Así que empezó a haber androides desde el s. XIX; pero todo fue
literatura, por supuesto. A partir del s. XX y con la irrupción del Séptimo
Arte y la explosión de la tecnología, esa pregunta a la que nos referíamos, ese
viejo conflicto creador-creatura empezó a tomar nuevas y cada vez más
interesantes formas en el cine.
Se puede decir que la primera androide ("ginoide") en el cine fue Maria,
en Metropolis, una película alemana de 1927 que es también una de las primeras
representaciones en cine de un futuro distópico —ubicado en 2026— donde las
clases altas han esclavizado completamente a las bajas con la tecnología. Maria
es un androide moderno en toda la extensión: hecho de ciencia pura y con
conciencia propia, representa ese miedo a la vez antiguo y moderno del golem y
el homúnculo, que ya se vislumbran como una potencialidad real del futuro, pero
con la magia sustituida por la ciencia. Maria, con apariencia humana, es
maligna de una forma oblicua; y causa estragos en la ciudad, haciendo que los
trabajadores destruyan las máquinas pero a la vez haciéndolos que abandonen a
sus hijos a una muerte segura.
Los horrores de las guerras del s. XX aunados a los avances fantásticos
en la ciencia y en particular los extraños descubrimientos de la sicología
conductista, crearon un suelo fértil para preguntarnos de nuevo, ¿quiénes somos
y qué nos hace humanos? La imagen del robot fue el vehículo perfecto para
explorar estas dudas.
1950 fue un año especialmente importante por dos cosas: una es la
aparición de los cuentos cortos Yo, Robot, donde Asimov postula las ‘Tres Leyes
de la Robótica’ y la ‘robopsicología’, asumiendo desde luego la imagen de que
los robots tendrán conciencia propia en el futuro. La segunda es la propuesta
de la ‘Prueba de Turing’, en la que Alan Turing propone no una definición de
pensamiento inteligente en sí mismo, sino una manera de ver qué tan bien podría
ser imitado por una máquina.
A partir de aquí, los 60s y 70s fueron una interesantísima e incesante
exploración de las cuestiones de conciencia, emoción, rebelión y trascendencia
humana usando la metáfora del robot y su interacción con su creador. Pongo aquí
una brevísima lista de ejemplos notables:
- La tierna robot Grandma en la historia I Sing The Body Electric del
inmortal Ray Bradbury, adaptada por Rod Serling (1959) para The Twilight Zone,
la mejor serie de ficción-fantasía que además hizo varios otros capítulos con
el tema de robots conscientes.
- Los ‘Cybermen’, (1966) enemigos de siempre del viajero del tiempo Dr.
Who, que eran originalmente humanos pero que fueron insertando partes mecánicas
en sus cuerpos para sobrevivir, hasta convertirse en cyborgs sin emociones y
absolutamente lógicos, que buscan conquistar y convertir a otros a su existencia
deshumanizada.
- Andrea y una raza de androides, en el capítulo What Are Little Girls Made Of? (1966) de la serie original de Star Trek. Una de las primeras
representaciones de un robot que ha desarrollado tal conciencia, que no sabe
que él mismo es un robot. En la siguiente temporada pero más en la vena de
comentario social, en el capítulo I, Mudd, el Enterprise descubre otra raza de
androides que han decidido que la raza humana es demasiado destructiva y se han
propuesto como misión controlarla indefinidamente por su propio bien.
- Hal, que en realidad no es un androide sino una computadora consciente
en 2001: Una Odisea en el Espacio (1968) pero con la que Kubrik y Arthur Clarke
crearon una de las escenas más memorables (y más imitadas) con la confrontación
mortal entre computadora y astronauta. Es inolvidable por el impacto de la
realización de Hal de su propia mortalidad, y por sus palabras inesperadas: "Dave, tengo miedo". Esta escena fue más tarde reimaginada en La Mujer Biónica y su
confrontación con una computadora similar llamada Alex, en Doomsday is Tomorrow
de 1977.
- En la serie Odisea 1999, en el capítulo One Moment of Humanity de
1976, aparece una raza de androides que ha cobrado conciencia y no sólo ha
escalvizado a sus creadores sino que ha aprendido a manipularlos
sicológicamente, pero todo con el fin de entender las emociones y con la
esperanza de convertirse en humanos. Cuando por fin logran experimentar el amor
y la compasión, es demasiado para ellos y sus sistemas colapsan, pero no sin
antes haber comprendido.
- En 1979, el androide Ash, en la película Alien, es perfectamente conciente
de su naturaleza, pero no está asustado de morir y se mantiene desafiante hasta
el final. Aquí se puede apreciar a Ash y a otros robots malignos.
A todo lo largo de esas décadas de exploración hubo cientos de enfoques,
desde tratamientos serios como los mencionados, hasta los ligeros al estilo de Perdidos
en el Espacio, con cosas intermedias como la acción de Westworld. Todas estas
cavilaciones han seguido evolucionando y nos han dado, de la mano de la
evolución de las ciencias de la información y las ciencias biológicas, escenarios
cada vez más "reales" y más cercanos a las preocupaciones modernas, como en la
excelente Ghost in the Shell de 1995, donde se confunde por completo la línea
entre el creador y lo creado y se cuestiona frontalmente el significado del
alma.
Junto con Asimov y Clarke, Phillip Dick es de los más grandes escritores
de ciencia ficción, y su novela de 1968, Do Androids Dream of Electric Sheep? dio la historia para:
VIDEO DEL DÍA
Los fans ya saben que una de las mejores escenas
de robots de toda la historia es "like tears in rain": el increíble monólogo
del androide Roy Batty antes de morir, en la película Blade Runner
(1982). El
actor Rutger Hauer captura de forma magistral ese
deseo eterno de trascendencia, de ser recordado, esa significación de vida que
aquí es comprendida por una máquina:
Estimo importante aclarar que la novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? Tiene un desenlace muy diferente a esta magistral película. Quizá esta es una de las raras ocasiones cuando se agradece que se altere para inventar un nuevo desenlace, porque es una obra maestra. https://carlosvaldesmartin.blogspot.com/2015/05/resena-del-blade-runner-original-novela.html
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