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El heavy metal es una de esas cosas que se aman o se odian. Así que si
el lector es fan de Camilo Sesto, de Justin Bieber, de polkas ó de cantos
tiroleses, favor de abstenerse de continuar con este post.
El heavy metal no es sólo música, por supuesto: es actitud. Te enamora
en la adolescencia o no lo hace, y es agresión y rebeldía; es teatralidad.
Mezcla el humor involuntario pero muchas veces reconocido, el idealismo, el
ansia de ser cool, la curiosidad por el “lado oscuro”.
O sea que es la mejor música que hay.
Para ser sinceros, la primera vez que oí heavy metal fue de manera
casual y sin poner demasiada atención, y en aquel entonces –finales de los
setenta– y acostumbrado a que lo más pesado que oía era Queen, sí me repelió.
Pero en 1980 pasó algo inusitado: salió el disco British Steel de Judas Priest,
y vi el video de su hit “Breaking the Law”.
Y aunque es una cosa increíblemente ridícula y hoy en día hasta los
Payasónicos tienen canciones más pesadas que esa, aquello fue amor a primera
vista y para siempre. Hay que ver las expresiones de total seriedad de los
músicos –mientras asaltan un banco con guitarras y se roban un disco de la caja
fuerte– para decir, “ESO es no perder estilo”.
Claro que si usted es fan de escuchar sólo ópera ó merengue ó jazz, me
va a decir que estoy desvariando y que el heavy metal es una payasada. Pero la
teatralidad es parte intrínseca de él, al igual que lo es tocar con cuernos ó
piñas ó panamás en la cabeza en los otros estilos que menciono. Y además de la
teatralidad y la socarronería, el heavy metal ha atraído a sus filas a muchos
de los virtuosos de la historia del rock, que pueden tocar en este estilo a sus
anchas y a todo volumen. Paganini era, pues, un metalero del siglo 18; ni más
ni menos. Es más, hasta le decían “El Violinista del Diablo” y seguro que si
viviera en nuestros días las portadas de sus discos tendrían gárgolas y
volcanes y fulanas con poca ropa.
Dicho todo lo anterior, no supongo que si a usted no le gusta el heavy
metal, de repente le empiece a gustar con los ejemplos que voy a poner aquí.
Pero escuche por lo menos el último y dígame que no es música de la más alta
calidad.
Y para los que sí son fans, pues no les tengo que decir absolutamente
nada más, salvo que van a disfrutar mucho estos cinco momentos que considero
perfectos. Ahora, para apreciarlos al máximo, por favor háganme caso y al ver
los videos, escuchen solamente las partes que menciono de cada uno. Son todas
instrumentales, y son todas geniales.
La selección incluye proto-metal con Deep Purple y Richie Blackmore, uno
de los guitarristas más importantes de la historia del rock; Judas Priest y el
guitarrista Glenn Tipton tocando uno de los solos más memorables que hay en una
canción a medio tiempo; los alemanes de Accept en toda la gloria de la agresión
metálica; Black Sabbath con un solo obsesionante de Tommy Iommi sobre un riff
pesado y oscuro; y finalmente virtuosismo puro con Yngwie Malmsteen, creador
del estilo “neoclásico” de metal.
DEEP PURPLE,
Child in Time (1970)
3:17-6:06
JUDAS PRIEST, Beyond the Realms of Death (1978)
3:02-4:41
ACCEPT,
Princess of the Dawn (1983)
2:43-4:58
BLACK SABBATH, Zero the Hero (1983)
4:15-6:02
YNGWIE MALMSTEEN, Black Star (1984)
Toda la canción.
Estupendo regalo este blog de Heavy Metal
ResponderEliminarGracias
larga vida al Heavy Metal!. empeze a los 8 años con Iron Maiden y a dia de hoy a mis 31 aun sigo escuchando este gran genero, con todos sus subgeneros :)
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