Una vez leí un cuento del que no recuerdo el autor, en el que un
matrimonio había llegado a un pequeño templo en una montaña que veía al mar.
Viéndolo dilapidado y abandonado, se dedicaron a restaurarlo, a colgar de nuevo
las pinturas, a barrer los jardines y a volver a encender el incienso. Tras un
tiempo, el templo quedó listo de nuevo y ellos hicieron ahí su hogar por muchos
años. Los dioses viendo esto, tomaron forma humana y llegaron al templo un día,
diciendo al hombre y la mujer:
“Hemos visto su piedad y nos ha complacido. Venimos a ofrecerles la
gracia que pidan en recompensa. Fortuna, tierras… todo está a su alcance.
Deliberen y hagan su petición.”
El hombre se fue con su mujer a un salón apartado y tras un corto lapso,
regresaron ante los dioses, que preguntaron por la decisión.
“Queremos morir al mismo tiempo.”
Los dioses asintieron con una sonrisa, y tras una larga vida en el
templo, les concedieron esa alta gracia: la de no tener que sufrir la pérdida de quien
tanto habían amado.
Las historias de amor son tantas y tan variadas como quienes las viven,
las imaginan y las escriben, y todas están basadas en compartir. Lo más común
es una comunión emocional y la idea de envejecer juntos, como la
descrita. Pero también existe —mezclada, por supuesto— la comunión de la mente. Aquí pongo dos ejemplos.
LA MENTE:
Li Qingzhao (1081—1141), fue una famosa poetisa china de la dinastía
Song, y aquí, en un epílogo que escribió para la publicación póstuma del Jin
Shi Lu, un tratado sobre epigrafía escrito por su marido Zhao Mingzhen, describe
el placer intelectual que ambos compartieron:
Ambos éramos de muy buena memoria, y sentados en el salón después de la cena, solíamos preparar el té y ver el librero donde estaban las pilas de libros. Uno de nosotros mencionaba un pasaje, y cada quien hacíamos una apuesta para adivinar en qué libro y en qué capítulo se encontraban tales palabras. Quien estuviera en lo correcto podía tomar primero su taza de té. Cuando alguien ganaba la apuesta, levantaba la taza de té tan alto y con tanta risa que el té a veces caía sobre nuestros vestidos. ¡Ah, éramos felices de poder vivir así, tan sólo deseando poder envejecer de ese modo! Y así llevábamos nuestras cabezas en alto aunque vivíamos en la pobreza. Con el tiempo nuestra colección de libros creció y creció, y los textos se desparramaban en mesas y sillas y mesas… y los disfrutábamos con nuestros ojos y nuestros corazones; planeábamos y discutíamos sobre ellos, y nuestra dicha era mucho mayor que la de aquellos que coleccionan caballos o bailan hasta cansarse.
LA EMOCIÓN:
Abandonarse, olvidarse y unir inextricablemente la propia vida a la de
alguien más, es quizá el tema más consistente en el canto de amor. José María
Cano, del grupo pop Mecano, lo puso muy bien en la canción Tú:
Tú me has hecho dimitir
y hoy ‘Yo’ se dice así: ‘Tú’.
Aquí hay otra forma de expresarlo, en un poema que Madam Kuan (Guan
Daosheng) —pintora y maestra en la corte durante la dinastía Yuan— que hizo
para su esposo, el también pintor Zhao Mengfu:
Toma un trozo de arcilla, mójala, fórmala
y con ella haz una imagen mía y una imagen tuya.
Entonces rómpelas en pedazos,
y pon de nuevo agua en ellas.
Tómalas, fórmalas
y de nuevo haz con la arcilla una imagen mía
y una imagen tuya.
Ahí en mi arcilla hay un poco de ti,
ahí en tu arcilla hay un poco de mí,
y nada puede ya desentrañarlas.
Así en vida dormiremos sobre la misma manta
y tras dejar el mundo nos enterrarán juntos para reposar.
VIDEO DEL DÍA
Private Fires, del compositor y multi-instrumentista suizo Andreas Vollenweider, cuenta la historia de dos amantes que añoran el tiempo en el que su mundo no era más que de ellos dos:
But we were happy here
With our simple life
It was our whole life.
And we were happy here
Before the news came
That the world was small
And the roar was loud
And not quite so distant after all
I remember how it felt before the fall
I remember the day when we heard the call
And the walls came down
And our perfect dream was gone
Buenos relatos acerca del amor eterno..aunque llego a notar posesión entre la pareja
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