Antes he dicho que definir la experiencia del
amor es una empresa prácticamente infinita: una
definición por cada alma que la ha experimentado. ¿Cómo será entonces la
definición de la vida, que engloba al amor y mucho más?
Curiosamente, la vida se ha definido de
forma mucho más sencilla, básicamente como esfuerzo o gozo alternados. Claro
que cada pensador o corriente filosófica carga la mano de uno u otro lado:
Así, tenemos a poetas (tristes) o
religiones (casi tristes por definición) que la ven más como “un mar de
lágrimas”; o del otro lado de la barda, poetas (exaltados) e ideologías (peligrosamente
igual de exaltadas) que la ven como gozo constante o alguna empresa que
requiere que tú y que toda la sociedad ponga una mirada beatífica mirando al
horizonte para luchar/esperar/pregonar un gozo en un horizonte que nunca
termina de llegar.
Como todos los extremos, ambos se
equivocan porque la vida no es una joya terminada sino más bien el recorrido de
un equilibrista en la cuerda floja.
La vida, más razonablemente, es lo que
hacemos de ella. La actitud ante ella es lo que la forma: así puede San Juan sentirse
libre en su mazmorra o los grandes emperadores pueden sentirse esclavos de su propio
poder.
¿Qué se necesita entonces para la libertad?
El arrojo para tomar la Oportunidad, que por
buena razón la
pintan calva. El entusiasmo que viene de saber que es efímera y que hay todo
por descubrir; la filosofía para aceptar los reveses y saber que habrá forma de
empezar de nuevo. La sagacidad para entender las reglas, saber llevarlas y
saber romperlas.
Y el buen humor para comprender que todas
estas cosas las engloba una y sólo una actividad humana:
Cuando eres niño, crees que la vida es juego;cuando eres adulto, entiendes que la vida es juego.
Gracias a @VMOSN, la frase es cortesía suya; el rollo patatero es mío.
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