No creo ser el único que odie al Correcaminos, a Speedy González, a
Piolín y a Jerry, y que siempre haya deseado que el Coyote, Silvestre y Tom
algún día los pescaran para hacérselas pagar todas juntas. Me parece que muchos
de los animadores de Warner Bros. y similares deben haber estado sacando sus
tendencias sociópatas en sus dibujos, porque justo acabo de ver un capítulo de
Tom y Jerry donde entre el ratón y un canario, le hacen creer a Tom que le dan
un balazo en el corazón, por lo que Tom se desmaya del susto y de hecho parece
que está muerto. ¿La reacción? Jerry y el canario se ponen a bailar al lado de
su ‘cadáver’. Qué bestia.
Itchy y Scratchy, de los Simpsons, que empezaron como parodia de la
violencia de las caricaturas que ha existido desde siempre, se transformaron en
violencia en sí misma; los capítulos de los que hablo son de los 50s, y ya
antes hablé de escenas tenebrosas en caricaturas desde los 30s a los 60s.
Pero hoy quiero hablar de los genios, no de los sicópatas, aunque
seguramente hay traslape. Las caricaturas clásicas fueron pioneras en todo tipo
de exploraciones, no sólo de humor sino de representación. Por ejemplo, Porky
in Wackyland (1938) lleva al cerdito a una búsqueda del “último pájaro Dodo” a
través de paisajes surrealistas inspirados en Dalí:
y conociendo un personaje estrambótico tras otro, como el hombre de tres
cabezas que se la pasan cacheteándose y picándose los ojos uno al otro. De
hecho, este episodio le ganó por 60 años a CatDog:
Ese episodio de Porky, según me entero, está en el número 8 de “las mejores animaciones de la historia”, elegidas por ilustradores y animadores. Y
sí, se lo merece, pero ya que me pongo a ver la lista veo que estoy en
desacuerdo con el número 1, que sí es buenísima: What’s Opera, Doc? (1957), que es un episodio donde Bugs Bunny y
Elmer se persiguen como siempre, pero usando partes de óperas famosas.
Al parecer es una obra maestra y tal y cual, pero la verdad yo prefiero
Bugs Bonnets, un episodio del año anterior (del mismo animador) y que es
simplemente magistral: los mismos dos personajes se la pasan cambiando de
personalidad cada 10 segundos cuando un camión con sombreros abre sus puertas
por accidente y sus contenidos les van cayendo en la cabeza:
En el puesto número 2 de la lista, está Duck Amuck (1953), un episodio
del Pato Lucas que no le pondría ningún pero si estuviera en primer lugar. Es
de nuevo del mismo director, Chuck Jones - que es como el Einstein de las animaciones
- con una historia de Michael Maltese y en este corto muestran su lado oscuro y se ponen “meta”, con un dibujante
sádico que atormenta al Pato Lucas con su tinta:
quitándole la voz…
convirtiéndolo en una quimera extraña…
y hasta amenazando con borrarlo por completo.
Es una meditación oscura, y realmente es una obra maestra.
Pero mis lectores que más me conocen seguramente saben que voy a
despotricar contra esa lista porque no incluye NI UN SOLO episodio de la
Pantera Rosa, que ya sabemos que está más allá del bien y del mal. ¿Cómo no
incluir Psychedelic Pink (1968), un despliegue virtuoso de alucinaciones ácidas
donde la Pantera recorre una librería en la que las letras se convierten en
ametralladoras, los pensamientos en focos, y hay máquinas de luces que te
encienden el cigarrillo? Blasfemia.
Para un capítulo menos conocido pero igual de surrealista, busque el
lector Sherlock Pink (1976), que aunque ya no es de la época clásica no deja de
ser magnífico, y donde la Pantera persigue a un ladrón de pasteles hasta una
mansión imposible, en donde las escaleras desafían la gravedad y las luces se
convierten en burbujas:
VIDEO DEL DÍA
Voy a dejar un video de Tom y Jerry, que aunque no son santo de mi
devoción, el episodio de Designs on Jerry (1953) es simplemente fantástico por
su combinación imaginativa de lo “real” con la súbita vida que toman los
dibujos de Tom, tratando de crear una de sus trampas para ratón estilo RubeGoldberg:
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