domingo, 15 de septiembre de 2019

Todos los siervos del Señor, todas las plegarias del mundo


Por Petra Campbell
(Ver original en: "Oh God please don´t let him die")



Los Testigos de Jehová venían mucho a la casa. Si no estaban mis padres en casa, los dejaba entrar y los escuchaba por pura curiosidad. Ellos creen que los 64 libros de la Biblia son la palabra literal de Dios y que son históricamente correctos. Los pobres pioneros que tocaban a la puerta vivían frugalmente, pasaban 18 horas a la semana importunando gente además de sus trabajos, y podían ser cortados de la congregación por cosas tan simples como beber una cerveza. Los Testigos son “desobedientes”, sin embargo, respecto a actividades de otras personas: no hacen servicio militar ni de jurado, no votan, no celebran Navidad ni Pascua ni otras festividades, no te hacen fiesta de cumpleaños. Si Jesús no pidió que le festejaran su cumple, ¿por qué lo debíamos hacer nosotros? Es la lógica.
Lo que más recuerdo es cómo hablaban del Fin del Mundo, igual que Jesús habló en aquellos tiempos cuando el fin del mundo no sucedió. Los Testigos piensan que estos días son los últimos días de la humanidad y que pronto llegará la batalla final entre el bien y el mal. Han estado dando lata con esto durante los 148 años desde que Charles Taze Russel inventó su movimiento.
Veamos: era ya una adolescente en preparatoria. Mis padres eran dueños de nuestra casa, teníamos bastante comida, mi equipo de netball iba rumbo a la final. Las albercas donde nadábamos estaban limpias y frescas, había árboles hasta donde alcanzaba la vista y todos estaban llenos de pájaros. La vida en esta mi Australia de los 70s era buena, ¿cómo podía ser inminente el fin del mundo?
Me parecían tan raros.
Además, los Testigos nunca sabían bien a bien cuándo debían retirarse. Venían a la casa una y otra vez porque creen en la técnica de conversión paulatina por medio del hartazgo. Debían ponerse felices cada vez que veían que no estaban los adultos: los niños éramos indicadores de desempeño fáciles de obtener.

