Por Petra Campbell
Los Testigos de
Jehová venían mucho a la casa. Si no estaban mis padres en casa, los dejaba
entrar y los escuchaba por pura curiosidad. Ellos creen que los 64 libros de la
Biblia son la palabra literal de Dios y que son históricamente correctos. Los
pobres pioneros que tocaban a la puerta vivían frugalmente, pasaban 18 horas a
la semana importunando gente además de sus trabajos, y podían ser cortados de
la congregación por cosas tan simples como beber una cerveza. Los Testigos son
“desobedientes”, sin embargo, respecto a actividades de otras personas: no
hacen servicio militar ni de jurado, no votan, no celebran Navidad ni Pascua ni
otras festividades, no te hacen fiesta de cumpleaños. Si Jesús no pidió que le
festejaran su cumple, ¿por qué lo debíamos hacer nosotros? Es la lógica.
Lo que más recuerdo es
cómo hablaban del Fin del Mundo, igual que Jesús habló en aquellos tiempos
cuando el fin del mundo no sucedió. Los Testigos piensan que estos días son los
últimos días de la humanidad y que pronto llegará la batalla final entre el
bien y el mal. Han estado dando lata con esto durante los 148 años desde que
Charles Taze Russel inventó su movimiento.
Veamos: era ya una
adolescente en preparatoria. Mis padres eran dueños de nuestra casa, teníamos
bastante comida, mi equipo de netball iba rumbo a la final. Las albercas
donde nadábamos estaban limpias y frescas, había árboles hasta donde alcanzaba
la vista y todos estaban llenos de pájaros. La vida en esta mi Australia
de los 70s era buena, ¿cómo podía ser inminente el fin del mundo?
Me parecían tan
raros.
Además, los Testigos
nunca sabían bien a bien cuándo debían retirarse. Venían a la casa una y otra
vez porque creen en la técnica de conversión paulatina por medio del hartazgo.
Debían ponerse felices cada vez que veían que no estaban los adultos: los niños
éramos indicadores de desempeño fáciles de obtener.
Por cierto, los
Testigos siempre se me confundían con los Adventistas del Séptimo Día.
Los adventistas también creen que la Biblia es una guía a prueba de todo,
porque sus autores fueron inspirados por Dios y eso quiere decir que es 100%
exacta en lo que dice, incluyendo la Creación de seis días. Al igual que los
Testigos, son muy puritanos: no fuman, no beben, no usan drogas, no socializan;
no se visten con lujo y las mujeres no usan joyas. Pueden ver programas
educativos en la tele, pero nada de películas, porque ya sabemos que las
películas pervierten el alma y son en parte responsables del estado de
decadencia en el que se encuentra la sociedad. Justifican su rechazo al
servicio militar por su estricta observancia del excelente y tristemente
ignorado Sexto Mandamiento, que es no matar. Por otro lado, ven al cuerpo como
un templo que debe ser nutrido sanamente, de preferencia con cosas verdes. El
médico y nutriólogo John Harvey Kellogg era adventista: creó los Corn Flakes
para sustituir la ingente cantidad de grasa del típico desayuno inglés. Estoy
bastante segura de que Mr. Kellogg se estaría retorciendo en su tumba si viera
la cantidad de azúcar que le ponen a sus productos hoy en día. Otra empresa que
es adventista es la Sanitarium Health and Well Being Co., que produce
los Weet-Bix, el cereal australiano favorito “por su alto contenido
proteínico”; y por cierto que en nuestra mesa siempre teníamos tanto Corn
Flakes como Weet-Bix disponibles para el desayuno.
Pero a diferencia de
los Testigos, los adventistas se toman el sábado libre, siendo el Sabbath
bíblico el séptimo día de la semana. Y ya que “adviento” significa que Cristo
volverá al mundo en un séptimo día, necesitan tomárselo libre y estar
preparados por si las moscas.
Esto del adventismo
es otra invención patriarcal Made in USA: una de 56 religiones creadas
en los siglos 18 y 19, como una especie de apropiación americana, que fue
llamada “El Gran Despertar.” Aunque bueno, también ese despertar fue uno de
tres grandes despertares, que aparentemente despertaron a Europa y a EEUU entre
1730 y principios del siglo 20.
