Por George Carlin
Somos tan pretenciosos. ¡Tan engreídos! Todo mundo tiene algo que salvar
en estos días: “Salven a los árboles, salven a las abejas, salven a las
ballenas, salven a los caracoles.” Y la mayor arrogancia de todas: Salvemos el
Planeta. ¿Qué? ¿Están bromeando estos tarugos? Salvemos al planeta… ¡si no
sabemos ni cómo cuidarnos a nosotros mismos! No hemos aprendido a ayudarnos
unos a otros, ¿y vamos a salvar el maldito planeta?
Me estoy cansando de esas idioteces. Me estoy cansando del maldito Día
de la Tierra y de esos ambientalistas presumidos, esos liberales blancos y
burgueses que piensan que lo único malo que tiene este país es que le faltan
más ciclovías. Cansado de esa gente banal que quiere un mundo seguro, pero para
manejar sus Volvos. Y además, a los ambientalistas les importa un carajo el
planeta. No les importa el planeta, no en lo abstracto. ¿Saben qué les
interesa? Tener un lugar limpio para vivir; su propio hábitat. Están
preocupados de que quizá en el futuro puedan ser personalmente incomodados por
la contaminación. ¿Y saben qué? El egoísmo cerrado e ignorante no me
impresiona.
Además, no hay problema con el planeta. No hay nada de malo con él; el
planeta está bien. La GENTE, esa sí que está mal. Hay una diferencia. Comparado
con la gente, al planeta le está yendo excelente: ha estado aquí 4,500 millones
de años. ¿Han pensado en las proporciones? Nosotros hemos estado aquí por
¿cuánto, cien mil años, doscientos mil si acaso? Y hemos estado realizando
actividad industrial moderna por poco más de doscientos años. Doscientos años, contra cuatro mil quinientos
millones. ¿Y tenemos la VANIDAD de pensar que de alguna forma, somos una
amenaza? ¿Que de alguna forma vamos a poner en peligro a esta hermosa bola azul
y verde que da vueltas alrededor del sol?
El planeta ha pasado por muchas cosas peores que nosotros, todo tipo de
desastres. Ha soportado terremotos, volcanes, movimientos tectónicos y la
separación de continentes enteros; erupciones solares, tormentas magnéticas, la
inversión de los polos magnéticos… cientos de miles de años de ser bombardeada
por cometas y asteroides, inundaciones globales, maremotos, incendios
continentales, erosión, rayos cósmicos, glaciaciones recurrentes… ¿y pensamos
que unas cuantas bolsas de plástico y latas de aluminio van a hacer diferencia?
El planeta… el planeta no se va a ir a ningún lado. ¡PERO NOSOTROS SÍ!
Nosotros nos vamos a ir. Hagan las maletas, amigos, porque vamos de
salida. Y tampoco vamos a dejar mucho rastro, gracias a Dios. A la mejor, un
poco de poliestireno. Si acaso. Un poco de plástico por ahí. El planeta seguirá
aquí, mucho después de que nosotros hayamos desaparecido, una mutación fallida
más, un error biológico que no llegó a ninguna parte. Seremos un callejón sin
salida de la evolución y el planeta se deshará de nosotros como si hubiera
tenido pulgas durante un tiempo, una molestia en la piel.
¿Quieren saber cómo le va al planeta? Pregúntenle a la gente de Pompeya,
que quedaron como estatuas después de ser cubiertos por ceniza volcánica en un
santiamén. Pregúntenles a ellos si se sienten un peligro. O pregúntenle a la
gente de la ciudad de México o de Armenia o de otros cien lugares que han sido
enterrados bajo miles de toneladas de escombros… si sienten que esta semana
están amenazando al planeta.
Y qué tal esa gente de Kilowaia en Hawaii, que hizo casas al lado de un
volcán activo y luego se preguntan porqué tienen lava en su comedor.
El planeta, va a estar aquí por un largo LARGO tiempo después de que
nosotros ya no estemos, y se va a curar solo, se va a limpiar solo, porque eso
es lo que hace; es un sistema que se auto-regula. El aire y el agua se
recuperarán, la tierra se renovará, y si es cierto que el plástico no se puede
degradar, pues el planeta simplemente lo integrará en su nueva imagen: Tierra +
Plástico. A la Tierra no le importan nuestros prejuicios contra el plástico; el
plástico salió de la tierra, y Ella probablemente lo ve como otro más de sus
hijos. Quizá hasta esa pueda ser la razón por la que la Tierra permitió nuestra
existencia en primer lugar: ¡porque quería plástico! Pero no sabía cómo producirlo, y nos
necesitaba. ¡Podría ser la respuesta a esa egocéntrica y antigua cuestión
filosófica de “porqué estamos aquí” !
Para hacer plástico, idiota.
Así que, el plástico está aquí, nuestra labor está hecha, ya podemos
irnos. Y creo que el proceso ya ha comenzado. ¿No lo creen?
Creo que siendo justos, el planeta sí nos ve como una ligera inconveniencia,
algo con lo que tiene que lidiar. Y el planeta puede defenderse de forma
organizada, así como una colmena de abejas o un hormiguero, que disparan
mecanismos de defensa colectivos. ¿Qué harían ustedes si fueran el planeta,
cómo se defendrían en contra de esta molesta especie? Vamos a ver…
“¡Virus! Parecen
ser vulnerables a los virus, así que son buena idea… porque los virus siempre
están mutando en formas nuevas cada vez que se inventa una vacuna. Quizá
podamos usar un virus que destruya el sistema inmunológico de estas creaturas…
¡un virus de inmunodeficiencia, que los haga vulnerables a todo tipo de
enfermedades! Y además, podemos hacer que se propague sexualmente, para que
dejen de reproducirse.”
Quizá sea justicia poética, quizá sea un comienzo. Y se vale
soñar, ¿verdad?
Yo no me preocupo de las pequeñas cosas, de las abejas y los árboles,
las ballenas y los caracoles. Yo lo que creo es que todos somos parte de una
sabiduría superior, que nunca entenderemos. Un orden más alto, llámenlo como
quieran. ¿Saben cómo lo llamo yo? El Gran Electrón. Ahí está, vibrando… ¡zum,
zum, zuuuuum! No castiga, no recompensa, no juzga. Simplemente, Es. Y nosotros,
también Somos.
Por unos breves momentos.
*
George Carlin (1937-2008) fue uno de los mejores y más influyentes comediantes
estadounidenses del s. XX, con un agudísimo humor en el que disectaba a la
sociedad moderna, su pensamiento y su lenguaje. Esta pieza es de su
presentación en HBO de 1992, “Jammin' in New York”.
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