Por cierto, los Testigos siempre se me confundían con los Adventistas del Séptimo Día. Los adventistas también creen que la Biblia es una guía a prueba de todo, porque sus autores fueron inspirados por Dios y eso quiere decir que es 100% exacta en lo que dice, incluyendo la Creación de seis días. Al igual que los Testigos, son muy puritanos: no fuman, no beben, no usan drogas, no socializan; no se visten con lujo y las mujeres no usan joyas. Pueden ver programas educativos en la tele, pero nada de películas, porque ya sabemos que las películas pervierten el alma y son en parte responsables del estado de decadencia en el que se encuentra la sociedad. Justifican su rechazo al servicio militar por su estricta observancia del excelente y tristemente ignorado Sexto Mandamiento, que es no matar. Por otro lado, ven al cuerpo como un templo que debe ser nutrido sanamente, de preferencia con cosas verdes. El médico y nutriólogo John Harvey Kellogg era adventista: creó los Corn Flakes para sustituir la ingente cantidad de grasa del típico desayuno inglés. Estoy bastante segura de que Mr. Kellogg se estaría retorciendo en su tumba si viera la cantidad de azúcar que le ponen a sus productos hoy en día. Otra empresa que es adventista es la Sanitarium Health and Well Being Co., que produce los Weet-Bix, el cereal australiano favorito “por su alto contenido proteínico”; y por cierto que en nuestra mesa siempre teníamos tanto Corn Flakes como Weet-Bix disponibles para el desayuno.
Pero a diferencia de los Testigos, los adventistas se toman el sábado libre, siendo el Sabbath bíblico el séptimo día de la semana. Y ya que “adviento” significa que Cristo volverá al mundo en un séptimo día, necesitan tomárselo libre y estar preparados por si las moscas.
Esto del adventismo es otra invención patriarcal Made in USA: una de 56 religiones creadas en los siglos 18 y 19, como una especie de apropiación americana, que fue llamada “El Gran Despertar.” Aunque bueno, también ese despertar fue uno de tres grandes despertares, que aparentemente despertaron a Europa y a EEUU entre 1730 y principios del siglo 20.
El Sr. William Miller dijo en aquel entonces que Jesús haría una sensacional aparición el 22 de octubre de 1844, pero desafortunadamente para él, Jesús tenía algunos otros asuntos qué atender y no llegó a la cita. Este gran no-evento pasó a ser conocido como La Gran Desilusión y muchos de los seguidores de Miller, desilusionados, dejaron el movimiento.
¿Qué hacer, cómo componerle?
Pues nada, que uno de sus seguidores se puso a improvisar: Ellen G. White dijo que Miller no había profetizado con claridad; seguramente si Ellen estuviera hoy en Hollywood sería una excelente escritora de secuelas. Pues miren: ella explicó que Jesús de hecho sí había venido, pero, ¡no a la Tierra! Claro, de hecho había ido “al lugar más sagrado” del templo celestial (flotando en algún lugar del espacio supradimensional), y que ahí se había entretenido en barrer todos los vestigios malignos que encontraba. Al terminar, ENTONCES regresaría a nuestro mundo a seguir la purga, pero ahora de humanos. Copiando a los Testigos, dijo también que la Segunda Venida sería “muy pronto” pero sin dar una fecha exacta, faltaba más. “Muy pronto” suena como que podría pasar durante nuestras vidas, ¡y hasta en cualquier momento! Es más fácil mantener seguidores con un vago “muy pronto” que confirmar una fecha en la que no pase nada.
Así que esta resurrección del adventismo convirtió a Ellen en una profetisa. Bueno, por lo menos una mujer profeta para variar.
Ahora bien, cuando Cristo regrese, primero va a ir a visitar a los adventistas en EEUU y ya después a los que estén en otros lados. En ese día, los injustos morirán; los justos que ya estén muertos volverán a la vida, y junto con los justos que estén vivos (o sea nosotros), se irán todos al Cielo. Así que, si eres de los justos y estás vivo, lo sentimos mucho pero te vas a morir e ir al Cielo aunque no quieras. Aunque hubieras querido vivir otro poquito aquí abajo.
Después de que nos hayan sacado de la vida de tal forma, pasarán mil años (el Milenio) durante los cuales la Tierra se quedará desierta, salvo por Satanás y sus ayudantes. Mientras que nosotros los justos estamos viviendo con Dios en el Cielo, los “inicuos muertos” estarán siendo juzgados en medio de un desmadre de fuego y azufre.
PERO LUEGO, cuando pasen esos mil años, todos nosotros —o sea los buenos— volvemos a la Tierra a ver esta escena: todos los inicuos vuelven de la muerte estilo zombi y, junto con los inicuos vivos —incluyendo a Satanás— son ejecutados vía bola de fuego. Y ya. No se van a ningún otro lado, simplemente son incinerados para fertilizar la tierra con todo ese fósforo no biodegradable, de modo que la humanidad arranque de nuevo (y si Dios agrega agua para disolver todo ese calcio). O sea que sería como una Tierra cubierta de jabón, pero luego eso quizá contamine la tierra… um.
Bueno sea como sea, por el resto de los tiempos, Dios y la humanidad vivirán felices en el paraíso para siempre jamás.
Esta historia sí está más interesante, ¡casi como mis Aventuras de Nancy Drew!
Excepto que esas bolas de fuego casi seguro iban a destruir a todas las otras creaturas inocentes, plantas y animales, así que una vez que el mundo estuviera cubierto de ceniza y jabón, seguro iba a tardar más de un millón de años en volver a producir las especies que los humanos necesitamos para subsistir. Qué digo un millón, más bien de 3700 a 4100 millones de años.
Pero ah, la ciencia, quién la necesita…

