Desde que el checo Karel Capek acuñó la palabra robot en 1920 e Isaac
Asimov instituyó sus "tres leyes robóticas" en 1942, estos modernos golems
tecnológicos han sido parte indispensable de la ciencia ficción: el androide
que toma conciencia de sí mismo y que es un recurso para explorar nuestra
propia condición humana y las características que como tal nos definen. Esa
conciencia encontrada puede desembocar en empatía como en AI, pero más
frecuentemente en un deseo de rebelión: desde Hal en 2001 hasta Skynet y sus
Terminators, todos hacen eco del inmemorial deseo de rebelión en contra del creador,
que aparece desde las más antiguas mitologías, ya a la manera de Zeus que
destrona a los Titanes, ya a la de Prometeo que roba el fuego para los hombres.
Y con esa antigua pasión de rebelde búsqueda en pos del significado de la
propia existencia, han dado para crear algunas de las escenas más memorables
del cine y la televisión.
Pero primero un breve recuento de los ensayos más tempranos en la
literatura de lo que hoy conocemos como el moderno androide, que empezaron
antes de Capek:
Los primeros robots, aunque no fueran llamados así, siguen más bien la
vena de Pigmalión, en el que el creador se enamora de su creatura y abandona a
su amor humano por ella. Pero mientras que en el mito clásico de Ovidio se
trata de una estatua insuflada de vida por la diosa Venus, en la segunda mitad
del s. XIX la historia se reimagina con la nueva tecnología de la época:
muñecas mecánicas impulsadas por vapor y electricidad. Así, Coppelia (1870), la muñeca del Dr.
Coppelius en la obra de Ernst Hoffmann, es mitad muñeca mecánica y mitad
hechizo.
De forma más moderna, The Steam Man of the Prairies (1868), de Edward Ellis, es un hombre mecánico
impulsado por vapor; y en Frank Reade and His Electric Man (1885) hay un hombre eléctrico que ayuda a su dueño. Estos
personajes aún no desarrollan personalidad, sino que son reflejo del asombro de
la nueva tecnología, mostrando simplemente visiones futuristas.
En 1886 apareció The Future Eve,
de Auguste V. de l’Isle-Adam. Fue la primera novela en usar la palabra androide
y en ella, un ficticio Thomas Edison crea a Hadaly, una mujer mecánica que
reproduce el comportamiento de un humano, pero que además es poseída por el
espíritu de una verdera mujer, por lo que desarrolla conciencia propia.
De 1891 es The Brazen Android,
de William D. O’Connor (amigo de Walt Whitman) donde se mezcla la ciencia ficción
y la fantasía, explorando las leyendas de las "cabezas parlantes" que se decía
que fueron propiedad de varios magos y sabios a lo largo de la historia, como
Fausto. Aquí, un ficticio Roger Bacon crea una cabeza mecánica que habla y, en
una de las primeras ocasiones en que se muestra este conflicto que ya en el
futuro de la literatura será inevitable, un hombre supersticioso ve a la cabeza
como un artefacto demoníaco que podría ser el primero de una generación de
máquinas que conquiste a sus creadores. O sea que este es uno de los primeros
ejemplos del miedo al Terminator.
Finalmente, en 1893 aparece una historia corta: The Automatic Maid of All Work, de un tal M.L. Campbell, que muestra
el miedo al futuro de la posible tecnología por medio de un inventor que construye
una especie de Robotina al estilo de Los Supersónicos. Aquí, el androide no
tiene personalidad, pero causa destrozos por la falta de control mecánico que
tiene.
Todos estos personajes pueden llamarse proto-robots, visiones
entreveradas de lo que vendría con el progreso de la tecnología y el avance de
las ciencias del comportamiento, que fueron tiñendo la literatura. En el
siguente capítulo veré a los robots y androides de ya entrado el siglo XX, con
las nuevas preocupaciones y maravillas que trajeron.
VIDEO DEL DÍA
Bad Motherfucker es una canción y video producidos por el grupo punk moscovita
Biting Elbows, lidereados por el cantante y director Ilya Naishuller. Sin
hipérbole, es una de las mejores, mejor planeadas y más impresionantes secuencias
de acción que se hayan puesto jamás en video. Para los amantes del punk y de la
técnica del cine, esta pieza va a hacer que dejen la quijada en el suelo
durante los cinco minutos que dura. Hazte a un lado, Tarantino:
Opino que faltó mencionar a la creación del doctor Frankenstein
ResponderEliminarEl gran Asimov marca ya el enfoque clásico sobre el robot, con temática y complejidades que enlaza en muchas direcciones: https://carlosvaldesmartin.blogspot.com/2015/12/yo-robot-de-asimov-resumen-y-analisis.html
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