El general había perdido la batalla,
la mayoría de sus hombres habían muerto, y se encontraba ante la corte marcial.
— General, ¿cómo es posible que haya
sufrido una derrota con tal ignominia?
— No fue mi culpa.
— Usted estaba al mando de esos
hombres, ¿de quién va a ser la culpa?
— El terreno era muy agreste y había mucho
lodo, no podíamos avanzar.
— ¿Qué no llegaron al campo de batalla
con tres días de anticipación?
— Bueno, sí.
— ¿Y no instruyó a sus hombres de
cavar las zanjas, enviar centinelas de reconocimiento, preparar el terreno
donde fuera posible? Eso lo sabe cualquier general.
— Bueno, pero es que no los podía
obligar.
— ¡Claro que podía! ¡Para eso es el
general! ¿Qué no les dio instrucciones?
— Bueno, sí. Pero muchos no me hacían
caso.
— ¿Cómo es posible que un soldado no
le haga caso a su general? ¿Qué no les dijo que era una misión vital tomar esa
colina?
— Pues les dije que sí, que era bueno
si la podíamos tomar.
— ¡¿Cómo que “era bueno”?! ¡Era VITAL!
¡Sin esa colina hemos perdido todo el frente oriental, el enemigo nos ha hecho
retroceder 100 kilómetros, cortó nuestra línea de provisiones y capturó toneladas
de municiones!
— Bueno, no, sí les dije desde el
principio que era vital. Sí les dije.
— Nos acaba de decir que no. Y aquí tenemos
la bitácora con todas sus órdenes. No les dijo que empezaran a cavar trincheras
sino hasta el día antes de la batalla, cuando el enemigo ya tenía mil cañones a
1 kilómetro de distancia.
— Pero bueno, miren esto: ¡los
soldados, incluso los muertos, siempre mantuvieron sus cascos!
— ¡Nos importan un pepino los cascos!
¡Se batió en retirada y perdió a la mitad de sus hombres pudiendo haber
capturado esa colina si hubiera actuado a tiempo! ¿Qué clase de medición son
los cascos?
— Ehhh… pero la retirada fue un éxito,
hasta nos sobró combustible.
— ¿Qué demonios está diciendo? ¡Ni siquiera
la retirada la pudo hacer bien! En vez de retirarse de inmediato ante el
desastre y reagruparse en otra posición, se tardaron dos días en marchar. ¿Y
nos dice que le sobró gasolina?
— Pues es un indicador de éxito…
— ¡El único indicador era TOMAR LA COLINA!
¡El ÚNICO! ¡Esa era su misión y la incumplió por inepto!
— Los soldados, muchos tenían pie
plano…
— Retírenle de inmediato todos los
galones a este hombre y llévenselo a las mazmorras.
Excelente analogía, lástima que aquí en México no tenemos quién cuestione al general.
ResponderEliminarClaro que sí: Los periodistas honestos. Es lo único que nos queda.
ResponderEliminarMuy bueno, ojalá fuera una realidad en México, nos quedamos con la sensación de estar desprotegidos ante decisiones erróneas que nos afectan enormemente.
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