El Sr. William Miller
dijo en aquel entonces que Jesús haría una sensacional aparición el 22 de
octubre de 1844, pero desafortunadamente para él, Jesús tenía algunos otros
asuntos qué atender y no llegó a la cita. Este gran no-evento pasó a ser
conocido como La Gran Desilusión y muchos de los seguidores de Miller,
desilusionados, dejaron el movimiento.
¿Qué hacer, cómo
componerle?
Pues nada, que uno de
sus seguidores se puso a improvisar: Ellen G. White dijo que Miller no había
profetizado con claridad; seguramente si Ellen estuviera hoy en Hollywood sería
una excelente escritora de secuelas. Pues miren: ella explicó que Jesús de
hecho sí había venido, pero, ¡no a la Tierra! Claro, de hecho había ido “al
lugar más sagrado” del templo celestial (flotando en algún lugar del espacio
supradimensional), y que ahí se había entretenido en barrer todos los vestigios
malignos que encontraba. Al terminar, ENTONCES regresaría a nuestro mundo a
seguir la purga, pero ahora de humanos. Copiando a los Testigos, dijo también
que la Segunda Venida sería “muy pronto” pero sin dar una fecha exacta, faltaba
más. “Muy pronto” suena como que podría pasar durante nuestras vidas, ¡y hasta
en cualquier momento! Es más fácil mantener seguidores con un vago “muy pronto”
que confirmar una fecha en la que no pase nada.
Así que esta
resurrección del adventismo convirtió a Ellen en una profetisa. Bueno, por lo
menos una mujer profeta para variar.
Ahora bien, cuando
Cristo regrese, primero va a ir a visitar a los adventistas en EEUU y ya
después a los que estén en otros lados. En ese día, los injustos morirán; los
justos que ya estén muertos volverán a la vida, y junto con los justos que
estén vivos (o sea nosotros), se irán todos al Cielo. Así que, si eres de los
justos y estás vivo, lo sentimos mucho pero te vas a morir e ir al Cielo aunque
no quieras. Aunque hubieras querido vivir otro poquito aquí abajo.
Después de que nos
hayan sacado de la vida de tal forma, pasarán mil años (el Milenio) durante los
cuales la Tierra se quedará desierta, salvo por Satanás y sus ayudantes.
Mientras que nosotros los justos estamos viviendo con Dios en el Cielo, los
“inicuos muertos” estarán siendo juzgados en medio de un desmadre de fuego y
azufre.
PERO LUEGO, cuando
pasen esos mil años, todos nosotros —o sea los buenos— volvemos a la Tierra a
ver esta escena: todos los inicuos vuelven de la muerte estilo zombi y, junto
con los inicuos vivos —incluyendo a Satanás— son ejecutados vía bola de fuego.
Y ya. No se van a ningún otro lado, simplemente son incinerados para fertilizar
la tierra con todo ese fósforo no biodegradable, de modo que la humanidad
arranque de nuevo (y si Dios agrega agua para disolver todo ese calcio). O sea
que sería como una Tierra cubierta de jabón, pero luego eso quizá contamine la
tierra… um.
Bueno sea como sea,
por el resto de los tiempos, Dios y la humanidad vivirán felices en el paraíso
para siempre jamás.
Esta historia sí está
más interesante, ¡casi como mis Aventuras de Nancy Drew!
Excepto que esas
bolas de fuego casi seguro iban a destruir a todas las otras creaturas
inocentes, plantas y animales, así que una vez que el mundo estuviera cubierto
de ceniza y jabón, seguro iba a tardar más de un millón de años en volver a
producir las especies que los humanos necesitamos para subsistir. Qué digo un
millón, más bien de 3700 a 4100 millones de años.
Pero ah, la ciencia,
quién la necesita…
Esto de la
evangelización también es tema importante par los Mormones, así que
ellos también llegaban a tocar la puerta con frecuencia. Los mormones son una denominación
de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, otra más de esas
religiones creadas en EEUU en el siglo 19. Los mormones creen que SÓLO ELLOS
son la iglesia verdadera y que todas las demás están desencaminadas, pero para
ser justos dicen que otras religiones por lo menos despiertan la conciencia
espiritual de la humanidad.
