de las
que somos dueños realmente:
de este momento,
y de nuestra decisión de qué hacer con él.
Arnold Bennett (1867—1931) fue un escritor inglés de humor agudo y
grandes poderes de observación de la condición humana. Escribió mucha novela,
de las cuales la más famosa es “Cuento de Viejas” (The Old Wives Tale), la
historia de 70 años de la vida de dos hermanas muy diferentes entre sí. También
escribió un libro bien conocido en inglés, “Cómo Vivir con 24 Horas al Día”,
donde están las siguientes reflexiones:
“He visto un ensayo llamado ‘Cómo
vivir con ocho chelines a la semana’, pero nunca he visto uno que diga ‘Cómo
vivir con 24 horas al día’. Se ha dicho que el tiempo es dinero, pero es mucho
más que eso: no importa qué ingresos tengas, no puedes comprarte un solo minuto
de tiempo más de los que yo tengo, o de los que un gato al lado de la chimenea
tiene…
"El tiempo es la materia prima de
la existencia: con él todo es posible, sin él, nada lo es. La cantidad de
tiempo disponible es en verdad un milagro cotidiano cuando lo examinas. Te
despierta en la mañana y mira, tu bolsa está llena con 24 horas de ese tejido
del universo de tu vida. Es tuyo. Es la más preciosa de las posesiones y te es
dado de una manera tan singular como su naturaleza misma.Nadie te lo puede quitar, no puede ser
robado, y nadie reciba ni más ni menos de lo que tú recibes.
"¡Esto es en verdad democracia!
Hablando del tiempo, no hay aristocracia, ni genio que valga: a nadie se le
concede una hora extra, no importa su capacidad ni su fortuna. Y tampoco hay
castigo; desperdícialo todo cuanto quieras, que mañana volverás a tener la
misma cantidad. Ningún poder misterioso dice: ‘Este hombre es un necio, no se
merece el tiempo que se le da, hay que acortárselo’. Siempre se te vuelve a
dar, el pago es diario, no hay domingo que interrumpa su otorgamiento. Además,
no puedes entrar en deuda con él: no puedes tomar del futuro para usarlo hoy.
Lo único que puedes malgastar es el momento presente; no puedes malgastar el
mañana, el mañana te estará esperando intacto…
"Pero tienes que vivir con estas
24 horas al día: sacar toda tu vida de ese espacio. Su buen uso, su uso
efectivo es una cuestión de la más alta prioridad y lo único realmente urgente.
Todo depende de eso…Uno no desgracia
por completo su vida si no puede vivir con mil libras al año, pero sí la
desgracia si no puede usar bien sus 24 horas del día. ¿Quién nunca ha dicho: ‘Voy
a hacer esto o aquello, en cuanto tenga un poco más de tiempo?’
"Nunca tendremos más tiempo.
Tenemos —y siempre hemos tenido— todo el tiempo que existe.”
VIDEO DEL DÍA
En
diciembre del año pasado murió Fyodor Khitruk, animador y director ruso,
pionero de su arte durante los 50s y 60s. ‘The Man in the Frame’(El Hombre en el Cuadro) de 1966, es una de sus obras más famosas: una animación
de 10 minutos, sin palabras, en la que hace una fina disección de la vida
inútil de un hombre que sabe bien lo que quiere:
Decía en un post pasado que la guerra es una actividad muy humana, quizá
de las más antiguas. Pero por otro lado, el sentimiento de empatía y
pertenencia es otra característica igualmente humana que nos eleva y que ha
sido expresada en todas las culturas, las religiones y los tiempos. Pongo aquí
dos que me parecen particularmente poéticas:
四海之内皆兄弟 (se hai zhe nei chie xiong di)
Dentro de los confines de los cuatro
mares, todos los hombres son hermanos.
Esta es la frase más famosa de la obra Shui Hu Zhuan (A la Orilla del Agua), del autor chino del s. XIV, Shi Nai’An. La novela sigue las peripecias
de una banda de héroes —108 en total— que son un equivalente del Robin Hood
inglés: héroes que desafían al gobierno corrupto para ayudar a la gente común.
Cuatro siglos más tarde, en 1785 el poeta alemán Friedrich Schiller escribió su
hermosa Oda a la Alegría cuyas palabras fueron inmortalizadas por la música de
Beethoven:
Alle Menschen werden Brüder wo dein sanfter
Flügel weilt.
[Alegría], Todos los hombres se
hacen hermanos donde están tus tiernas alas.
El hombre es más o menos el mismo siempre; sus altos ideales y sus
infames bajezas se reproducen con ropas y tintes diversos en toda la historia.
Hoy me quiero enfocar en los primeros, haciendo un recorrido entre siglos y
continentes para ver que la profundidad de pensamiento no es particular de
ningún tiempo, y los ecos de las reflexiones claras resuenan verdaderos en
todos los siglos.
Primero un breve reconocimiento de la dual maravilla y fugacidad de la
existencia —esa verdad anterior a todas las demás y que enmarca toda filosofía— expresada con la sensibilidad nahua del señor de Texcoco, Nezahualcóyotl
(1402-1472):
“Con flores tú pintas, ¡Oh, dador de vida! Con canciones tú das color,
con canciones das vida sobre la tierra. Más luego destruirás águilas y tigres:
vivimos sólo aquí en tu pintura, sobre la tierra. Con tinta negra tacharás todo
lo que fue amistad, hermandad, nobleza. Tú difuminas a aquellos que vivirán en
la tierra. Sólo vivimos en tu libro de pinturas, aquí en la tierra.”
