miércoles, 19 de julio de 2023

La velada bohemia de Rayuela

 

“Del lado de allá” es la primera parte de Rayuela, que transcurre en París. Ahí, el protagonista Horacio Oliveira tiene un pequeño círculo de amigos: su novia la Maga, Ronald y Babs, Etienne, Wong, Perico, Ossip Gregorovius y Guy Monod. Esta banda de bohemios forman el “Club de la Serpiente”, que se reúne cada semana para emborracharse, discutir de arte,  y escuchar blues y jazz de los 20s y 30s.

En los capítulos 10 al 18 (junto con otros dos capítulos intermedios, el 65 y el 106, de acuerdo al juego del libro), transcurre una legendaria reunión en donde el grupo se pone ciego de vodka, lloran, hablan de Mondrian, recuerdan la adolescencia de la Maga en Montevideo, ven fotos de una ejecución china. Todo esto con un fondo de clásicos de blues/jazz que el anfitrión de la casa va poniendo uno tras otro, mientras Oliveira en su mente (borracha) va considerando problemas filosóficos y tanto él como el narrador van ofreciendo imágenes y sensaciones con cada pieza musical.

Aquí están todas las canciones de esa famosa velada, acompañadas de algunas de las disquisiciones que pasan por la mente del protagonista:

 

"Sus dos nadas que en una noche futura de París se batían guitarra contra corneta, gin contra mala suerte, el jazz."

 Bix Beiderbecke y Eddie Lang, I’m coming, Virginia:



Dixieland Jazz Band, Jazz me blues:


 

"Trombones a la orilla del río, blues arrastrándose a las cuatro de la mañana"

  Lester Young, Four O’Clock Drag:



"El vibráfono tanteaba el aire, iniciando escaleras equívocas, dejando un peldaño en blanco saltaba cinco de una vez y reaparecía en lo más alto, se soltaba y caía rodando entre vidrios, giraba en la punta de un pie, constelaciones instantáneas, cinco estrellas, tres estrellas, diez estrellas, las iba apagando con la punta del escarpín, se hamacaba con una sombrilla japonesa girando vertiginosamente en la mano."

 Lionel Hampton, Save it pretty mama:


Después de esta pieza, Oliveira menciona que Dizzy Gillespie está tocando y que no quiere escucharlo más, pero no menciona la canción. Luego continúa:

"Algo empezó a moverse en lo hondo como capas y capas de algodones entre la voz y los oídos, Bessie cantando con la cara vendada, metida en un canasto de ropa sucia, y la voz salía cada vez más ahogada, pegándose a los trapos salía y clamaba sin cólera ni limosna, se replegaba a la espera, una voz de esquina y de casa atestada de abuelas."

Bessie Smith, Empty Bed Blues:


Las siguientes dos canciones no las comenta, sino que simplemente se pone a canturrear parte de sus letras (capítulo 106):

Johnnie Temple, Between Mignight and Dawn:


Merline Johnson (the Yas Yas Girl), Bad Whiskey Blues


"Después la llamarada de la trompeta, el falo amarillo rompiendo el aire y gozando con avances y retrocesos y hacia el final tres notas ascendentes, hipnóticamente de oro puro, una perfecta pausa donde todo el swing del mundo palpitaba en un instante intolerable, y entonces la eyaculación de un sobreagudo resbalando y cayendo como un cohete en la noche sexual."

Louis Armstrong (Satchmo), Don’t you play me cheap

Louis Armstrong, Yellow Dog Blues:

 

En este punto, ponen una pieza no nombrada de John Coltrane, que parece no gustar mucho, y siguen entonces con otra que desentona también con el ambiente por ser mucho más ligera:

Sidney Bechet, Meringue d’amour:



Tras ese interludio, vuelven al blues clásico, y Oliveira canturrea algunas letras que le parece que vienen a cuento mientras la Maga relata sus desventuras:


Big Bill Broonzy,  See see rider:

 

Big Bill Broonzy,  Black, Brown and White:



Benny Carter, Blue Interlude:



Champion Jack Dupree, Junker’s Blues:


Johnny Hodges, All of Me:



Jimmy Reed, Roll ‘em Pete


 

Earl Hines, I ain’t got nobody

 

Pero tras ese trance pasivo, el protagonista se pone a pensar de nuevo en cuestiones trascendentes e intrascendentes a medida que la música le parece a ratos melancólica y a ratos exaltada:

"La vida había sido eso, trenes que se iban llevándose y trayéndose a la gente mientras uno se quedaba en la esquina con los pies mojados, oyendo un piano mecánico y carcajadas manoseando las vitrinas amarillentas de la sala donde no siempre se tenía dinero para entrar."

