miércoles, 4 de diciembre de 2019

Tres canciones de amor perfectas


Las mejores canciones de amor son las de desamor, y aquí hay tres canciones perfectas:

Si tú no vuelves – Miguel Bosé
La letra está llena de frases engañosamente sencillas, que van creando un ambiente de inocencia desolada. Las imágenes son preciosas como postales en sepia o en añil:
Si tú no vuelves,
me quedaré aquí con mi perro espiando horizontes.
Si tú no vuelves,
me quedaré sin ti, con mi tristeza bebiendo lluvia.

El momento más perfecto:
Era tan bonito, era así de grande y no tenía fin.

Dentro de la lenta cascada de frases simples y de expresión inocente, está ésta para quedarse imborrable: la de un niño que dice “así de grande.”

Naturaleza Muerta – José María Cano (Mecano)
J.M. Cano es un genio y sus letras seguido tienen referencias a literatura y temas clásicos. En esta canción refiere la historia de una mujer de quien el Mar está enamorado, y es tan celoso que le arrebata a su amante. En un arranque de onomatopoética, dice:
Los celos no perdonan al agua ni a las algas ni a la sal

Al decirla en voz alta, las tres “s” de la segunda parte de la frase imitan el sonar de las olas; este es un hermoso eco de la frase Poluphloisboio Thalassas, en la Ilíada, con la que Homero se refiere a “las resonantes olas.”
El momento más perfecto:
La mujer pierde para siempre a su amante en el mar y se queda esperándolo frente a la playa, convertida en estatua de sal, pero:
…hay gente que asegura que cuando hay tempestad
las olas las provoca Miguel luchando a muerte con el Mar.


Con la frente marchita – Joaquín Sabina
Sabina es un monstruo de las letras; un poeta bandolero, maestro en expresar lo alto y lo sórdido, con frases construidas como orfebre. En esta canción relata de forma exquisitamente cortazariana las escenas que compartía con un amor que ya no está:
Sentados en corro merendábamos besos y porros, y las horas pasaban de prisa entre el humo y la risa. Con la frente marchita cantaba Gardel, y entre citas de Borges, Evita bailaba con Freud. Ya llovió desde aquel chaparrón hasta hoy.

El momento más perfecto:
Mándame una postal de San Telmo. Adiós, cuídate.
Y sonó entre tú y yo el silbato del tren.

Si hay una escena de despedida más melancólica que ésta en una canción, no la he escuchado.

  

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