Los mormones tienen
13 artículos de fe y uno de ellos es que no todo fue culpa de Adán; todos somos
responsables de lo que hacemos así que se nos castiga o se nos recompensa de
acuerdo a ellas. El pobre Adán debe sentirse reivindicado con esto; ya me lo
imagino ataviado con su hoja de parra y con el puño levantado gritando cerca
del manzano, “¡Les dije que no fue sólo mi culpa!”
Pero
desgraciadamente, de aquí en adelante, las creencias van cuesta abajo.
De acuerdo a su
página online (Latter Day Saints Dot Org), los
mormones creen “en el don de hablar en lenguas, el don de profecía, la
revelación, las visiones, la imposición de manos, la interpretación de lenguas,
y otros dones.”
¿Y “otros dones”?
¿Cuáles son los otros dones? La imaginación se me descarría. Seguro doña Ellen
G. White hubiera podido escribir una Ilíada y una Odisea tan sólo
basándose en esa sola frase.
Los mormones también
creen que Sión (la Nueva Jerusalén) será construida en EEUU porque
claro que ahí es donde regresará Jesús, con su respectiva resurrección zombi.
Afortunadamente para los estadounidenses, se han filmado más de 543 películas
de zombis que son amplia documentación de referencia para cuando esto pase. PRO
TIP: ¡pégales en la cabeza! Por alguna razón nadie parece aprenderse este
truco anti-zombie en cada nueva película que sale.
Los mormones también
piensan que la Biblia es la verdad literal, siempre y cuando haya sido
traducida apropiadamente. Y como no creen que esto es lo que ha pasado, pues
por supuesto que tienen su propia Biblia: El Libro de Mormón, el libro
más correcto del mundo.
Joseph Smith, el
fundador de los mormones, dijo que recibió una revelación de Dios —primero a
través de un ángel y más tarde a través de un libro de oro, escrito en egipcio
reformado. Ya que de repente se había vuelto experto en el idioma egipcio por
la gracia de Dios, tradujo ese libro en lo que conocemos como el Libro de
Mormón.
Los mormones dicen
que tienen antepasados judíos a través de las tribus de Menasseh, Efraín y
Judá, que migraron desde Jerusalén hasta un lugar desconocido en las Américas
alrededor del año 600 a.C.,… ¿lo que quizás haría que los indios americanos
fuesen judíos? Mejor no pensar mucho en eso.
Además, se ven a sí
mismos como el Pueblo Elegido, pero estiman a los judíos como la
“gente de la Alianza.” Naturalmente las religiones hebraicas rechazan tales afirmaciones,
porque la Torah —que ese sí es el ÚNICO libro sagrado— se la dio Dios a Moisés
en el Monte Sinaí para que se la diera a los judíos, el verdadero Pueblo
Elegido.
La teología mormona
sostiene que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son tres seres distintos y
separados (pero no con la misma sustancia como en la Trinidad cristiana),
mientras que los judíos creen que Dios es uno, así que es imposible tener una
trinidad. Ninguna denominación judía reconoce a Jesús como divino, excepto Judíos
por Jesús, una organización creada en los 70s en una tienda de Oxford
Street en Sydney, Australia. Los Judíos por Jesús creen que Jesús es el
verdadero mesías y que quienes lo traicionaron realmente regaron la manteca,
para decirlo diplomáticamente. Su fundador, Moishe Rosen, se pasó 17 años
tratando de convencer a otros judíos de esta idea, trabajando en una
organización llamada Chosen People Ministries.
De vuelta a los
mormones, dicen que Dios tiene un cuerpo físico, está casado y puede tener
hijos. Esto mortifica bastante a los judíos y a los hombres preponderantemente
homosexuales del Vaticano, aunque por diferentes razones; a unos les repugna la
idea de Dios teniendo sexo con mujeres, y los otros no creen que Dios tenga
cuerpo físico y mucho menos que pueda tener progenie. Además, los judíos
piensan que Dios es la única entidad a la que se le deben ofrecer plegarias: no
a Jesús ni a María, ni al Espíritu Santo, ni a santos, reyes, reinas, Dalai
Lamas ni emperadores, ni a Raj Patel, Maradona, el Duque de Edimburgo ni a
nadie más que se crea divino y que por alguna razón convenza a otros de que en
efecto lo es.
