A lo largo de nuestra historia la humanidad ha acumulado, con tremendos
sacrificios, conocimiento de la naturaleza y de nosotros mismos como sociedad,
que nos han permitido salir de las cavernas, interconectar el mundo e incluso
dar nuestros primeros pasos de bebé fuera de nuestro planeta.
Ha sido una gesta hermosa, pero como dijo Carl Sagan, “aún el mar se
extiende ante nuestros ojos y no hemos hecho sino mojar nuestros pies en la
playa; pero el agua se siente invitante.”
Esta historia la hemos logrado entre todos, pero como animales que somos,
no ha sido sino hasta hace poco que hemos empezado a librarnos de prejuicios y de conductas
primitivas de dominación: la esclavitud, el sexismo y el racismo
son manchas que muy lentamente hemos podido ir lavando de nuestras sociedades.
Que mujeres y hombres, dos mitades numéricas, somos como el agua y la
tierra que forman juntos el maravilloso barro de la humanidad, debería
de ser la cosa más obvia de todas. Pero no lo es para muchos, y esto es deplorable.
Hoy quiero recordar más que a dos mujeres, a dos símbolos en los que
se convirtieron desde hace milenios:
Hipatia de Alejandría
Hipatia vivió en el siglo IV y se convirtió en una de las eruditas más
respetadas en una ciudad de eruditos. Se dijo
de ella, que “había una mujer en Alejandría que se llamaba Hipatia, que logró tales alcances en literatura y ciencia, que sobrepasó
en mucho a todos los filósofos de su propio tiempo.”
Matemática, astrónoma y filósofa, sus clases atraían a estudiantes de
todo el mundo para buscarla en la misma meca cultural de la Antigüedad.
Su vida se conoce a retazos, pero su imagen y lo que simboliza vive para
siempre: la de quien convence y conquista con el poder de su intelecto; y cuyo
espíritu ha encarnado en miles de otras grandes mujeres, desde Hildergard de
Bingen, Sor Juana Inés de la Cruz, Marie Curie o Maryam Mirzakhani.
Semíramis Reina de Asiria
Shammu-Ramat vivió en el siglo IX a.C. y tras la muerte de su esposo, el
rey Shamshi-Adad V, tomó en sus manos el liderazgo del poderoso imperio asirio.
En ese momento de convulsiones políticas, habría sido un reto monumental para
cualquiera, hombre o mujer, pero Semíramis no sólo consolidó su poder sino que
lidió con una guerra civil y estabilizó el imperio en todo el Medio Oriente.
Sus hazañas como líder se hicieron tan legendarias que durante toda la Antigüedad
su nombre fue usado para nombrar ciudades y para adjudicarle la construcción de
todo tipo de obras monumentales.
De su vida se conoce por cierto aún menos que la de Hipatia, pero su
imagen y lo que simboliza es la de quien inspira y arrastra con el poder de su carácter
y de su liderazgo.
Yo quiero heredarle a mi niña un mundo en el que pueda aspirar sin miedo
a ser lo que quiera. Un mundo en el que aspirar a ser otra Hipatia o Semíramis no
esté limitado más que por sus propias capacidades.
Gracias a todas las mujeres que con sus vidas están haciendo ese mundo posible.
Excelentes ejemmplos.
ResponderEliminarTu hija vivirá un mundo nuevo. Mas equitativo.
Excelente texto..muchas gracias
ResponderEliminarGracias mil :-)
ResponderEliminarMuy lindo!! Cuando tu niña lo lea será tan feliz.
ResponderEliminarMe fascina ese abanico de cultura q tienes en tu ser (sumando q no olvidas hasta tus anotaciones je) y el aterrizaje q logras en tu vida cotidiana. Me sorprendes. Y mira q tengo una familiar q podría parecerse a ti. Pero a ella le da miedo sacar ese abanico al mundo. FELICIDADES por la dotación q logras expandir al mundo con tal facilidad
ResponderEliminarMe fascina ese abanico de cultura q tienes en tu ser (sumando q no olvidas hasta tus anotaciones je) y el aterrizaje q logras en tu vida cotidiana. Me sorprendes. Y mira q tengo una familiar q podría parecerse a ti, siento le da miedo sacar ese abanico al mundo. FELICIDADES
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