Esto de la evangelización también es tema importante par los Mormones, así que ellos también llegaban a tocar la puerta con frecuencia. Los mormones son una denominación de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, otra más de esas religiones creadas en EEUU en el siglo 19. Los mormones creen que SÓLO ELLOS son la iglesia verdadera y que todas las demás están desencaminadas, pero para ser justos dicen que otras religiones por lo menos despiertan la conciencia espiritual de la humanidad.
Los mormones tienen 13 artículos de fe y uno de ellos es que no todo fue culpa de Adán; todos somos responsables de lo que hacemos así que se nos castiga o se nos recompensa de acuerdo a ellas. El pobre Adán debe sentirse reivindicado con esto; ya me lo imagino ataviado con su hoja de parra y con el puño levantado gritando cerca del manzano, “¡Les dije que no fue sólo mi culpa!”
Pero desgraciadamente, de aquí en adelante, las creencias van cuesta abajo.
De acuerdo a su página online (Latter Day Saints Dot Org), los mormones creen “en el don de hablar en lenguas, el don de profecía, la revelación, las visiones, la imposición de manos, la interpretación de lenguas, y otros dones.”
¿Y “otros dones”? ¿Cuáles son los otros dones? La imaginación se me descarría. Seguro doña Ellen G. White hubiera podido escribir una Ilíada y una Odisea tan sólo basándose en esa sola frase.
Los mormones también creen que Sión (la Nueva Jerusalén) será construida en EEUU porque claro que ahí es donde regresará Jesús, con su respectiva resurrección zombi. Afortunadamente para los estadounidenses, se han filmado más de 543 películas de zombis que son amplia documentación de referencia para cuando esto pase. PRO TIP: ¡pégales en la cabeza! Por alguna razón nadie parece aprenderse este truco anti-zombie en cada nueva película que sale.
Los mormones también piensan que la Biblia es la verdad literal, siempre y cuando haya sido traducida apropiadamente. Y como no creen que esto es lo que ha pasado, pues por supuesto que tienen su propia Biblia: El Libro de Mormón, el libro más correcto del mundo.
Joseph Smith, el fundador de los mormones, dijo que recibió una revelación de Dios —primero a través de un ángel y más tarde a través de un libro de oro, escrito en egipcio reformado. Ya que de repente se había vuelto experto en el idioma egipcio por la gracia de Dios, tradujo ese libro en lo que conocemos como el Libro de Mormón.
Los mormones dicen que tienen antepasados judíos a través de las tribus de Menasseh, Efraín y Judá, que migraron desde Jerusalén hasta un lugar desconocido en las Américas alrededor del año 600 a.C.,… ¿lo que quizás haría que los indios americanos fuesen judíos? Mejor no pensar mucho en eso.
Además, se ven a sí mismos como el Pueblo Elegido, pero estiman a los judíos como la “gente de la Alianza.” Naturalmente las religiones hebraicas rechazan tales afirmaciones, porque la Torah —que ese sí es el ÚNICO libro sagrado— se la dio Dios a Moisés en el Monte Sinaí para que se la diera a los judíos, el verdadero Pueblo Elegido.
La teología mormona sostiene que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son tres seres distintos y separados (pero no con la misma sustancia como en la Trinidad cristiana), mientras que los judíos creen que Dios es uno, así que es imposible tener una trinidad. Ninguna denominación judía reconoce a Jesús como divino, excepto Judíos por Jesús, una organización creada en los 70s en una tienda de Oxford Street en Sydney, Australia. Los Judíos por Jesús creen que Jesús es el verdadero mesías y que quienes lo traicionaron realmente regaron la manteca, para decirlo diplomáticamente. Su fundador, Moishe Rosen, se pasó 17 años tratando de convencer a otros judíos de esta idea, trabajando en una organización llamada Chosen People Ministries. 
De vuelta a los mormones, dicen que Dios tiene un cuerpo físico, está casado y puede tener hijos. Esto mortifica bastante a los judíos y a los hombres preponderantemente homosexuales del Vaticano, aunque por diferentes razones; a unos les repugna la idea de Dios teniendo sexo con mujeres, y los otros no creen que Dios tenga cuerpo físico y mucho menos que pueda tener progenie. Además, los judíos piensan que Dios es la única entidad a la que se le deben ofrecer plegarias: no a Jesús ni a María, ni al Espíritu Santo, ni a santos, reyes, reinas, Dalai Lamas ni emperadores, ni a Raj Patel, Maradona, el Duque de Edimburgo ni a nadie más que se crea divino y que por alguna razón convenza a otros de que en efecto lo es.
En la vida mormona uno no puede ser un dios estilo Dios, pero sí que puede reencarnar como uno. Esto es porque originalmente tanto Dios como Jesús eran humanos de otro planeta, y cuando reencarnaron, lo hicieron en nivel Dios. ¡Así que nosotros también podemos! Además, no necesitamos morir para convertirnos en profetas, como Jesús, Mahoma, Buda o Ellen G. White. Y LO MEJOR es que, si te conviertes en un verdadero mormón ortodoxo y te mudas a Utah, puedes ser parte de los 16 mil mormones que practican ahí la poligamia. Aunque bueno, esto también lo puedes hacer si te conviertes al Islam.
A diferencia de los judíos, que no hacen proselitismo y que no alientan la conversión, a los mormones sí que les gusta engrosar sus filas, aunque sea con muertos. Esto es por dos razones: primero, ellos creen que cuando mueres sigues viviendo en la siguiente vida, así que pueden bautizar muertos para salvarlos. Y en segundo lugar, les ayuda a legitimar su ascendencia hebrea. Para horror de muchos en la comunidad judía, los mormones empezaron a bautizar (o sea convertir) judíos muertos a la fe mormona, incluyendo a personajes famosos como Albert Einstein y Menachem Begin, así como a víctimas del Holocausto. A todas estas personas las añadieron luego a sus árboles genealógicos para mostrar cómo su iglesia está emparentada con este pueblo antiguo. Este robo de identidad espiritual post mórtem fue tan escandaloso que en 2005 forzó a la comunidad judía a cooperar con los mormones, creando un Comité Judeo-Mormón.
Pero los mormones tienen confianza en que un día los judíos verán con claridad y les darán la razón.