En la vida mormona
uno no puede ser un dios estilo Dios, pero sí que puede reencarnar como uno.
Esto es porque originalmente tanto Dios como Jesús eran humanos de otro
planeta, y cuando reencarnaron, lo hicieron en nivel Dios. ¡Así que nosotros
también podemos! Además, no necesitamos morir para convertirnos en profetas, como
Jesús, Mahoma, Buda o Ellen G. White. Y LO MEJOR es que, si te conviertes en un
verdadero mormón ortodoxo y te mudas a Utah, puedes ser parte de los 16 mil
mormones que practican ahí la poligamia. Aunque bueno, esto también lo puedes
hacer si te conviertes al Islam.
A diferencia de los
judíos, que no hacen proselitismo y que no alientan la conversión, a los
mormones sí que les gusta engrosar sus filas, aunque sea con muertos. Esto es
por dos razones: primero, ellos creen que cuando mueres sigues viviendo en la
siguiente vida, así que pueden bautizar muertos para salvarlos. Y en segundo
lugar, les ayuda a legitimar su ascendencia hebrea. Para horror de muchos en la
comunidad judía, los mormones empezaron a bautizar (o sea convertir) judíos
muertos a la fe mormona, incluyendo a personajes famosos como Albert Einstein y
Menachem Begin, así como a víctimas del Holocausto. A todas estas personas las
añadieron luego a sus árboles genealógicos para mostrar cómo su iglesia está
emparentada con este pueblo antiguo. Este robo de identidad espiritual post
mórtem fue tan escandaloso que en 2005 forzó a la comunidad judía a cooperar
con los mormones, creando un Comité Judeo-Mormón.
Pero los mormones
tienen confianza en que un día los judíos verán con claridad y les darán la
razón.
Todos nuestros
vecinos eran Católicos. Creciendo en las Blue Mountains,
no recuerdo haber visto a los movimientos evangélicos más exóticos por ahí,
excepto cuando papá estaba cambiando los canales de la TV y por accidente se
encontraba al famoso televangelista Billy Graham, que lo hacía desvariar. El
escritor inglés Christopher Hitchens se refería a Graham como un “fraude
abierto” y como un “hombre repugnantemente malvado.” Recuerdo que siendo niña
pensaba que si el Diablo existía, seguramente tenía los ojos y la boca de Billy
Graham.
El Evangelismo es un
movimiento protestante no denominacional. Los evangélicos,
como por ejemplo los Pentecostales, también dicen que la Biblia es literalmente
verdad, es sin error, y se aplica hoy en día tal cual. Esto es, incluyendo el
cortarle la mano a la esposa por desobediente, tener que comer bebés o vecinos
por desobedecer a Dios, tener esclavos y darles palizas pero sin matarlos,
ofrecer a tus hijas vírgenes (y menores de edad) a tus huéspedes, matar brujas
y a cualquiera que use el nombre de Dios en vano, y otras cosas absurdas y
espantosas. Curiosamente la mayor parte se refiere a cosas que sólo los hombres
pueden hacer, y curiosamente, la mayor parte de esas cosas se las hacen a
mujeres. Los evangélicos creen que su movimiento es un retorno a las bases del
cristianismo, pero en una extraña contradicción, le dan prioridad a repetir las
palabras del Evangelio por sobre el predicar con el ejemplo, o a vivir en
pobreza como hacía Jesús. Porque la verdad quién quiere ser pobre.
El otro gran pilar
del evangelismo es la doctrina de la salvación por la fe en la muerte redentora
de Jesús, y la conversión personal. El ser “nacido de nuevo” es un momento
súbito de reconocimiento de que Jesús es tu amigo del dedo chiquito y lo dices
en voz alta. Algo así como gritar “¡El Señor está en mí, lo siento en míiiii!”
y creerlo con todas tus fuerzas. El bautismo evangélico —eso de medio ahogarte en
un lago— te lo hacen después de que has “nacido de nuevo”, no antes, y cuando
sea más conveniente. Por ejemplo, los niños deben nacer de nuevo antes de ser
bautizados. Pero esto también es muy conveniente para criminales que quieren
salir de la cárcel antes de completar su sentencia y no encuentran un lago ahí
para hacerlo; de modo que de repente descubren que Jesús había estado dentro de
ellos y no su compañero de celda, en un momento de éxtasis.
