La forma en la que escribí el título no es accidental: a ambos lados de la frase, separados por el "vs", están dos formas de decir y escribir las cosas.
El ritmo de la vida y consecuentemente de las narrativas, es cada vez más
rápido. La sobrecarga de información que experimentamos hace que los medios nos
la lancen en ráfagas de soundbites
y que nuestra atención se reduzca cada vez más, a lo que podemos ver en un
mensaje de Twitter.
Los medios visuales llevan precedencia en esta representación de la vida
contemporánea, desde que se inauguró el estilo de filmar videos con ediciones
hiperactivas y cortes cada fracción de segundo para la "generación MTV". Me parece que este aumento en nuestra velocidad de procesamiento, entre otras cosas nos está echando a perder el gusto por apreciar el cine clásico: ver ahora
mismo una película de Bergman o de Hitchcock, —sin las constantes ediciones de cámara a las
que ya nos hemos acostumbrado— parece lentísimo y nos hace revolvernos en
nuestros asientos.
La literatura no ha sido invadida tan totalmente por este estilo, pero es
obvio que las modernas narrativas siguen también estos esquemas y que poco a
poco menos lectores pueden acceder al disfrute pleno de obras de siglos
pasados. Si hablamos, por ejemplo, de los rusos —Tolstoi y Dostoyevski como
representantes— en quienes el detalle por el ambiente y la introspección en
base a diálogos extensos es parte importante de sus estilos, están quedando
fuera del gusto moderno. Ni qué decir de Julio Verne, que sólo se lee hoy en versiones
abreviadas o infantiles, ya que en obras como 20 Mil Leguas de Viaje Submarino
se pasaba cuatro páginas describiendo los peces que el profesor Aronnax veía a
través de las ventanas del Nautilus. ¿Quién tiene tiempo para eso, si lo que
quiere es ver la batalla contra el Kraken?
Por otro lado, afortunadamente sí hay todavía cine lento y minucioso. Y no me
refiero a películas pretenciosas que confunden lo artístico con lo innecesario,
lo deliberado con lo aburrido, porque de eso también hay bastante. Me refiero a
cineastas como el coreano Kim Ki-duk, que se ha hecho de renombre precisamente
dirigiendo lentas pero fabulosas exploraciones tanto de lo humano como
de lo estético, como su maravillosa Spring, Summer,
Fall, Winter... and Spring (2003). Por otro lado tenemos al director turco
Nuri Bilge Ceylan con su inclasificable Once Upon a Time in Anatolia (2011), una cinta que empieza diciéndonos que será la búsqueda de evidencia
de un crimen, pero nos embauca de la mejor manera y termina siendo una reposada colección de retratos sicológicos de
hombres y costumbres a medida que los policías y el criminal al que custodian se adentran por las villas y los desiertos de Turquía.
Mucho cine asiático es parsimonionso para contar las cosas. Se toman el
tiempo necesario para decir lo que tienen que decir, y lo hacen como una parte orgánica
de su visión estética, aunque también es cierto que no son inmunes a los nuevos
estilos. Le recomiendo al lector amante del cine, que trate de "mantener su
gusto por lo viejo" de vez en cuando, porque si bien es cierto que hay
realizadores geniales que hacen películas asombrosas en estilo hiperactivo, también lo es que
necesitamos mantener ese gusto para poder apreciar las cosas que vinieron
antes. Para finalizar las recomendaciones, cierro con la película japonesa After Life (1998), una asombrosa cinta
de Hirokazu Koreeda que narra las visicitudes de varias almas que llegan a la
antesala del Cielo. Esto lo hace de una forma tan original y conmovedora que uno se olvida de que a pesar de su tema sobrenatural, la cinta no tiene ni un solo efecto especial: tan sólo diálogos entre sus personajes que intentan encontrar un sentido a sus vidas antes de pasar a la eternidad.
VIDEO DEL DÍA
En su excelente video The TV Show,
el realizador japonés Sugimoto Kousuke da una muestra magistral no sólo de la
hiperactividad de la información que nos bombardea, sino que la abraza y la usa
de forma humorística y un tanto surrealista para contar una historia que se va
enlazando y confunidendo con todas las demás historias: la mescolanza de
realidad e irrealidad a la que nos orilla esta era de información:
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