John Cage (1912-1992) fue un innovador de la música contemporánea occidental,
sucesor de otro pionero de la “música conceptual”: el austriaco Arnold Schoenberg
(1874-1951). Entre las muchas nuevas formas expresivas que exploraron están las
técnicas formalmente musicales, como la dodecafonía y la atonalidad; así como técnicas
de ruptura, como el componer piezas hechas sólo de silencio, o bien piezas para
ser ejecutadas en vez de instrumentos, con una multitud de radios en diferentes
sintonías.
Además de estas experimentaciones, tanto Schoenberg como Cage fueron filósofos
de la música, y Cage en especial se interesó por las ideas del Taoísmo y el Zen,
que influenciaron en buena medida su conceptualización de arte como ente efímero
e inasible. Desde luego esta idea no era nueva en Occidente, pero la sensibilidad
filosófica típicamente oriental se puede apreciar en una de sus obras más importantes:
“Discurso de Nada”, una poesía escrita en forma de partitura, en la que el autor
pondera la significación del vacío, lo espontáneo, lo efímero, y la mente creativa
que no se aferra a las cosas que pasan a través de ella, creando arte pero sin dejar
huellas más que en el espíritu del creador y del escucha.
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Twilight Zone como la mejor serie de TV de la historia; y hoy les sugiero que vean The Monsters Are Due On Maple Street (1960), una breve pero agudísima
observación acerca de la naturaleza humana cuando está bajo la influencia de uno de sus motivadores más poderosos: el miedo.
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