Me encantaría ponerme
a discutir el concepto estético japonés del wabi-sabi, donde la
imperfección y la impermanencia juegan un papel fundamental en el arte, y son
muy difíciles de traducir y explicar en términos occidentales.
Pero lo que me ocupa
hoy es mucho más inexplicable, y es la reacción de las autoridades japonesas
ante la crisis mundial del coronavirus. Veamos los hechos conocidos:
Este nuevo virus es
altamente contagioso y aunque su letalidad es baja, puede causar caos en los sistemas
sanitarios por el volumen de personas infectadas, como ya lo hemos visto en
China. Además, tiene periodos largos de incubación (desde 5 días y se han
reportado casos extremos de más de 20), se confunde con otros padecimientos
estacionales, y las pruebas más usadas pueden dar falsos negativos con mucha
frecuencia. En suma, es una pesadilla de bicho y el mundo lo ha observado por
más de un mes.
Sin embargo, tras
registrar el foco de infección más denso del mundo en el crucero Diamond
Princess, con casi 3000 pasajeros y más de 600 infectados, las autoridades japonesas
no sólo dejaron salir a todo mundo del barco y los enviaron a sus casas con
mínimas medidas de seguridad el 21 de febrero, sino que se han comportado con
una negligencia extraordinaria desde entonces.
DIMENSIONAMIENTO
y aquí podemos ver el
aumento absoluto y porcentual día a día:
Antes del desembarco,
los aumentos porcentuales (19%) se comparan con la fase más acelerada de
contagio en China antes de que empezara a disminuir (4 febrero):
Siendo además un
ambiente cerrado y de fácil contagio, no es aventurado pensar que los 600 casos
confirmados no sean el total de gente infectada. Además de estas personas que
han sido regresadas a sus casas, se han encontrado casos con cadenas de
infección aún no identificadas, lo que debería de encender todos los focos
rojos de las autoridades.
Pero se han mostrado
impávidos, sin cancelar eventos masivos como maratones y festivales donde la
gente está en proximidad constante durante horas, como el caso extremo del Hadaka
Matsuri (el de la imagen al principio de este artículo). Además, han dicho explícitamente
que la economía es prioridad y que no es juicioso hacer que la gente se
quede en casa y pierda horas de trabajo.
Lo que no es juicioso
en absoluto es minimizar el riesgo del Diamond Princess: Inglaterra
y EEUU acaban de confirmar cuatro y cinco casos respectivamente, provenientes
del crucero. EEUU incluso aceptó llevar en un avión a 14 personas que fueron
confirmadas positivas de último minuto por los japoneses.
ACCIONES E INACCIONES
La OMS ha emitido
recomendaciones de ponerse en alta alerta: Corea
del Sur se ha puesto en modo cuasi-militar para contener un brote súbito que
se acerca a los mil casos; Italia ha visto una
explosión de más de 200 casos y ha hecho lo propio cancelando torneos de futbol
y hasta el Carnaval de Venecia. España ha
puesto en cuarentena a toda una clase por el viaje a Italia de un solo alumno.
Mientras, en
Hokkaido una mujer que entregaba comida a una escuela primaria dio positivo,
y la respuesta fue cerrar la escuela un día; y el Fashion Week Tokyo
(marzo 16-21), el show de modas más grande del país, tiene 12 mil boletos vendidos
y parsimoniosamente avisa
que el 2 de marzo decidirán si continúan con el plan o no.
La gente en Japón ha
empezado a alarmarse. En Twitter, varios médicos dudan de los
números oficiales (137 al 25 de febrero) y recomiendan no entrar
en pánico, mientras que varias
personas protestan
porque los hospitales no aplican la prueba del coronavirus a menos que hayan estado
en China recientemente o hayan estado en contacto con un caso positivo.
Esperemos que la
seriedad de la epidemia sea pronto reconocida y que las autoridades apliquen sin
demora los Tres Pilares que se explican en
este artículo: Vigilancia, Planeación Sanitaria, y Comunicación.
Lo mismo va para el resto del mundo.