miércoles, 19 de febrero de 2020

El señor Guo en el retiro





Para el señor Guo Chongdao

El señor Guo Chongdao fue de mis primeros amigos en China, a pesar de nuestra diferencia de edades. Y fue de mis primeros amigos porque habla español perfectamente, ya que empezó a estudiar el idioma en 1954, cuando a nadie aquí se le pasaba por la cabeza que el español fuera importante. Pero como las clases de ruso estaban saturadas, se le ocurrió tomarlo y esto fue para bien, porque el resto de su vida ha estado relacionada íntimamente con países de habla hispana, en particular con México.
Cuando terminó su carrera, fue asignado prontamente a oficinas de gobierno relacionadas con temas internacionales y se pasó un número de años estudiando el potencial de relaciones con Latinoamérica, hasta que en 1982 fue asignado como Agregado Comercial en la Embajada China en México, donde se quedó desempeñando ese trabajo hasta 1996.
Durante esos 14 años el señor Guo fue de los pioneros en abrir las relaciones bilaterales, cuando China no figuraba en el mapa y llevar y traer a empresarios y oficiales de un lado a otro en apenas los primeros escarceos, era una labor de convencimiento intensa. Así el señor Guo viajó por todo el país, y conoce más México que la mayoría de los mexicanos, además de que fue quien primero empezó a establecer relaciones con empresarios que hicieron joint-ventures con empresas chinas en uno y otro país.
Hoy el señor Guo está retirado y vive tranquilo en Hangzhou, una de las ciudades más turísticas de China y mi ciudad adoptiva. Cuando lo conocí, nos veíamos al lado del famoso Lago del Oeste para pasear por su orilla y conversar acerca del enorme potencial en la relación de nuestros países, que más de 30 años después de que él empezó sus esfuerzos de acercamiento sigue sin explotarse a cabalidad. El señor Guo aún está en el rolodex de muchos empresarios mexicanos que, si bien por su edad ya no lo invitan a hacer el largo viaje, sí lo consultan seguido y él está siempre dispuesto a seguir dando consejo.
Una de sus actividades favoritas era ir a uno de los establecimientos donde se podía “jugar a la bolsa”: esto es, un salón en donde la gente se podía sentar y observar en grandes pantallas los movimientos de la bolsa de Shanghai, usando sus celulares ó laptops para comprar y vender acciones. Era, en pocas palabras, un casino pero con acciones y desde hace algunos años la gente lo sigue practicando pero ahora usando aplicaciones especiales en sus celulares.
Antes y ahora, el señor Guo no apuesta: con su libreta y su lápiz, toma apuntes, hace cálculos y gráficas, y predice resultados, lo que le produce un gran placer. En uno de aquellos lejanos paseos al lado del lago le pregunté por su curioso hobby y me contestó: “Hay que mantener la mente ocupada para no estar pensando en tonterías.”
Hoy, que me paso los días tomando apuntes y haciendo cálculos y gráficas acerca del comportamiento de un virus, pienso seguido en el señor Guo. Hace un par de horas le llamé y me asegura que está bien; que cumple la cuarentena más por su avanzada edad que por detener sus deseos de caminar por el lago. Me dice que ve los dibujos de mi niña que publico en WeChat, y que en cuanto nos veamos tenemos que ir a comer a su restaurante favorito, donde lo conocen de años y le tienen reservada siempre su mesa favorita: lejos de la puerta principal, donde no hay corrientes de aire. Espero obtener mi “permiso verde” pronto, para poder regresar a Hangzhou y tomar té con mi querido amigo de tantos años.
Mientras, trato de no pensar en tonterías.

   

3 comentarios:

  1. Cuando veas al señor Guo, entrega el respetuoso saludo de otro mexicano.

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  2. Me gusto tu historia. Describe bien al buen Señor Guo.

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  3. Señor Guo de ésas lindas personitas que la vida nos presenta que se convierten en nuestros guias que nos protege n las espaldas y abren nuestros ojos ante la adversidad el conocimiento y la belleza de vivir. Gracias Sr. Guo y gracias por compartir tu experiencia

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