lunes, 10 de agosto de 2020

La misteriosa técnica del viejo gato

En su genial Cuentos del Taoísta Pueblerino, el filósofo japonés Issai Chozanshi cuenta la historia de una rata enorme y violenta, que no podía ser capturada por los mejores gatos del vecindario. Uno tras otro lo intentaron, para ser perseguidos y aporreados por el temible animal.
Finalmente se acordaron de un gato viejo que vivía al otro lado del pueblo, a quien trajeron para que intentara capturarla:
“Al ver al gato entrar con paso perezoso, la rata de inmediato se acobardó y se quedó sin poder moverse. El gato caminó con parsimonia hacia ella, la sujetó entre sus dientes, y se la llevó del lugar como si nada.
Tras la hazaña, los gatos invitaron al gato viejo a que les explicara su técnica maravillosa. Cada uno describió su técnica primero: rapidez, agilidad, exactitud de movimiento. Pero el gato viejo dijo:
“Las disciplinas que me han explicado ciertamente son valiosas. Cuando decimos que el espíritu y la forma son consistentes, lo que queremos decir es que los principios más profundos pueden estar contenidos en el despliegue de una técnica. Estando en un estado de serenidad, el cuerpo responde sin obstrucción a todas las cosas. Así, al ver a un oponente sin haber tranquilizado tu mente, existirá en ti la mentalidad de la oposición. La única manera de proceder es usar el estado de serenidad y responder con naturalidad.
“Hace mucho, había un gato en mi vecindario: se la pasaba durmiendo casi todo el día y no exhibía trazos de vitalidad; parecía más una estatua de madera que un gato real. La gente nunca lo vio atrapar ratas, pero en cualquier lugar en el que se encontrara, no había ni una rata que se acercara, y esto era cierto aún si cambiaba de casa. Una vez fui a preguntarle cómo podía lograr semejante portento, pero no me respondió en absoluto. Cuatro veces pregunté y las cuatro permaneció en silencio. No es que no pudiera responder, sino que no sabía qué decirme. Este es un ejemplo vivo de la frase los que saben no hablan, los que hablan no saben. Ese gato había incluso olvidado el hecho de que se había olvidado de sí mismo y había regresado a un estado de "Ser Nada". Siendo la encarnación misma del espíritu marcial, no mataba nada. Yo estoy muy lejos de acercarme siquiera al nivel alcanzado por aquel gato.”

   

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