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El internet es una
cosa maravillosa, a pesar de todas las barrabasadas que tiene. Está en vías de
convertirse en un depositario casi universal de conocimiento, tanto trascendente
como trivial. No toma más que segundos encontrar la canción original del Coyote y el Correcaminos, o las más recientes discusiones de lo que pasó un nanosegundo
después del Big Bang.
Y bien, este blog,
llamándose “el mundo es extraño”, está siempre lleno de cosas todavía menos
comunes. Mis lectores más entusiastas saben que he hablado antes de la primera película porno, de videos japoneses estrambóticos, de comerciales setenteros en
México, de los prejuicios de Google y de aviones de guerra arrojando bombas de semillas. Pero esas son las cosas que discuto aquí. Mi lector se imaginará que
he buscado cosas más raras, y no se equivoca.
Sin embargo creo que el
título del post no es del todo exacto, porque cosas raras hay para nunca
acabar, pero a lo que me refiero es a la forma en la que hoy las podemos
encontrar, con un esfuerzo mínimo. Nos sorprende cada vez menos hallar
cualquier cosa que se nos cruce por la mente, con tal de que podamos recordar
un par de palabras clave. Por ejemplo, en 2003 encontré (y me hice fan) del
grupo October Project, a partir de una sola línea de una de sus canciones (“you
shine like the moon over water”) que se me quedó grabada cuando la escuché en
el radio una sola vez, en 1998. O la
letra completa de Mambrú, que no veía desde que la leí en mi libro de lectura
de quinto de primaria. O una portada de Kamandi, el Último Sobreviviente, un
cómic que me compró mi abuelo en los setentas. Pareciera que todo está ahí, en
algún lugar.
¿Cómo olvidar una portada así? |
Hay tal cantidad de
archivos de la cultura popular en internet —y aparentemente, tal cantidad de
gente desocupada y maniáticamente nostálgica— que me encontré un capítulo
específico de una serie de TV de principios de los 70, Alias Smith y Jones, tan
sólo recordando el nombre de uno de los personajes, una tal Margaret Carruthers
cuyo nombre se me quedó grabado porque a mi hermana y a mí, al ver el capítulo,
nos dio un ataque de risa fenomenal porque habíamos entendido “Margaret
Perroders”. Aquí está ese capítulo, hallado con tan sólo esa información:
Aquí hay
otra búsqueda más rara todavía: como el lector ya se dará cuenta, se me quedan grabadas
cosas de lo más inusuales, y otra de ellas fue una canción de “rocanrol
futurista” que salió una vez en un capítulo de Los Supersónicos. Sí, ¡ya sé, ya
sé! Pero no me juzguen, así trabaja mi cerebro, por alguna razón extraña. El
caso es que la canción se llama “Eep Opp Ork Ah-Ah” y aquí
está Lucero Sónico bailándola:
Pero lo más impresionante
no es haberla hallado. Cuando me disponía a buscarla pensaba que me iba a tomar
un buen rato, pero esto fue lo que pasó:
Sí. No sólo es la
primera opción, sino que da más de 600 mil hits; hay una entrada en el Urban
Dictionary acerca de ella; y un grupo que se llama Violent Femmes y que al
parecer es bastante famoso, grabó un cover de la canción. Madre de Dios.
Así que, ¿qué puedo
mostrar aquí que sea realmente raro? ¿Qué no haga bostezar a alguien de 16
años? Pues mire usted.
Lo más raro que he
encontrado, es el hecho de que no puedo encontrar muchas cosas. Específicamente,
en español. Nuestros amigos angloparlantes parecen tener una obsesión sin
límites por archivar todo sin importar qué tan intrascendente sea, y hacerlo
disponible para todo el universo, esperando que alguien quiera buscarlo. Lo cual,
como verá usted, es verdad; porque aquí estoy yo buscando canciones de
caricaturas setenteras.
Pero ya antes hablé de que cuando quise buscar las
frases literarias que están grabadas en las paredes del Museo de Antropología
de la ciudad de México, no pude hallarlas; de hecho le tuve que pedir a un
amigo que fuera en persona para fotografiarlas y enviármelas. Y me parece que
debería ser más fácil encontrar una cosa así, que la partitura del tema de
Heidi. Por contraste, buscar el Monumento a los Caídos en Vietnam no sólo da
más de 20 millones de hits, sino que se pueden buscar los más de 58 mil nombres
inscritos, verlos por fecha de cumpleaños, por origen, por rango, por género y
comprar camisetas y brazaletes.
En español no tenemos
aún esa visión. Hemerotecas, documentos históricos y otro sinfín de archivos,
todavía están muy lejos de ser pasados a digital. A pesar de los esfuerzos de
cosas como la Biblioteca Mundial Miguel de Cervantes, falta mucho esfuerzo.
¿Un ejemplo? Hombre,
por supuesto. No me podía quedar sin darlo. El otro día me acordaba de Diódoro
de los Santos, Jr., erudito e ingenioso escritor regiomontano que por décadas contribuyó
al periódico El Porvenir: desde los cincuentas y hasta fines de los setenta,
escribió sin falta su Diodograma, un verso en ocho líneas en el que comentaba
los aconteceres de la política, o en los que daba sus opiniones u observaciones
acerca de todo tipo de temas culturales.
A mi madre le
encantaban los Diodogramas y fielmente los recortaba y los ponía en álbumes de fotografías, de esos que tenían páginas con pegamento protegidas con una
película de plástico y que todos tenemos haciendo polvo en algún cuarto lleno
de triques. Pero viviendo al otro lado del mundo del cuarto de triques de mi
madre, no puedo meterme a buscar Diodogramas, así que dije, en el internet
deben estar.
Pues. No.
No sólo no hay un
extenso archivo de Diodogramas, con biografías y fotos de Diódoro de los Santos
Jr., sino que prácticamente no existe. ¿Cómo es posible? Encontré UN solo
ejemplo de un Diodograma, incluido en un número de la revista La Nación de 1974 (página 8):
La única otra cosa
que pude hallar es un artículo del columnista y escritor saltillense, Armando
Fuentes Aguirre alias Catón, en el que habla de Diódoro, y copia unos versos hechos
por él. Sin embargo este es un trabajo poco afortunado porque se
avienta a contestar las redondillas de “Hombres necios que acusáis…” de Sor
Juana, y la verdad es que eso simplemente no se puede hacer.
Así que, poniendo mi
pequeñísimo granito de arena, pongo aquí de memoria un Diodograma que me
aprendí por aquellos años; porque entre todas las cosas inútiles que se me
quedaban grabadas en la cabeza, de repente se me quedaban también algunas muy valiosas:
Herrar… y errar
Errar es equivocarse.
Esto es, cometer un yerro.
Herrar, ponerle a un caballo
una herradura de hierro.
Esto es, cometer un yerro.
Herrar, ponerle a un caballo
una herradura de hierro.
Y yerra
el que hierra mal,
y el caballo es mal herrado
si el hierro con que se herró
lo usó algún herrero errado.
y el caballo es mal herrado
si el hierro con que se herró
lo usó algún herrero errado.
Hola, que gusto leer acerca de mi tío abuelo Diodoro de los Santos.. tengo un libro donde viene parte de su poesía, si gustas me puedes pasar un correo electrónico y lo escaneo y envío!
ResponderEliminarSaludos
disculpa podrías pasarme alguna información de Don Diodoro, algo de Diodogramas poemas y cualquier escrito, algo de sus negocios etc
EliminarMe puedes buscar en Twitter como @Alf_ArGzz y te paso un correo! Muchas gracias.
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