Todos nuestros vecinos eran Católicos. Creciendo en las Blue Mountains, no recuerdo haber visto a los movimientos evangélicos más exóticos por ahí, excepto cuando papá estaba cambiando los canales de la TV y por accidente se encontraba al famoso televangelista Billy Graham, que lo hacía desvariar. El escritor inglés Christopher Hitchens se refería a Graham como un “fraude abierto” y como un “hombre repugnantemente malvado.” Recuerdo que siendo niña pensaba que si el Diablo existía, seguramente tenía los ojos y la boca de Billy Graham.

El Evangelismo es un movimiento protestante no denominacional. Los evangélicos, como por ejemplo los Pentecostales, también dicen que la Biblia es literalmente verdad, es sin error, y se aplica hoy en día tal cual. Esto es, incluyendo el cortarle la mano a la esposa por desobediente, tener que comer bebés o vecinos por desobedecer a Dios, tener esclavos y darles palizas pero sin matarlos, ofrecer a tus hijas vírgenes (y menores de edad) a tus huéspedes, matar brujas y a cualquiera que use el nombre de Dios en vano, y otras cosas absurdas y espantosas. Curiosamente la mayor parte se refiere a cosas que sólo los hombres pueden hacer, y curiosamente, la mayor parte de esas cosas se las hacen a mujeres. Los evangélicos creen que su movimiento es un retorno a las bases del cristianismo, pero en una extraña contradicción, le dan prioridad a repetir las palabras del Evangelio por sobre el predicar con el ejemplo, o a vivir en pobreza como hacía Jesús. Porque la verdad quién quiere ser pobre.
El otro gran pilar del evangelismo es la doctrina de la salvación por la fe en la muerte redentora de Jesús, y la conversión personal. El ser “nacido de nuevo” es un momento súbito de reconocimiento de que Jesús es tu amigo del dedo chiquito y lo dices en voz alta. Algo así como gritar “¡El Señor está en mí, lo siento en míiiii!” y creerlo con todas tus fuerzas. El bautismo evangélico —eso de medio ahogarte en un lago— te lo hacen después de que has “nacido de nuevo”, no antes, y cuando sea más conveniente. Por ejemplo, los niños deben nacer de nuevo antes de ser bautizados. Pero esto también es muy conveniente para criminales que quieren salir de la cárcel antes de completar su sentencia y no encuentran un lago ahí para hacerlo; de modo que de repente descubren que Jesús había estado dentro de ellos y no su compañero de celda, en un momento de éxtasis.
El evangelismo empezó en Inglaterra allá por 1738 en el primero de esos referidos Grandes Despertares. En aquel tiempo, como hoy, ya eran acusados de fanatismo y de permitir que hombres sin educación alguna se convirtieran en predicadores itinerantes de sinsentidos. Tiempo después, resurgió con entusiasmo en EEUU, que hoy es el hogar de la mayor cantidad de cristianos evangélicos el mundo y que representan casi el 25% de su población.

