Las mejores canciones
de amor son las de desamor, y aquí hay tres canciones perfectas:
Si tú no vuelves –
Miguel Bosé
La letra está llena
de frases engañosamente sencillas, que van creando un ambiente de inocencia
desolada. Las imágenes son preciosas como postales en sepia o en añil:
Si tú no vuelves,me quedaré aquí con mi perro espiando horizontes.Si tú no vuelves,me quedaré sin ti, con mi tristeza bebiendo lluvia.
El momento más
perfecto:
Era tan bonito, era así de grande y no tenía fin.
Dentro de la lenta
cascada de frases simples y de expresión inocente, está ésta para quedarse
imborrable: la de un niño que dice “así de grande.”
Naturaleza Muerta –
José María Cano (Mecano)
J.M. Cano es un genio
y sus letras seguido tienen referencias a literatura y temas clásicos. En esta
canción refiere la historia de una mujer de quien el Mar está enamorado, y es
tan celoso que le arrebata a su amante. En un arranque de onomatopoética, dice:
Los celos no perdonan al agua ni a las algas ni a la sal
Al decirla en voz
alta, las tres “s” de la segunda parte de la frase imitan el sonar de las
olas; este es un hermoso eco de la frase Poluphloisboio Thalassas, en la
Ilíada, con la que Homero se refiere a “las resonantes olas.”
El momento más
perfecto:
La mujer pierde para
siempre a su amante en el mar y se queda esperándolo frente a la playa,
convertida en estatua de sal, pero:
…hay gente que asegura que cuando hay tempestadlas olas las provoca Miguel luchando a muerte con el Mar.
Con la frente
marchita – Joaquín Sabina
Sabina es un monstruo
de las letras; un poeta bandolero, maestro en expresar lo alto y lo sórdido,
con frases construidas como orfebre. En esta canción relata de forma
exquisitamente cortazariana las escenas que compartía con un amor que ya no
está:
Sentados en corro merendábamos besos y porros, y las horas pasaban de prisa entre el humo y la risa. Con la frente marchita cantaba Gardel, y entre citas de Borges, Evita bailaba con Freud. Ya llovió desde aquel chaparrón hasta hoy.
El momento más
perfecto:
Mándame una postal de San Telmo. Adiós, cuídate.Y sonó entre tú y yo el silbato del tren.
Si hay una escena de
despedida más melancólica que ésta en una canción, no la he escuchado.
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