El evangelismo empezó
en Inglaterra allá por 1738 en el primero de esos referidos Grandes
Despertares. En aquel tiempo, como hoy, ya eran acusados de fanatismo y de
permitir que hombres sin educación alguna se convirtieran en predicadores
itinerantes de sinsentidos. Tiempo después, resurgió con entusiasmo en EEUU,
que hoy es el hogar de la mayor cantidad de cristianos evangélicos el mundo y
que representan casi el 25% de su población.
El moderno movimiento
Pentecostal surgió, claro, en EEUU, en 1900. Ese año, una
estudiante de la Escuela Religiosa Charles F. Parham, en Kansas,
espontáneamente empezó a hablar en chino. Y como en ese tiempo y en esa escuela
nadie sabía bien a bien cómo sonaba el chino, todos los presentes lo declararon
como un milagro de hablar en lenguas. Dice la historia que un par de días
después el mismo Mr. Parham y otra docena de estudiantes también empezaron a
hablar en lenguas, y naturalmente el buen Parham no vio más remedio que fundar
el movimiento de Renacimiento Espiritual Pentecostal, en Texas, en 1905.
Los pentecostales —y
el actual Primer Ministro de Australia es uno de ellos— son increíbles. Se
pueden poner en éxtasis tales que empiezan a balbucear de forma incomprensible,
aunque le siguen diciendo “hablar en lenguas.” Tienen sueños y visiones
proféticas (¡Quiero ser Primer Ministro, voy a ser Primer Ministro!), pueden
llevar a cabo exorcismos (¡Fuera, demócratas malditos!), pueden curar con
imposición de manos (Quién necesita Seguro Social), y realizar otros milagros
como jugar con serpientes venenosas y hacer que sus devotos donen el 10% de sus
ingresos a la iglesia (millones y millones sin pagar impuestos, te damos las
gracias Señor).
Vale la pena
detenernos en la Iglesia de Hillsong, que está arrasando en el mercado
pentecostal. Hillsong fue creada en Australia en 1977 por Frank Houston; si en
EEUU pueden inventar religiones 1800 años después de la muerte de Jesús, porqué
no podemos en Australia, ¿eh? Aunque para ser más específicos, Houston, un
pedófilo declarado, no era australiano sino Kiwi (sin ofender, Nueva Zelanda).
En fin, que nuestro twist australiano de alabanzas eufórico-carismáticas se
transmite a 160 países, es un hit en YouTube, y tiene “iglesias” en Europa,
Asia y las Américas, incluyendo 10 mega-iglesias. Una de las más grandes del
mundo está en Corea del Sur: la Iglesia Yoido del Completo Evangelio que
cada semana recibe nada menos que a 200 mil fieles.
El éxito
mercadotécnico de los pentecostales como Hillsong no es ni nuevo ni propio de
Australia. La técnica está probada: toma a los niños de 4 a 14 y engánchalos
mientras sus cerebros son maleables. Hillsong le ofrece a estos jóvenes una
ruta alterna a la fama, diferente a la que los deportes profesionales,
Hollywood ó Sony le ofrecen a los más talentosos. Sí promueven también la
ambición y ofrecen el éxito a través del deporte, el rock, el teatro y el
sentido de pertenencia, pero todo impregnado con la infusión opiácea del
mensaje cristiano.
De Hillsong —que
desde luego goza de exenciones fiscales— se ha dicho que “no es una iglesia
donde el pastor lava los pies de los menesterosos”, sino más bien es algo que
puede describirse como un “complejo evangélico-industrial”, donde sus CEOs,
Frank Houston y su esposa Bobbie, “son los líderes de una empresa multinacional
de entretenimiento en multimedios.” A ambos se les ha acusado de enseñar una
herejía, pues predican que “Dios quiere que seas rico y próspero para que seas
una bendición para los demás”, casi hasta el punto de decir que “ser pobre es
pecado.” Y es que otra cosa es que Hillsong no tiene ninguna supervisión
eclesiástica; no hay ningún Papa que pueda revisar sus sermones para ver si
dicen barrabasadas o contradicen la Biblia.