El moderno movimiento Pentecostal surgió, claro, en EEUU, en 1900. Ese año, una estudiante de la Escuela Religiosa Charles F. Parham, en Kansas, espontáneamente empezó a hablar en chino. Y como en ese tiempo y en esa escuela nadie sabía bien a bien cómo sonaba el chino, todos los presentes lo declararon como un milagro de hablar en lenguas. Dice la historia que un par de días después el mismo Mr. Parham y otra docena de estudiantes también empezaron a hablar en lenguas, y naturalmente el buen Parham no vio más remedio que fundar el movimiento de Renacimiento Espiritual Pentecostal, en Texas, en 1905.
Los pentecostales —y el actual Primer Ministro de Australia es uno de ellos— son increíbles. Se pueden poner en éxtasis tales que empiezan a balbucear de forma incomprensible, aunque le siguen diciendo “hablar en lenguas.” Tienen sueños y visiones proféticas (¡Quiero ser Primer Ministro, voy a ser Primer Ministro!), pueden llevar a cabo exorcismos (¡Fuera, demócratas malditos!), pueden curar con imposición de manos (Quién necesita Seguro Social), y realizar otros milagros como jugar con serpientes venenosas y hacer que sus devotos donen el 10% de sus ingresos a la iglesia (millones y millones sin pagar impuestos, te damos las gracias Señor).
Vale la pena detenernos en la Iglesia de Hillsong, que está arrasando en el mercado pentecostal. Hillsong fue creada en Australia en 1977 por Frank Houston; si en EEUU pueden inventar religiones 1800 años después de la muerte de Jesús, porqué no podemos en Australia, ¿eh? Aunque para ser más específicos, Houston, un pedófilo declarado, no era australiano sino Kiwi (sin ofender, Nueva Zelanda). En fin, que nuestro twist australiano de alabanzas eufórico-carismáticas se transmite a 160 países, es un hit en YouTube, y tiene “iglesias” en Europa, Asia y las Américas, incluyendo 10 mega-iglesias. Una de las más grandes del mundo está en Corea del Sur: la Iglesia Yoido del Completo Evangelio que cada semana recibe nada menos que a 200 mil fieles.
El éxito mercadotécnico de los pentecostales como Hillsong no es ni nuevo ni propio de Australia. La técnica está probada: toma a los niños de 4 a 14 y engánchalos mientras sus cerebros son maleables. Hillsong le ofrece a estos jóvenes una ruta alterna a la fama, diferente a la que los deportes profesionales, Hollywood ó Sony le ofrecen a los más talentosos. Sí promueven también la ambición y ofrecen el éxito a través del deporte, el rock, el teatro y el sentido de pertenencia, pero todo impregnado con la infusión opiácea del mensaje cristiano.
De Hillsong —que desde luego goza de exenciones fiscales— se ha dicho que “no es una iglesia donde el pastor lava los pies de los menesterosos”, sino más bien es algo que puede describirse como un “complejo evangélico-industrial”, donde sus CEOs, Frank Houston y su esposa Bobbie, “son los líderes de una empresa multinacional de entretenimiento en multimedios.” A ambos se les ha acusado de enseñar una herejía, pues predican que “Dios quiere que seas rico y próspero para que seas una bendición para los demás”, casi hasta el punto de decir que “ser pobre es pecado.” Y es que otra cosa es que Hillsong no tiene ninguna supervisión eclesiástica; no hay ningún Papa que pueda revisar sus sermones para ver si dicen barrabasadas o contradicen la Biblia.
Joel Houston, CEO de Hillsong y cantante principal de la banda de rock Hillsong United, declaró en la televisora americana PBS que “la música tiene la capacidad de conectarse al corazón sin pasar por el cerebro, lo cual es bueno.”
Amén, hermanos.
Por que claro que quién quiere que el cerebro se inmiscuya cuando todos esos millones están entrando a las arcas, o quién quiere que alguien se pregunte por la legitimidad de los “milagros”, o por la relevancia de textos tan viejos que se escribieron en un vacío de pensamiento científico o hasta racional (o cuando la ciencia era tan sólo un embrión en la conciencia humana).
Aún si los Mandamientos del 5 al 10 son hoy relevantes, nuestro conocimiento ha evolucionado más allá de un mundo creado en seis días y de cosas como Génesis 1:28, “creced y multiplicaos”, porque en un mundo que se aproxima a los 10 mil millones de habitantes, la sostenibilidad representa un reto a nuestra supervivencia. Y eso de que el hombre “tenga dominio sobre los peces en el agua y sobre las aves y sobre las bestias, y sobre todos los animales que se mueven o se arrastran sobre la tierra” hay que repensarlo también, porque para el 2050 es probable que entre el 30 y 50% de las especies estén extintas o en peligro de extinción, y sólo en los últimos 27 años ha habido un declive de 82% en el total de insectos voladores en el mundo.
Necesitamos que estas especies sobrevivan para que nosotros mismos podamos sobrevivir, aparte del hecho de que tienen también derecho a la vida.
Pero en fin, otra cosa que no queremos es que la gente se pregunte porqué Dios crearía un planeta en donde una sola especie llamada Homo Sapiens podría acabar con prácticamente toda la vida en un tiempo infinitesimalmente más pequeño que el tiempo que la vida ha florecido en él. ¿Acaso ese Dios no fue a la clase de Ecología y Sustentabilidad en la Escuela Divina? ¿O es quizá el hijo malcriado y aburrido de un Dios Millonario, que reprobó el examen de Diseño de Planetas pero se lo quedó de todas formas, nomás para ver qué pasaba?
Desde luego, bailar y cantar “canciones de fe” es más divertido para un niño que estar en una iglesia vieja y lúgubre recitando himnos y escuchando sermones. EL peligro para naciones democráticas y seculares es que cuando estos niños crezcan, apoyen políticas públicas como esa de que “las exenciones fiscales para millonarios hacen que las cosas sean mejores”, o la de que “el que no tiene ni puede, no se merece ayuda del gobierno en tiempos de vacas flacas.” O aún peor, pensar que no hay que hacer nada contra el cambio climático, la sobrepoblación, las extinciones masivas de especies o el colapso ecológico, porque todos son “actos de la Providencia.” ¿Que se acaba el mundo? Pues fluye con él. Además, ya te lo habíamos profetizado, ahí está escrito en Revelaciones, donde se abren los sellos y tal. Lo bueno es que nosotros somos salvos: tú no, porque Dios salvará sólo a los suyos; los demás que se mueran y directo al perol.
Sí: curiosamente, los pentecostales también creen que ELLOS son los elegidos.