 Jelly Roll Morton, Mamie’s Blues:



Mississippi John Hurt, Stack O’Lee Blues:



"La única música universal del siglo, algo que acercaba a los hombres más y mejor que el esperanto, la Unesco o las aerolíneas, una música bastante primitiva para alcanzar universalidad y bastante buena para hacer su propia historia, con cismas, renuncias y herejías... y el jazz es como un pájaro que migra o emigra o inmigra o transmigra, saltabarreras, burlaaduanas, algo que corre y se difunde."

 

De nuevo menciona a un grupo clásico: Fred Waring and his Pennsylvanians, pero sin decir qué pieza tocan, para después pasar a divagar de nuevo:

 

"Si hubiera sido posible entenderlos, no como símbolos de otra realidad quizá inalcanzable, pero sí como potenciadores (qué lenguaje, qué impudor), como exactamente líneas de fuga para una carrera a la que hubiera tenido que lanzarse en ese momento mismo, despegándose de la piel esquimal que era maravillosamente tibia y casi perfumada y tan esquimal que daba miedo, salir al rellano, bajar, bajar solo, salir a la calle, salir solo, empezar a caminar, caminar solo, hasta la esquina, la esquina sola, el café de Max, Max solo, el farol de la rue de Bellechasse donde... donde solo. Y quizá a partir de ese momento." 

Jelly Roll Morton, Honky Tonk Blues



"De todas esas cosas, para que alguien, de todo eso que estaba ahí, ahincando y mordiendo y sobre todo arrancando no se sabía qué pero arrancando hasta el hueso, de todo eso se saltara a una cigarra de paz, a un grillito de contentamiento, se entrara por una puerta cualquiera a un jardín cualquiera, a un jardín alegórico para los demás, como los mandalas son alegóricos para los demás, y en ese jardín se pudiera cortar una flor y que esa flor fuera la Maga, o Babs, o Wong, pero explicados y explicándolo, restituidos, fuera de sus figuras del Club, devueltos, salidos, asomados, a lo mejor todo eso no era más que una nostalgia del paraíso terrenal, un ideal de pureza, solamente que la pureza venía a ser un producto inevitable de la simplificación, vuela un alfil, vuelan las torres, salta el caballo, caen los peones, y en medio del tablero, inmensos como leones de antracita los reyes quedan flanqueados por lo más limpio y final y puro del ejército, al amanecer se romperán las lanzas fatales, se sabrá la suerte, habrá paz. Pureza como la del coito entre caimanes, no la pureza de oh maría madre mía con los pies sucios; pureza de techo de pizarra con palomas que naturalmente cagan en la cabeza de las señoras frenéticas de cólera y de manojos de rabanitos."

Bessie Smith, Cold in hand Blues:


 

Louis Armstrong, Struttin’ with some barbecue



"El desorden triunfaba y corría por los cuartos con el pelo colgando en mechones astrosos, los ojos de vidrio, las manos llenas de barajas que no casaban, mensajes donde faltaban las firmas y los encabezamientos, y sobre las mesas se enfriaban platos de sopa, el suelo estaba  lleno de pantalones tirados, de manzanas podridas, de vendas manchadas."

Ma Rainey, Jelly Bean Blues



Finalmente, borracho y divagando casi perdido, la velada se cierra y la última canción le da a Oliveira una imagen, una sensación y una razón intelectual para darle pausa a su interminable monólogo interno:


"Un tal pianista con algo de tigre y felpa, un tal pianista triste y gordo, un tipo al piano y la lluvia sobre la claraboya, en fin, literatura."

Oscar Peterson, Oscar’s Blues:

 

 

 

 

 

 

 

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