…el Gobierno de España, afortunadamente, no el de México. O bueno,
desafortunadamente si mi lector es español. O bueno: afortunadamente si es
español y miembro de una cofradía. Y si mi lector no es mexicano ni español,
pues mire, no lo sé porque ya me hice bolas un poco. Usted decida.
Pero en fin. El asunto es el siguiente: en España mucha gente que se
dedica a la ciencia y su divulgación están poniendo el grito el cielo, a raíz
de que en el más reciente BOE (Boletín Oficial del Estado, Feb. 25, 2015), se hace
saber que en el currículum de estudio OFICIAL, se incluye la “enseñanza de
Religión Católica de la Educación Primaria, de la Educación Secundaria Obligatoria
y Bachillerato”. Yo tampoco lo creí en un principio pero helo ahí, con link
oficial y todo.
Es una santísima barbaridad, que si se intentara realizar en México, aún
con lo religioso que es el respetable en general, de seguro se rechazaría antes
que ipsofactamente. De modo que están justificados los científicos en su justa
ira y en su despotricar contra el BOE.
Pero a lo que voy es a otra cosa: en uno de los artículos publicados en contra de esa medida, una escritora dice:
En serio, en pleno siglo XXI me resulta imposible (sí, imposible) entender que existan los horóscopos en las revistas; o las religiones; o que se consuma homeopatía o reiki, por ejemplo. O, al menos, en países de los que llamamos desarrollados. Evidentemente, tanto la homeopatía, como el reiki o los horóscopos son timos que se aprovechan de la falta de conocimiento científico de una parte importante de la población.
Y digo yo: pues no se altere tanto porque nos pasamos de entusiasmo.
A mí me parece no sólo posible sino perfectamente razonable la existencia
de esas cosas, por más patrañas que sean. El discurso extremo, estilo Richard
Dawkins, del que ya he hablado en otra ocasión, simplemente es poco razonable,
por más racional que sea. Incluso en países desarrollados, no existe homogeneidad
de pensamiento y qué bien que así sea. Y si creer en el reiki o los horóscopos es explicable por la falta de conocimiento científico, la
religión, una expresión mucho más compleja, es explicable por la naturaleza misma
del ser humano. Si a alguien le parece imposible de entender su mera
existencia, creo que hay una falta de empatía hacia quienes físicamente y por
sus circunstancias no tienen acceso a la ciencia y a las modernas explicaciones
del mundo. En el caso de Dawkins me parece que eso viene de su obvia vida
privilegiada; pues los vuelos más altos de la filosofía y la ciencia siempre
han sido tan sólo para unos cuantos, y nos deberíamos de sentir afortunados de
poder leer esto aquí en línea y poder discutir con gente al otro lado del
mundo. Cosa distinta es la ignorancia supina, que aún teniendo acceso se niega
a aprender, y ahí sí se puede decir mucho más.
Pero con todo esto, el ser humano no sólo quiere verdades objetivas:
queremos sentido, y la religión es la manera más antigua de dar sentido y
consuelo a una existencia con frecuencia no muy llevadera. Además, ateísmo ha
habido desde que hay religión: su lento, lento avance simplemente muestra que
no a todo mundo le va bien dejar una concepción del mundo con creación y
sentido último. Es muy largo de discutir
y el tema lo he tocado ya antes.
Algunos pensadores modernos como Robert Wright, ven el valor social y
sicológico en la práctica religiosa y toman posturas moderadas frente a ella sin
ser ellos mismos religiosos. Aquí, por ejemplo, Wright hace una contribución
muy interesante en el foro de Ciudad de las Ideas 2009 en México, en el que
varios ateos de hueso colorado (incluyendo a Christopher Hitchens, el más
vitriólico de todos) se enfrentan a tres teístas también apasionados.
Incluso Carl Sagan, que es ícono tanto de entusiastas de la ciencia como
de ateos, delinea en su novela “Contacto” (1985) varios encuentros productivos entre
fe y razón, y al final del libro propone una hermosa escena –que desgraciadamente
no está en la película– en la que un alienígena increíblemente avanzado, le explica al científico humano lo que
para él significa lo “divino” o misterioso; y le intima que dentro de la
secuencia de números aparentemente aleatorios de Pi, existe un “mensaje”. No se
lo digo porque realmente merece la pena leerse en el original, pero a lo que
voy es que hasta las mentes más racionales y escépticas se pueden dar el lujo
de añorar lo trascendente.
Dicho todo lo anterior, fue una salvajada lo del BOE en España y, a juzgar por los eventos y declaraciones recientes en México, hay un ambiente en el que no estamos tan lejos de que se reproduzca algo similar.
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