De vez en cuando podíamos ver a algún Hare Krishna caminando por la calle con sus ropas lilas y rosas, con sus cabezas rapadas y tocando un tambor mientras cantaban “Hare Krishna, Hare Krishna, Krishna Krishna, Hare Hare ...” La Sociedad Internacional de Hare Krishna (ISKCON) fue otro culto nacido en los EEUU en 1966, inspirado en las escrituras de la India, en particular el Bhagavad Gita, del siglo 15. Pero en el año 2000, las víctimas de abuso sexual ocurrido en los 70s y 80s presentaron una demanda de compensación contra ISKCON de 900 millones de dólares. George Harrison, de los Beatles, era fan de los Hare Krishna, a quienes hacía donaciones y cuya experiencia inmortalizó en su canción “Living in the Material World.”
Los Hare Krishna apenas tenían 10 años de existir cuando ya andaban tamborileando por Koala Road, cantando y vendiéndoles su Bhagavad Gita a mamá y papá. Todavía conservo ese libro por ahí. Hasta lo intenté leer alguna vez, pero ya sabes, una tipografía minúscula y con espaciamiento de 1.0 puntos era mucho pedir para mi yo de 15 años y con tareas de la escuela que acabar, un equipo de netball y chicos en quienes pensar. Y además ni siquiera había empezado la Biblia.
Así que mejor seguir con las Aventuras de Nancy Drew.
En cualquier caso, los mormones, pentecostales y todas las otras religiones que creen que son las más grandes, las más mejores y las más maravillosas del mundo mundial, están todas equivocadas porque los Hare, Krishna es la fuente de todos los avatares de Dios, es la “Personalidad Suprema de la Divinidad.” O sea, el Dios de los dioses.

