin / Xerxes / Cierzo

 

Pero si es al revés, o sea después de una consonante, también se escribe R pero el sonido es ERE:

Brezo, Briago, Abril / Crinolina / Ajedrez / Fruncir / Gracia / Kratos / Entrecejo / Apresurar / Trino

 

Aquí hay menos ejemplos (o sea combinaciones con menos letras) por dos razones:

Con la Q no, porque para ese sonido se usan la C ó la K. Con la V no porque esa combinación no es española aunque sí la usamos en palabras extranjeras (Louvre, Chevrolet); mismo caso con la W (Wrangler). Con la Y no porque se usa la I, a menos que se haga una excepción estilística en un nombre propio (Yrina).

Con la J, L, M, N, S y Z no, porque esas combinaciones de sonidos no son naturales en el español, aunque las podemos decir en palabras extranjeras, como Sri Lanka o Amristar.

 

Pero...

Hay excepciones, porque sí se puede pronunciar la ERRE después de una consonante, en específico con L, N, S, X y Z:

Alrevesado

Enrevesado

Israel  

Exrector

Azrael

 

Wow. ¿Qué hacemos?

Pues nada, como en cualquier idioma: aprender las reglas y luego las excepciones. De la misma forma que mencioné para la C y la G, podemos tener escenarios curiosos donde aparecen los dos sonidos pero escritos con un solo signo:

La rara rémora reiría si la rondara el ruletero.

 

Mi solución para la RAE y para toda la Hispandad:

Usar la Я para el sonido de la ERE:

La raяa rémoяa reiяía si la rondaяa el ruleteяo.

 

¡Claяo que sí, camaяada!

  

   

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