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Los "chistes de nacionalidades" siempre me han parecido muy graciosos.
Pero toman sentido en especial cuando uno tiene oportunidad de viajar y
constatar cómo los estereotipos que uno va haciendo, son una extraña mezcla de
“ciertos pero no” que permea a todo lo humano.
Y no me refiero a los chistes sencillos de “iban un ruso, un gringo y un
mexicano”, que casi todo mundo tiene, y que tratan más bien de odiar a algún
vecino engorroso y poner al propio país como el que siempre gana sin más
recurso que su astucia. No, me refiero a esos otros chistes mucho menos
comunes, en los que se describe un montón de estereotipos-verdades por medio de
una premisa simple.
Aquí van los mejores tres que conozco, y aunque en dos de ellos el
corolario es de un mexicano, creo que muchos países latinos fácilmente podrían
hacer la sustitución:
1. EL INFIERNO.
En el infierno el gobierno es griego, el idioma es vasco y la música es japonesa.
En el infierno, el policía es alemán, el juez es ruso y el carcelero es
chino.
En el restaurante del infierno, el cocinero es inglés, la higiene es india,
el mesero es francés y los precios son italianos.
2. UN TRABAJO SOBRE EL ELEFANTE
En la Comisión de Entendimiento Internacional de la ONU, decidieron
hacer una dinámica para que los diferentes países se entendieran mejor unos a
otros. De modo que decidieron escoger un tema neutral y encargar la creación de
un libro a cada país, con el enfoque que cada quien deseara darle. Luego se
juntarían todos los libros y se traducirían para repartirlos, de modo que cada
quien pudiera observar cómo cada nación enfoca el mismo tema de manera muy
particular. Todos estuvieron de acuerdo.
El tema escogido fue: el Elefante.
Llegada la fecha convenida, la Comisión pidió que cada delegado pasara
al podio a presentar la obra de su país.
El Alemán llegó muy serio con una estantería de libros perfectamente
empastados, que presentó como: “Introducción al Estudio de la Fenomenología
Taxonómica y Morfológica de la Piel del Elefante”, en 30 tomos, más apéndices.
Todos quedaron admirados, y preguntaron si había versión en CD.
Luego pasó el Ruso, medio mal encarado, y presentó un libro medio
destartalado de 200 páginas en papel revolución y pastas blancas, con el
título: “El Elefante en las Luchas Sociales”.
La Comisión aplaudió cortésmente.
A continuación llegó el Francés, con un libro pequeño, con exquisitas
pastas de cuero suave y unas letras impresas en hoja de oro, que presentó con
un sonrisa y un guiño del ojo, “Les histoires d'amour secrètes d'un éléphant”.
Todo mundo encargó discretamente una copia.
Cuando llegó el Italiano, llevaba un hermoso libro (hecho a mano por
supuesto) con pastas gruesas y que se llamaba “Referencias al Elefante en la
Ópera”, con el subtítulo “Italia como precursora de la imagen clásica del
Elefante.”
Los presentes entornaron los ojos pero de todas formas aplaudieron.
Cuando invitaron al representante Chino, llegó muy contento con su
libro, de pastas rojas brillantes, con algunos cascabeles dorados colgando del
lomo y con una curiosa imagen pintada en la portada, que la gente no alcanzaba
a reconocer. Como el título estaba en chino, el delegado tradujo, “Esto No Es
Un Elefante, Pero Funciona Igual y es Más Barato.”
Algunos delegados abordaron al representante chino más tarde para
colocar pedidos.
Luego tocó el turno al Estadounidense, que primero presentó un
impresionante espectáculo musical con Beyoncé y con Justin Timberlake, y cuando
llegó al podio (después de lanzarse desde el techo en bungee), presentó
sonriendo de oreja a oreja: “La Dieta y los Aerobics del Elefante”, un pequeño
folleto acompañado de 3 CDs y un website listo para funcionar.
Se vio a algunos asistentes sacar sus smartphones y hacer algunas
búsquedas rápidas.
Finalmente, el maestro de ceremonias llamó al delegado Mexicano al podio
para que presentara su obra. El mexicano, que estaba engargolando unas hojas
llenas de garabatos y borrones, gritó desde su asiento,
“¡Ya voy, ya voy! ¿Chin…, por qué no avisan que era para hoy?”
3. EL BARCO QUE NAUFRAGÓ
Un lujoso barco estilo Titanic estaba haciendo una travesía por el mar,
y al igual que el Titanic, chocó con un iceberg y empezó a hundirse. El pánico
se desató pero el Capitán, sereno y confiado, dirigía los esfuerzos de
salvamento y estaba en el puente de mando contactando a otros barcos en la zona
para efectuar el rescate. Todo parecía estar más o menos bajo control, pero en
eso llegó corriendo el Primer Oficial,
“¡Capitán!”
“¿Han evacuado a los pasajeros?”
“¡Están ya todos en los botes salvavidas! Bueno, casi todos. Hay un
grupo multinacional que son muy amigos y que no se quieren lanzar al bote.”
“¡Demonios! No tengo tiempo para esto, estoy comunicándome con los
barcos de rescate.”
“¡Pero Capitán! Realmente no los puedo convencer.”
Enojado, el Capitán salió corriendo del puente de mando, rumbo al lugar
donde estaban los necios pasajeros. Después de diez minutos, regresó y siguió
dando órdenes. El Primer Oficial se quedó asombrado, y preguntó,
“Capitán, ¿qué pasó?”
“Ya están todos en el bote.”
El Primer Oficial no daba crédito, pero al asomarse comprobó que en
efecto todos estaban a salvo en el último bote. Más tarde, ya rescatados, le
preguntó al Capitán,
“¡Por favor dígame cómo hizo para lograr que se lanzaran! Por ejemplo el
Alemán, ese necio no quería saltar de ninguna manera.”
“El Alemán fue muy fácil, sólo le grité, ‘¡Láncese al bote, es una
orden!’ Y de inmediato saltó.”
“¡Cómo no se me ocurrió! ¿Pero y el Francés? ¡Estaba aferrado!”
“¿El Francés? Muy sencillo, tan sólo le dije; ‘¿Sabe usted que lanzarse a los botes
salvavidas es lo último en la moda?’ Y
saltó en el acto.”
“¡Wow, por eso es usted el Capitán! Pero bueno, ¿y el Cubano?”
“Sin problema, sólo le dije, ‘¡Lanzarse al bote es un acto heroico y
anti-imperalista!’ Y no hubo más que hacer.”
“Me deja perplejo su astucia. Y bien, el Inglés era un terco que no se
movía, ¿qué le dijo a ese?”
“Me acerqué y le comenté, ‘Saltar a un bote es lo que marca la etiqueta
y los buenos modales, mi querido caballero.’ No necesitó oír más.”
“¡Increíble, Capitán, es usted un sicólogo nato! ¿Qué me dice del
Estadounidense?”
“Por favor, si fue de lo más simple, sólo le dije: ‘Mire, si salta al
bote, al llegar a puerto y estar a salvo, puede demandarnos.’ Saltó como una bala.”
“¡Uf, realmente conoce usted el alma humana! Pero por favor, dígame cómo
hizo para que la chica Mexicana saltara, la fotógrafa? Porque realmente no había poder en este
mundo que la fuera a convencer.”
“¿La Mexicana? ¡Pero si fue lo más fácil de todo! Tan sólo le dije, ‘Señorita,
por favor no vaya a brincar a ese bote, está prohibido.’ ”
Pues me han encantado, mejor reír, que con este gobierno, ganas de llorar no faltan.
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