Salvo por el pequeño detalle, que mi profe de inglés me dijo que también los Hare Krishna están mal. Mi profe era Bahai, o sea una religión persa fundada en 1863. Dicen ellos que los fundadores de todas las religiones son manifestaciones de Dios, pero que Dios mismo no puede ser conocido ni comprendido porque, cómo unos simples mortales vamos a poder comprender cómo se hizo el mundo. Sin embargo, podemos acercarnos a Dios si trabajamos por un mundo unido: usando la verdad, el amor y la bondad para crear prosperidad en todas las naciones, las razas, los credos y las clases, así como armonía entre la ciencia y la religión. Así hablaba y vivía mi profe de inglés. Pero por otro lado, también creen que la Gran Desilusión de Miller no fue tal: más bien dicen que Jesús sí vino al mundo el 23 de mayo de 1844, cuando un ancestro de los Bahai, llamado Bab (aka Siyyid Ali Muahhad Shirazi), declaró ser “el esperado”, aunque para evitar que lo mataran por herejía tuvo que decir que vendría otro esperado, un título que finalmente fue reclamado en 1863 por el fundador de la fe Bahai, Baha'u'llah.
La filosofía Bahai enerva a casi todas las otras religiones, porque trata de “otros” a todos los que no son de ellos. En especial irrita a los musulmanes de Irán, donde la fe Bahai se atrevió a nacer; porque en el Islam no hay más Dios que Alá, y el resto somos unos infieles.
Supongo que eso quiere decir que los musulmanes son los elegidos.

Por ahí en nuestro librero había también una copia de la Dianética, de Ron Hubbard. Nadie en la casa sabía o no quería confesar cómo había llegado ahí esa cosa, pero probablemente había sido culpa de mi padre, ese eterno curioso, el sabiondo para acabar con todos los sabiondos. La Dianética fue el libro fundacional de la Iglesia de la Cienciología, creada en 1952, por supuesto en EEUU. Hubbard no creía en dioses ni religiones: su rollo eran los alienígenas, el auto-desarrollo, la reencarnación y el hacer montañas de dinero. También escribió ficción: Mission Earth es, dicen, la quinta novela más larga del mundo. Casi tan larga como este post, vamos. Un millón 200 mil palabras.
Los cienciólogos creen que la gente somos extraterrestres inmortales llamados thetans, que hemos olvidado nuestra naturaleza original y estamos en la Tierra atrapados en cuerpos humanos. Cada thetan ha vivido muchas vidas, tanto en la Tierra en cuerpos físicos como en otros planetas. Y aquí viene lo bueno: si tomas clases (“auditorías”), puedes librarte de tu forma humana y hacerte un buen thetan original en toda regla.
Ahora bien, tienes que tomar todas las clases para poder liberar tu habilidad de controlar tu vida, la materia, el espacio y el tiempo, y convertirte en thetan. Tom Cruise ya casi lo logra: parece ser que está ya en nivel 7, de un total de 8; aunque yo creo que ya es un thetan hecho y derecho. ¿Qué cómo lo sé? Es obvio que Tom ha controlado su vida, la materia, la energía, el espacio y el tiempo, como podemos ver cada vez que salta entre rascacielos, se cuelga de aviones, y brinca entre carros a alta velocidad sin sufrir un rasguño. Y en La Momia conquistó el tiempo, así que yo digo que ya es un thetan genuino.  Yo sólo quiero saber si Tom va a reencarnar aquí en la Tierra ya que su cuerpo de Homo Sapiens expire, o si se va a ir a otro lado a hacer películas con aliens. En lo personal, Top Gun hizo latir mi corazoncito de forma acelerada y me dio lecciones para sobrevivir en Japón, así que quisiera que regresara aquí como un clon de sí mismo para que otras chicas puedan seguir babeando por él en el futuro Pero bueno, esa es mi opinión muy personal.
A lo que iba es que no es fácil convertirse en thetan. Ni barato tampoco. Tom Cruise puede pagarlo, pero los pentecostales comunes no gustan de esos métodos; les va más pensar en cosas y que éstas se hagan realidad por arte de magia.
La Iglesia de la Cienciología está legalmente reconocida como religión (entiéndase “exenta de impuestos”) en ocho países incluyendo EEUU y Australia. Algunos países más sensatos como Canadá, Reino Unido, Francia y Alemania se rehúsan a darle ese estatus porque la consideran un culto. La IdC ha sido acusada de lavado de cerebro, fraude, secuestro, extorsión, robo, manipulación de testigos y hasta homicidio. Bien visto, ha sido acusada de lo mismo que muchos Papas en la historia.