(Romances de los señores de la Nueva España, fol. 35, c. 1582. Trad. de Ángel
María Garibay, 1964)
* * *
Habiendo aceptado esta verdad, ¿qué hacer primeramente, qué buscar? Rabindranath
Tagore, ese místico indio que funde tradiciones de oriente y occidente en sus
escritos a veces devocionales y a veces filosóficos, nos indica qué evitar en
el mundo, por medio de un ejemplo al que deberíamos hacer caso:
“Prisionero, ¿quién te encadenó?”
“Fue mi Señor”, dijo el prisionero. “Yo creí asombrar al mundo con mi
poder y mi riqueza, y amontoné en mis cofres dinero que era de mi Rey. Cuando
me venció el sueño, me eché sobre el lecho de mi Señor. Y al despertar, me
encontré preso en mi propio tesoro.”
“Prisionero, ¿quién forjó esta cadena inseparable?”
Dijo el prisionero: “Yo mismo la forjé cuidadosamente. Pensé cautivar al
mundo con mi poder invencible; que me dejara en no turbada libertad. Y trabajé,
día y noche, en mi cadena, con fuego enorme y duro golpe. Cuando terminé el
último eslabón, vi que ella me tenía agarrado.”
El hombre ha hecho de la dicotomía parte esencial de su existencia, y
estamos entonces siempre tratando de mantener un balance entre esas cosas a las
que arbitrariamente hemos asignado valor, y las intuiciones que nos llenan los
sentidos y acallan ese ruido interno que nos agita. La escritora inglesa Frances
E. H. Burnett, en su novela de 1910, El Jardín Secreto, hace un canto a la
infancia y la naturaleza que hace innecesarias las palabrasy lo superfluo:
“Una de las cosas más extrañas de la vida es que sólo muy de vez en
cuando se siente la seguridad de que se vivirá para siempre, para siempre jamás.
Esta sensación se tiene en ocasiones como cuando se sale al momento tierno y
solemne del amanecer, cuando se está ahí de pie, con la cabeza echada hacia atrás
y se mira el pálido cielo que empieza lentamente a cambiar y ruborizarse. Cosas
que desconocemos empiezan a pasar a nuestro alrededor hasta que ese oriente
casi nos hace gritar con gozo y el corazón se detiene ante esa majestad
inmutable de la salida del sol, que ha sucedido cada mañana por miles y miles
de años. Y entonces, sólo por un momento, uno lo sabe.
Y uno lo sabe también algunas veces al estar de pie, solo en mitad de un
bosque al atardecer, cuando esa quietud dorada y misteriosa que entra oblicua
entre los árboles parece decirnos una y otra vez, algo que no podemos escuchar
por mucho que intentemos. Y algunas veces esa seguridad viene con el silencio
inmenso del azul profundo de la noche, con sus millones de estrellas que
esperan y que observan. Algunas veces sabemos que es verdad por el sonido de
una melodía lejana, y algunas veces por la expresión de unos ojos.”
Y por otro lado el agudísimo Baltasar Gracián —ese rebelde sacerdote
jesuita quecombina la sagacidad de
Maquiavelo y la parsimonia de una abuela sabia— aconsejaba allá por 1653 cómo
lidiar con la sociedad y con el ruido, con las opiniones propias y las ajenas,
expresándose en elegantes aforismos:
“La mitad del mundo se está riendo de la
otra mitad, con necedad de todos.
O todo es bueno, o todo es malo, según votos. Lo que éste sigue, el otro
persigue. Insufrible necio el que quiere regular todo objeto por su personal concepto.
No dependen las perfecciones de un solo agrado: tantos son los gustos como los
rostros, y tan varios. No hay defecto sin afecto, ni se ha de desconfiar porque
no agraden las propias cosas a algunos, que no faltarán otros que las aprecien;
ni aun el aplauso destos le sea materia al desvanecimiento, que otros lo condenarán...
No se vive de un solo voto, ni de un uso,
ni de un siglo.”
Finalmente, unas cuantas líneas intentando redondear las cosas, dejando
que el escritor chino Zhang Chao haga esos malabares de yin-yang que son tan
caros a su cultura y a la sensibilidad de todo hombre razonable: la simple y
llana expresión de una cordura de granjero-poeta, de lo sencillo pero profundo,
que se solaza de lo bello y huye de lo extremo y lo dogmático:
“El vino puede usarse en vez del té, pero no el té en vez del vino; un
poema puede usarse para expresar un sentimiento en lugar de la prosa, pero la
prosa no puede usarse para expresar lo que dice un poema. La luna puede
sustituir la luz de las lámparas, pero las lámparas no pueden sustituir a la
luna.
Es incorrecto comer un manjar apresuradamente, pasar por un hermoso
paisaje sin disfrutarlo, expresar sentimientos de forma superficial, y disfutar
tus riquezas por medio de meros lujos.
Un monje no necesita abstenerse del vino, sino de la vulgaridad.
Al tener colinas y valles dentro del propio pecho, se puede vivir
enmedio del mercado como si se estuviese en el bosque.
El hombre debería hacer de su vida un poema, y de las cosas a su
alrededor bellas pinturas.”
Trois Couleurs – Blanc (1994) es la
segunda parte de la serie Tres Colores del director polaco Krzysztof
Kieślowski.Karol Karol se acaba de
separar y regresa a casa sin un centavo. Ahí conoce y se hace amigo del
misterioso Mikolaj, un personaje siempre taciturno que finalmente le ofrece ayuda
económica: le presentará a Karol a un hombre que le puede pagar mucho dinero
por matarlo, ya que está hastiado de la vida pero él mismo no se atreve a
suicidarse. Al llegar a la cita en el lugar convenido, Karol se da cuenta de
que es Mikolaj mismo quien desea morir: