domingo, 6 de octubre de 2019

Dos reflexiones acerca del poder


En su libro Cai Gen Tan (Cultivando las Raíces de la Sabiduría) un texto pensado para oficiales de gobierno, el pensador Hong Yinming (s. XVI) apunta:

Si a un insaciable le das oro, resentirá que no le hayas dado jade. Si le das rango de marqués, resentirá que no lo hayas hecho duque. Aún teniendo poder y riqueza, esta persona seguirá siendo un mendigo. Un hombre contento con su suerte puede comer sopa y sentir que es carne y grano fino; puede vestirse con ropas comunes y sentirse caliente como si fueran de zorro o de armiño. Aún en su humildad, un tejedor no es menos feliz que reyes y duques… Al conducirse en sociedad, no hay que buscar con ansia el éxito: el no cometer errores ya es meritorio. Al tratar a los demás con benevolencia, no hay que esperar gratitud a cambio: el que no se conviertan en enemigos ya es gratitud.

Francis Bacon (s. XVI), al otro lado del mundo, dice en sus Ensayos:

los hombres en altos puestos son siervos del Estado, de la fama y de los negocios; no tienen libertad en sus personas ni sus acciones ni su tiempo. Extraño deseo éste, de buscar el poder y perder la libertad; de regir sobre otros pero no sobre sí mismos. Llegar ahí es triste labor, pues con dolor se llega a mayores dolores.



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