lunes, 23 de octubre de 2023

Pink Floyd, poesía china y el I Ching

 


La polinización cultural entre naciones es un hecho tan antiguo como las sociedades mismas, y es interesantísimo para estudiar. Con el tiempo, las tradiciones y formas de una cultura pasan a otra, y al final se vuelven partes inseparables de la primera, haciéndose incluso “tradicionales”. Ya antes he referido ejemplos, como las muy mexicanas peleas de gallos que de hecho llegaron de Asia gracias a los viajes del Galeón de Manila. O bien, la imagen más común que tenemos de los hombres chinos en Occidente, que es con la trenza larga y la frente rasurada, pero que de hecho fue una imposición (bastante violenta) de los manchúes, cuando conquistaron China en el siglo XVII. Hay un sinfín de ejemplos de este tipo entre todas las culturas: palabras, comida, manifestaciones artísticas.

Ahora bien, la influencia cultural de China en Occidente tiene una muy larga historia, empezando con la famosa Ruta de la Seda, desde una época tan lejana como el siglo II. Desde luego, en aquel entonces las influencias no eran directas, sino que iban pasando muy lentamente a través de la India, Persia y Medio Oriente y de regreso. En el siglo XVII se aceleraron los intercambios y se expandieron directamente hasta el corazón de Europa con las misiones jesuitas en China y su representante más famoso, Matteo Ricci. Ya a partir de 1830 fue cuando Europa y Asia iniciaron su larga relación y en 1850 Estados Unidos se unió al grupo de naciones occidentales con mucho intercambio cultural con esta región, si bien en ambos casos estas relaciones tuvieron muchos altibajos. Desde entonces se crearon los primeros grupos de estudios sinológicos en Alemania y Francia, haciendo énfasis en las creaciones culturales, literarias y artísticas, que llevaron por ejemplo a crear las primeras traducciones confiables del I Ching y de los libros del confucianismo.

A partir del siglo XX hubo en Europa una efervescencia cultural filosófica en principio— llamada Modernismo, que impactó tremendamente las artes del resto del siglo. Por décadas, los creadores empezaron a intentar nuevos paradigmas artísticos para sustituir a los viejos que consideraban ya inadecuados, y una parte importante de la exploración incluyó el tomar elementos de otras culturas para reinterpretarlos y apropiárselos: y por supuesto China fue constante fuente de inspiración. Los 60s fueron una época en la que esta fascinación por elementos de culturas lo más alejadas posible de Occidente impactaron de forma importante en el arte pop y ya no solamente en las manifestaciones más elitistas y académicas.

Roy Liechtenstein, por ejemplo, se hizo famoso en esta época con sus Paisajes al Estilo Chino, que mezclan la sensibilidad de los espacios pictóricos de la Dinastía Song, con una técnica tomada de la impresión de cómics: puntos de diversos tamaños que forman las imágenes. Este es un ejemplo de 1960, su Paisaje en la Niebla:


 
En esos mismos tiempos una gran cantidad de escritores fueron influenciados por la simplicidad de los haikus japoneses (Octavio Paz), o bien por las ideas filosóficas del I Ching y otros libros clásicos de Oriente.

Entre muchos otros músicos, el legendario grupo Pink Floyd tomó como inspiración textos chinos antiguos para sus canciones. En su álbum debut (The Piper at the Gates of Dawn, 1967), el compositor Syd Barret aportó la canción Chapter 24:

A movement is accomplished in six stages
and the seventh brings return.
The seven is the number of the young light
it forms when darkness is increased by one.
Change returns success, going and coming without error.
Action brings good fortune. Sunset.

The time is with the month of winter solstice
when the change is due to come.
Thunder in the other course of heaven.
Things cannot be destroyed once and for all.
Change returns success, going and coming without error.
Action brings good fortune.  Sunset, sunrise.

La letra está tomada precisamente del capítulo 24 del I Ching: el símbolo Fû () que significa Retorno. Barret combinó las traducciones de Richard Wilhelm y James Legge para hacer su letra y ponerles música sicodélica. Y para no quedarse atrás, en su siguiente disco (A Saucerful of Secrets, 1968) el bajista Roger Waters compuso una de las canciones más famosas y duraderas del grupo, Set the Controls for the Heart of the Sun:

Little by little the night turns around.
Counting the leaves which tremble at dawn.
Lotuses lean on each other in yearning
Under the eaves the swallow is resting.

Set the controls for the heart of the sun.

Over the mountain watching the watcher.
Breaking the darkness, waking the grapevine.
One inch of love is one inch of shadow
Love is the shadow that ripens the wine.

Set the controls for the heart of the sun.

Witness the man who raves at the wall
Making the shape of his questions to Heaven
Whether the sun will fall in the evening
Will he remember the lesson of giving?

Para crear esta letra, Waters tomó líneas de varios poemas clásicos de la Dinastía Tang. Por ejemplo, en la tercera estrofa, la frase “Mira al hombre que habla con la pared, dándole forma a las preguntas que hace al Cielo” proviene de un poema del escritor Li He (790-816).

 En la primera estrofa, las líneas “Poco a poco la noche da la vuelta, contando las hojas que se agitan al amanecer” y la línea de la segunda estrofa “Una medida de amor es una medida de cenizas” son originalmente del poeta Li Shangyin (813-858), y "Los lotos anhelantes descansan unos en otros" es de Du Mu (803-852), uno de los más grandes artistas de la historia china.

Seguramente esos poetas nunca se imaginaron que sus palabras iban a ser confundidas, más de mil años después, con sensibilidades sicodélicas.

 

 

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