Joel Houston, CEO de
Hillsong y cantante principal de la banda de rock Hillsong United,
declaró en la televisora americana PBS que “la música tiene la capacidad de
conectarse al corazón sin pasar por el cerebro, lo cual es bueno.”
Amén, hermanos.
Por que claro que
quién quiere que el cerebro se inmiscuya cuando todos esos millones están
entrando a las arcas, o quién quiere que alguien se pregunte por la legitimidad
de los “milagros”, o por la relevancia de textos tan viejos que se escribieron
en un vacío de pensamiento científico o hasta racional (o cuando la ciencia era
tan sólo un embrión en la conciencia humana).
Aún si los
Mandamientos del 5 al 10 son hoy relevantes, nuestro conocimiento ha
evolucionado más allá de un mundo creado en seis días y de cosas como Génesis
1:28, “creced y multiplicaos”, porque en un mundo que se aproxima a los 10 mil
millones de habitantes, la sostenibilidad representa un reto a nuestra
supervivencia. Y eso de que el hombre “tenga dominio sobre los peces en el agua
y sobre las aves y sobre las bestias, y sobre todos los animales que se mueven
o se arrastran sobre la tierra” hay que repensarlo también, porque para el 2050
es probable que entre el 30 y 50% de las especies estén extintas o en peligro de
extinción, y sólo en los últimos 27 años ha habido un declive de 82% en el
total de insectos voladores en el mundo.
Necesitamos que estas
especies sobrevivan para que nosotros mismos podamos sobrevivir, aparte del
hecho de que tienen también derecho a la vida.
Pero en fin, otra
cosa que no queremos es que la gente se pregunte porqué Dios crearía un planeta
en donde una sola especie llamada Homo Sapiens podría acabar con
prácticamente toda la vida en un tiempo infinitesimalmente más pequeño que el
tiempo que la vida ha florecido en él. ¿Acaso ese Dios no fue a la clase de Ecología
y Sustentabilidad en la Escuela Divina? ¿O es quizá el hijo malcriado y aburrido
de un Dios Millonario, que reprobó el examen de Diseño de Planetas pero
se lo quedó de todas formas, nomás para ver qué pasaba?
Desde luego, bailar y
cantar “canciones de fe” es más divertido para un niño que estar en una iglesia
vieja y lúgubre recitando himnos y escuchando sermones. EL peligro para
naciones democráticas y seculares es que cuando estos niños crezcan, apoyen
políticas públicas como esa de que “las exenciones fiscales para millonarios
hacen que las cosas sean mejores”, o la de que “el que no tiene ni puede, no se
merece ayuda del gobierno en tiempos de vacas flacas.” O aún peor, pensar que
no hay que hacer nada contra el cambio climático, la sobrepoblación, las
extinciones masivas de especies o el colapso ecológico, porque todos son “actos
de la Providencia.” ¿Que se acaba el mundo? Pues fluye con él. Además, ya te lo
habíamos profetizado, ahí está escrito en Revelaciones, donde se abren los
sellos y tal. Lo bueno es que nosotros somos salvos: tú no, porque Dios salvará
sólo a los suyos; los demás que se mueran y directo al perol.
Sí: curiosamente, los
pentecostales también creen que ELLOS son los elegidos.
De vez en cuando
podíamos ver a algún Hare Krishna caminando por la calle con sus ropas
lilas y rosas, con sus cabezas rapadas y tocando un tambor mientras cantaban “Hare
Krishna, Hare Krishna, Krishna Krishna, Hare Hare ...” La Sociedad
Internacional de Hare Krishna (ISKCON) fue otro culto nacido en los EEUU en
1966, inspirado en las escrituras de la India, en particular el Bhagavad Gita,
del siglo 15. Pero en el año 2000, las víctimas de abuso sexual ocurrido en los
70s y 80s presentaron una demanda de compensación contra ISKCON de 900 millones
de dólares. George Harrison, de los Beatles, era fan de los Hare Krishna, a
quienes hacía donaciones y cuya experiencia inmortalizó en su canción “Living
in the Material World.”
