El senador Lindsay Graham, parte del paisaje político de EEUU desde hace décadas, es un ser de lo más detestable. Supremacista y fanático religioso, ha hecho declaraciones abiertamente genocidas desde que empezó el asalto de Gaza.
Desde el 8 de noviembre de 2023 dijo que “hay que arrasar Gaza y hacer rebotar los escombros”, alineándose por completo con esta visión de castigo colectivo y exterminio. A las pocas semanas era evidente para todo el mundo que lo que se estaba haciendo es un crimen pero el 4 de diciembre dijo, “¿acaso los estadounidenses se preocuparon de cuántas personas murieron cuando destruimos Tokio y Berlín?” En mayo 12 de 2024 lo repitió, mencionando a Hiroshima y Nagasaki como una referencia que Israel puede imitar. Y hace 2 días (nov. 28) nada menos que en el famoso King David Hotel de Jerusalén, dijo a propósito de las recientes órdenes de arresto emitidas por la Corte Internacional, que “el Estatuto de Roma no aplica a Israel, EEUU, Francia, Alemania ni Gran Bretaña, porque no fue concebido como un arma para atacarnos.” El supremacismo se puede decir más alto pero no más claro.
Al escribir estas líneas, el Primer Ministro de Países Bajos se suma al concierto, diciendo que Netanyahu también podría visitar su país sin ser arrestado.
Lo que el mundo está perdiendo
Lo primero, es la empatía, y de forma desoladora y repugnante. Hace cinco meses (julio 8, 2024) escribí que “el horror se ha instalado y se ha vuelto rutinario, que es lo peor que puede pasarle a una tragedia de este tipo: ser ruido de fondo.” Y eso es lo que ha pasado ya. Hoy se reporta el bombardeo diario de Gaza, con 43 muertos en el campo de refugiados de Nuseirat, así como otros lugares en el norte y sur. Médicos muertos, mujeres, niños. La noticia no amerita ni un bostezo en los medios. Es lo normal, lo aceptado. Son palestinos, son musulmanes, qué más da. Todos son terroristas.
No hay inocentes.
Reproduzco los comentarios de dos personas: el primero es Craig Mokhiber, ex alto funcionario de derechos humanos de la oficina de la ONU en Nueva York, que famosamente renunció a su puesto en octubre 31 de 2023 ante lo que considera un genocidio y la complicidad de Europa en él. Una semana antes de su renuncia (oct. 22, 2023) dijo:
“Israel y sus aliados están creando el modelo para el siglo XXI, destruyendo los límites a la conducta aceptable de los Estados. Si la tortura sistemática, las ejecuciones sumarias, las masacres, el asesinato de niños, médicos, periodistas, trabajadores humanitarios y todos los civiles son aceptables, si el derecho internacional ya no está en vigor, si el apartheid y el genocidio ahora son aceptables, todos estamos en problemas. (Y los aliados israelíes también están erosionando la libertad de expresión y los derechos humanos en todo Occidente). Los gobiernos de 193 países están observando: no te engañes, tú podrías ser el próximo. Debemos aislar al régimen israelí, arrestar a sus líderes, desplegar una fuerza de protección. Debemos detenerlos aquí y ahora.”
Profético.
Eso fue hace un año. Hace un par de días (nov. 28, 2024) repitió su mensaje:
“Estás en grave peligro y ni siquiera te das cuenta. Las burbujas morales en las que vivimos nos van a destruir a todos. Piensa: ¿de verdad crees que la deshumanización, el asesinato en masa, la tortura sistemática, el encarcelamiento masivo, la hambruna y las enfermedades impuestas y la eliminación mediática de las víctimas se detendrán en las fronteras de Palestina? ¿Es creíble creer que la impunidad por un genocidio transmitido en vivo no conducirá a más horror? Si Israel, Estados Unidos y otros perpetradores quedan impunes, no dudes de que el mismo poder podrá llamar a tu puerta luego. Estás abandonando a la gente de Gaza bajo tu propio riesgo.”
Esto fue comentado por Arnesa Buljušmić-Kustura, una académica bosnia y estudiosa del fenómeno del genocidio (que ella misma sobrevivió):
“El desapego moral que presenciamos hoy es el resultado de un cambio global: conmemoraciones rituales del genocidio, en lugar de educación adecuada y prevención activa. Hemos construido un marco hueco donde los eslogans y las ceremonias reemplazan la rendición de cuentas, lo que permite que el genocidio transmitido en vivo en Palestina se desarrolle con impunidad. Hemos visto cómo Israel comete violaciones sistemáticas del derecho internacional... y sin embargo, el mundo no ha hecho nada. Esta normalización del genocidio como espectáculo señala un horrendo colapso de la moral global. No se trata sólo de Gaza; se trata del precedente que estamos sentando para todo el mundo.
“Cuando se normalizan la deshumanización sistemática, el asesinato en masa y las violaciones del derecho internacional, hacemos que cada atrocidad futura sea más probable y cada víctima más invisible. No solo estamos dejando de actuar; estamos garantizando que el próximo genocidio, ya sea contra palestinos, armenios, bosnios, pueblos indígenas o cualquier otro grupo, se enfrentará a la misma indiferencia. Gaza es el canario en la mina: dejarlos solos hoy es garantizar que el ciclo de horror continúe y que nadie esté a salvo.”
Es el mismo mensaje puesto en forma clara y sencilla en 1946 por Martin Niemöller:
Vinieron por los palestinos y no dije nada porque yo no soy palestino...
La impunidad sigue. Esto es lo aceptable. Qué más da. Son palestinos. No valen nada.