lunes, 28 de octubre de 2019

50 vueltas al sol en una nave azul


Para mi hermana Sara, mis hermanos Alejandro y Óscar,
y para todos ustedes que juntos hemos decidido ser familia.

No tiene mucho de particular que un costal de carne y huesos se la haya pasado respirando, comiendo tacos y deambulando por la tierra durante poco más de 18 mil días.
He pasado por lo mismo que pasamos todos, detalles más, detalles menos. Ir de aquí para allá a veces con pausa y casi siempre con prisa, aprender un oficio, compartir, mentir, alegrarse con las auroras, cometer miles de estupideces y tener la suerte de enmendar una o dos de ellas, llorar pérdidas, renovar esperanzas que creías idas, recoger pedazos de corazón roto y arrepentirse al ver a alguien recoger pedazos del suyo.
Nada fuera de lo común.
Pero lo que celebro hoy no es la permanencia de mi cuerpo sino la riqueza inmerecida que me han dado aquellos a quienes he conocido. Si Borges dijo que se enorgullecía no de lo que había escrito sino de lo que había leído, así me enorgullezco yo de quienes me han formado.
He tenido a la mejor familia del mundo, y he tenido a los mejores amigos del mundo.
A todos ustedes, que me han compartido lo más valioso que tienen: su tiempo, y que me han ayudado a llenar con sus cualidades esta vasija que soy: a ustedes, gracias.
Schrodinger se preguntaba, ¿qué si la conciencia es un singular cuyo plural no podemos imaginar? ¿Qué si nuestros ojos son la forma en la que el universo se ve a sí mismo?
Pues yo sí me lo puedo medio imaginar, gracias a ustedes: porque a través de sus ojos me han ayudado a ver el mundo de muchas formas y me han hecho ser mejor.
Gracias a todos por acompañarme en esta nave azul pálido, en estas 50 vueltas al sol, sean décadas o pocos meses los que hayamos compartido, estemos cerca o al otro lado del océano. Somos ojos emparentados para ver juntos el mundo.


  

lunes, 21 de octubre de 2019

Buenas intenciones, malas políticas

El presidente: una persona con cualidades y acciones que le permitieron llegar al poder pero que una vez en él, esas mismas cualidades le limitan muchísimo. Veamos. El creer de forma inamovible en sus ideas, el tesón de décadas, el recorrer el país de arriba abajo a pie y el ponerse en contacto directo con la gente para poder hablarles a cada uno de ellos en su idioma, con una sensibilidad que nadie de sus opositores tenía. Además, se benefició de estar en el lugar justo en el momento justo: el poder que había controlado el país por décadas, había acumulado un rechazo generalizado y de esa forma le fue más fácil cohesionar a la gente para asestarle un golpe mortal y desmantelarlo con miras a lograr una renovación total del sistema. 

El problema fatal es este: un líder puede unificar a una nación en torno a un alto ideal, pero una vez en el poder, la ignorancia técnica puede dar al traste con todo. Dos cosas juntas se convierten en una receta para el desastre; primeramente, la ya referida: ignorancia de temas técnicos. En segundo lugar, una fe inamovible en sus ideales y en la creencia de que el poder confiere capacidades mágicas. Esto es, creer que la sola enunciación de una idea, basta para que esa idea se materialice de forma instantánea y perfecta. De esta manera, con una idea muy nebulosa del funcionamiento macro de un país, se pone a listar ideas que si bien responden a una buena intención de mejora, ni son razonables ni están actualizadas con las circunstancias del país.

Este solo problema sería tratable si no estuviera combinado con otro: el rodearse de gente cuya principal cualidad es la lealtad por encima de todo. Este tipo de gente, llamada en inglés yes men (“los que sólo dicen que sí”) crea un peligrosísimo círculo de mentiras en torno al líder: una mala idea no sólo no es refutada oportunamente, sino que se intenta implementar y además se empiezan a crear reportes positivos pero falsos, para dar la apariencia de que “el movimiento” es siempre perfecto y que no acepta errores nunca. Esto no sólo es muy pernicioso para la economía, sino que refuerza el nefasto culto a la personalidad del líder, haciéndolo cada vez más inamovible. En los casos en los que los errores son evidentes, siempre se puede culpar a actores externos y malévolos. Estas acciones, acumuladas, desembocan entonces en catástrofe económica, aislamiento internacional y la peor hambruna de la historia moderna. 

Ah, me olvidaba: estoy hablando de Mao Tse-tung.



VIDEO DEL DÍA   

Podría ser que existan más dimensiones, pero no serían exactamente como las ponen en relatos fantásticos, de donde vienen enemigos de Superman y Dr. Who. Para entender qué son, este video es excelente:



  

La importancia de tener un buen malo

En 2015 se acuñó la frase de la “Gran Muralla de Arena”, una operación china para crear islas artificiales en el Mar del Sur de China y reclamar territorios en aguas que han sido disputadas por varios países desde hace décadas. La prensa internacional acogió la noticia con entusiasmo y por supuesto asumiendo una retórica de inminente peligro bélico en la región, diciendo incluso que un enfrentamiento entre EEUU y el país oriental era inminente.

Para un imperio —y EEUU desde luego que lo es— es importante tener un “buen malo” para poder usar la narrativa clásica de conflicto disponible en todo momento; todos los imperios lo han hecho y siempre es bueno tener cualquier “punto rojo” a la mano. La historia está llena de pequeños detonadores: incidentes menores en sí mismos, pero usados como excusa para comenzar un conflicto que se desea desde antes. El poner en obvio peligro al barco Lusitania en 1915, que fue hundido por los alemanes, fue el punto de entrada de EEUU a la Primera Guerra Mundial. El “Incidente del Puente de Marco Polo” de 1937, una balacera menor, fue usada por los japoneses para declarar la guerra a China, algo que ya deseaban tiempo atrás. Más recientemente Bush usó de forma infame el espectro de las armas de destrucción masiva para poder invadir Irak.

A lo largo de la historia moderna, EEUU ha usado a los rusos y a los árabes como buenos “malos” para su narrativa de guerra. Pero China tiene un lugar especial: su “maldad” no se restringe a una coyuntura histórica como la Guerra Fría ó el mundo post-9/11. China, desde 1850 más o menos, siempre ha sido el “peligro amarillo” y es inherentemente amenazante; ya en los 30s el héroe (rubio) Flash Gordon luchaba contra el Despiadado Ming, una caricatura de mandarín chino. En los 60s Mafalda se preocupaba de que los chinos trabajaban mientras ella dormía, y decía abiertamente que eran “un peligro para el mundo occidental”.

Ese no es ni con mucho un chiste aislado; si usted busca "Mafalda, chinos" le van a aparecer más de una docena de chistes similares, incluyendo algunos racistas.


Volviendo al tema: el reclamo territorial de China en las Islas Spratly se tomó en ese momento, claro, haciendo resaltar la “asertividad china” en aguas internacionales, pero la verdad es que en esas aguas Vietnam tiene 48 reclamos; Filipinas 8; China 8; Malasia 5 y Taiwán, 1. Estos reclamos empezaron a crecer en 1996 y en este tiempo Vietnam pasó de 24 a 48 (18 en los últimos 6 años), mientras que China no hizo ninguno y en 2015 era el único país que no tiene pistas aéreas ahí.

Cinco años después las Islas Spratly nadie las menciona, pero se ha desatado una guerra comercial por nuevas razones, incluyendo lo que se percibe como una amenaza a la hegemonía tecnológica del imperio (léase telecomunicaciones y computación de siguiente generación).

Es un problema con muchas aristas, pero a quién le importa cuando tienes un buen malo para usar.