Los Hare Krishna
apenas tenían 10 años de existir cuando ya andaban tamborileando por Koala
Road, cantando y vendiéndoles su Bhagavad Gita a mamá y papá. Todavía conservo
ese libro por ahí. Hasta lo intenté leer alguna vez, pero ya sabes, una
tipografía minúscula y con espaciamiento de 1.0 puntos era mucho pedir para mi
yo de 15 años y con tareas de la escuela que acabar, un equipo de netball
y chicos en quienes pensar. Y además ni siquiera había empezado la Biblia.
Así que mejor seguir
con las Aventuras de Nancy Drew.
En cualquier caso,
los mormones, pentecostales y todas las otras religiones que creen que son las
más grandes, las más mejores y las más maravillosas del mundo mundial, están
todas equivocadas porque los Hare, Krishna es la fuente de todos los avatares
de Dios, es la “Personalidad Suprema de la Divinidad.” O sea, el Dios de los dioses.
Salvo por el pequeño
detalle, que mi profe de inglés me dijo que también los Hare Krishna están mal.
Mi profe era Bahai, o sea una religión persa fundada en 1863. Dicen
ellos que los fundadores de todas las religiones son manifestaciones de Dios,
pero que Dios mismo no puede ser conocido ni comprendido porque, cómo unos
simples mortales vamos a poder comprender cómo se hizo el mundo. Sin embargo, podemos
acercarnos a Dios si trabajamos por un mundo unido: usando la verdad, el amor y
la bondad para crear prosperidad en todas las naciones, las razas, los credos y
las clases, así como armonía entre la ciencia y la religión. Así hablaba y
vivía mi profe de inglés. Pero por otro lado, también creen que la Gran
Desilusión de Miller no fue tal: más bien dicen que Jesús sí vino al mundo el
23 de mayo de 1844, cuando un ancestro de los Bahai, llamado Bab (aka Siyyid
Ali Muahhad Shirazi), declaró ser “el esperado”, aunque para evitar que lo
mataran por herejía tuvo que decir que vendría otro esperado, un título que
finalmente fue reclamado en 1863 por el fundador de la fe Bahai, Baha'u'llah.
La filosofía Bahai
enerva a casi todas las otras religiones, porque trata de “otros” a todos los
que no son de ellos. En especial irrita a los musulmanes de Irán, donde la fe
Bahai se atrevió a nacer; porque en el Islam no hay más Dios que Alá, y el
resto somos unos infieles.
Supongo que eso
quiere decir que los musulmanes son los elegidos.
Por ahí en nuestro
librero había también una copia de la Dianética, de Ron Hubbard. Nadie
en la casa sabía o no quería confesar cómo había llegado ahí esa cosa, pero
probablemente había sido culpa de mi padre, ese eterno curioso, el sabiondo
para acabar con todos los sabiondos. La Dianética fue el libro fundacional de
la Iglesia de la Cienciología, creada en 1952, por supuesto en EEUU. Hubbard no
creía en dioses ni religiones: su rollo eran los alienígenas, el
auto-desarrollo, la reencarnación y el hacer montañas de dinero. También
escribió ficción: Mission Earth es, dicen, la quinta novela más larga
del mundo. Casi tan larga como este post, vamos. Un millón 200 mil palabras.
Los cienciólogos
creen que la gente somos extraterrestres inmortales llamados thetans,
que hemos olvidado nuestra naturaleza original y estamos en la Tierra atrapados
en cuerpos humanos. Cada thetan ha vivido muchas vidas, tanto en la
Tierra en cuerpos físicos como en otros planetas. Y aquí viene lo bueno: si
tomas clases (“auditorías”), puedes librarte de tu forma humana y hacerte un
buen thetan original en toda regla.