Pero la Cienciología no fue la única secta sicópata americana reclutando en Australia en los 70s, cuando yo estaba en la edad perfecta para ser robada. Estaban también los Niños de Dios. Su fundador decía que era un profeta, pero su secta no era otra cosa que un grupo de pedófilos violadores de niños. Otra, las Doce Tribus, les machacaban a los niños que el cristianismo es la Gran Ramera de Babilonia, y que Israel pronto verá restaurada su gloria. El capítulo australiano de Pentecostal Jesus People USA fue fundado por el polígamo millonario y miembro del Partido Comunista, Daniel Landy-Ariel. Este fulano operaba tres kibutz cuyos participantes debían aprender arameo y darle a él todas sus pertenencias. Y aunque Ballarat estaba muy lejos de mi pueblo como para que fuera un peligro de reclutamiento, un tal Scott Williams fundó Christian Assemblies International, una fachada pentecostal para un grupo de abusadores homosexuales, mientras que tomaba el 95% de los fondos de su secta para uso personal.
Estoy muy muy agradecida de que mis padres no estuvieran mal de la cabeza. Para cuando iba a la preparatoria, no me importaba en absoluto brincarme la clase de religión, mientras mis compañeros asistían a esas “sesiones de lavado de cerebro” como las llamaba papá.
Aún así, Dios estaba en mi vocabulario. Mis diarios estaban llenos tanto de blasfemias como de súplicas. No podía acudir a mamá y papá, porque por lo regular era de sus castigos de los que me quejaba con Dios.
Hasta 1984 cantábamos “Dios salve a la Reina” en las asambleas de la escuela. Algunos nos preguntábamos, de qué tenía Dios que salvarla. Mi papá me dijo que “del maldito socialismo.” Y pensé, si toda la escuela tiene que ponerse de pie, ver al cielo con reverencia y pedirle a Dios con voz afinada que salve a alguien tan importante como la reina, ¿qué se necesitaría para salvar a Stephen Grunders, un niño comatoso de 15 años en una de las colonias más lejanas de la reina? Aparentemente era pedir demasiado, aún con toda la comunidad de Blue Mountains orando.
Dios no escuchó nuestras plegarias. Tomó la vida de Stephen.


  

1 comentario:

  1. No recuerdo que Mission Earth fuera tan larga... Por otro lado, muy bueno el post. Creo que una de las mejores formas de darte cuenta de que ninguna religión (o ningún culto) es "la única verdad verdadera" es comparándolas y ver qué tienen muchos elementos en común, y cómo muchas de ellas producen el mismo mal...

    Saludos desde la tierra de los evangélicos, país al que Yisus visitará muy, muy pronto, ya lo verán todos los incrédulos (desde el infierno, por supuesto)!

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