Ahora bien, tienes
que tomar todas las clases para poder liberar tu habilidad de controlar tu
vida, la materia, el espacio y el tiempo, y convertirte en thetan. Tom
Cruise ya casi lo logra: parece ser que está ya en nivel 7, de un total de 8;
aunque yo creo que ya es un thetan hecho y derecho. ¿Qué cómo lo sé? Es
obvio que Tom ha controlado su vida, la materia, la energía, el espacio y el
tiempo, como podemos ver cada vez que salta entre rascacielos, se cuelga de
aviones, y brinca entre carros a alta velocidad sin sufrir un rasguño. Y en La
Momia conquistó el tiempo, así que yo digo que ya es un thetan genuino. Yo sólo quiero saber si Tom va a reencarnar
aquí en la Tierra ya que su cuerpo de Homo Sapiens expire, o si se va a ir a
otro lado a hacer películas con aliens. En lo personal, Top Gun hizo
latir mi corazoncito de forma acelerada y me dio lecciones para sobrevivir en
Japón, así que quisiera que regresara aquí como un clon de sí mismo para que
otras chicas puedan seguir babeando por él en el futuro Pero bueno, esa es mi
opinión muy personal.
A lo que iba es que
no es fácil convertirse en thetan. Ni barato tampoco. Tom Cruise puede
pagarlo, pero los pentecostales comunes no gustan de esos métodos; les va más
pensar en cosas y que éstas se hagan realidad por arte de magia.
La Iglesia de la
Cienciología está legalmente reconocida como religión (entiéndase “exenta de
impuestos”) en ocho países incluyendo EEUU y Australia. Algunos países más
sensatos como Canadá, Reino Unido, Francia y Alemania se rehúsan a darle ese
estatus porque la consideran un culto. La IdC ha sido acusada de lavado de
cerebro, fraude, secuestro, extorsión, robo, manipulación de testigos y hasta
homicidio. Bien visto, ha sido acusada de lo mismo que muchos Papas en la
historia.
Pero la Cienciología
no fue la única secta sicópata americana reclutando en Australia en los 70s,
cuando yo estaba en la edad perfecta para ser robada. Estaban también los Niños
de Dios. Su fundador decía que era un profeta, pero su secta no era otra
cosa que un grupo de pedófilos violadores de niños. Otra, las Doce Tribus,
les machacaban a los niños que el cristianismo es la Gran Ramera de Babilonia,
y que Israel pronto verá restaurada su gloria. El capítulo australiano de Pentecostal
Jesus People USA fue fundado por el polígamo millonario y miembro del
Partido Comunista, Daniel Landy-Ariel. Este fulano operaba tres kibutz cuyos
participantes debían aprender arameo y darle a él todas sus pertenencias. Y
aunque Ballarat estaba muy lejos de mi pueblo como para que fuera un peligro de
reclutamiento, un tal Scott Williams fundó Christian Assemblies
International, una fachada pentecostal para un grupo de abusadores
homosexuales, mientras que tomaba el 95% de los fondos de su secta para uso
personal.
Estoy muy muy
agradecida de que mis padres no estuvieran mal de la cabeza. Para cuando iba a
la preparatoria, no me importaba en absoluto brincarme la clase de religión,
mientras mis compañeros asistían a esas “sesiones de lavado de cerebro” como
las llamaba papá.
Aún así, Dios estaba
en mi vocabulario. Mis diarios estaban llenos tanto de blasfemias como de
súplicas. No podía acudir a mamá y papá, porque por lo regular era de sus
castigos de los que me quejaba con Dios.
Hasta 1984 cantábamos
“Dios salve a la Reina” en las asambleas de la escuela. Algunos nos
preguntábamos, de qué tenía Dios que salvarla. Mi papá me dijo que “del maldito
socialismo.” Y pensé, si toda la escuela tiene que ponerse de pie, ver al cielo
con reverencia y pedirle a Dios con voz afinada que salve a alguien tan
importante como la reina, ¿qué se necesitaría para salvar a Stephen Grunders,
un niño comatoso de 15 años en una de las colonias más lejanas de la reina?
Aparentemente era pedir demasiado, aún con toda la comunidad de Blue Mountains
orando.
Dios no escuchó
nuestras plegarias. Tomó la vida de Stephen.
No recuerdo que Mission Earth fuera tan larga... Por otro lado, muy bueno el post. Creo que una de las mejores formas de darte cuenta de que ninguna religión (o ningún culto) es "la única verdad verdadera" es comparándolas y ver qué tienen muchos elementos en común, y cómo muchas de ellas producen el mismo mal...
ResponderEliminarSaludos desde la tierra de los evangélicos, país al que Yisus visitará muy, muy pronto, ya lo verán todos los incrédulos (desde el infierno, por supuesto)!