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Por: Stephen Mumford
Profesor de Metafísica y Decano de la
Facultad de Artes,
Universidad
de Nottingham
La gente se pregunta con frecuencia cuál es el punto de la filosofía, ya
que estudia las cosas en términos tan generales y abstractos que parece tener
poca relevancia con el aquí y el ahora. De cierto modo esto es verdad, y de
hecho es la razón por la que muchas personas se sienten atraídas a ella. Pero
en otro sentido eso es falso: la filosofía se pone a considerar algunas de las
verdades más fundamentales de la existencia, y por supuesto estas verdades
pueden tener aplicaciones prácticas.
Aquí, consideraré el problema de Identidad en el Tiempo. Ésta se refiere
a la simple pregunta de qué hace que una cosa que vi ayer, sea la misma cosa
que veo hoy, lo cual es muy importante. Yo, por ejemplo, quiero saber que el
coche que dejé en el estacionamiento es en verdad el mío, y no uno de miles que
se le parecen. Quiero saber que la persona a la que amo es realmente ella, y no
alguien que tiene una cara parecida. Y quiero saber que mi equipo favorito de
futbol sigue siendo el mismo equipo que era hace un tiempo. Así que, ¿qué
quiere decir que tienen Identidad en el Tiempo, y sobre todo: qué cambios
pueden sufrir sin dejar de ser lo que son?
Voy a relatar una historia real que ilustra el problema.
Una vez compré un coche nuevo. Quería algo confiable para ir a mi
trabajo, pero terminó siendo un desastre: a mi coche lo seguían los accidentes.
Un día, esperando entrar a una rotonda, un autobús me golpeó por detrás; toda
la parte trasera quedó arruinada pero la compañía de seguros cubrió los costos
para quitarla y sustituirla. Al año siguiente, durante una revisión de rutina, un
ayudante del taller lo sacó a manejarlo como prueba pero no cerró bien el
capote; de modo que el aire lo abrió violentamente, lo arrancó y destruyó el
parabrisas y parte del techo. El taller tuvo que reemplazar todas las partes
dañadas. Además, de vez en cuando había que cambiar las llantas y partes de los
frenos.
Una vez viajando en carretera el coche empezó a hacer unos ruidos
terribles, y a 50 kilómetros de llegar a casa, el motor explotó. Al final tuve
que comprar un motor nuevo y gastar £800 en él. Para este punto, me puse a
pensar si éste era realmente el mismo coche que había comprado hacía cuatro
años: con tal cantidad de cosas sustituidas, cada vez habían menos de las cosas
originales por las que había pagado.
Ahora bien, no había nada que dependiera de responder esa pregunta. Pero
hay veces que sí hay cosas que dependen de tal cuestión.
Supongamos que salgo con una chica que me parece atractiva, y cuya
personalidad me atrae. Después de unas semanas empezamos a tener sentimientos
más fuertes, y decido serle fiel. Pero un día me lleva a su casa y descubro que
tiene una gemela idéntica que es igual de atractiva e igual de agradable. Y
aunque me guste su gemela y al principio no las pueda distinguir, estoy seguro
de que es la chica original quien es mi amada, y no estoy dispuesto a cambiarla
por alguien más, aunque sea indistinguible.
Existen casos en los que hay duda genuina de si estamos tratando o no
con un caso así. Algunas personas tienen una lealtad muy fuerte por un equipo
de futbol, pero ese equipo puede pasar por cambios drásticos y aún así mantener
la lealtad de sus seguidores. Hay equipos que han cambiado sus colores, su
ciudad y hasta sus nombres, pero los seguidores por lo general aceptan esos
cambios si son graduales y de uno en uno. Pero hace unos años, cuando el equipo
de Wimbledon anunció que se movería 90 kilómetros al norte al pueblo de Milton
Keynes, y que cambiaría su nombre y distintivos –todo en un corto periodo de
tiempo– la mayoría de sus seguidores decidió que éste no era el equipo que
habían apoyado hasta ahora, y lo abandonaron.
Estas cuestiones ejemplifican lo que los filósofos llaman Identidad en
el Tiempo: ¿qué es lo que hace que una cosa, considerada en un momento del
tiempo, sea la misma cosa más adelante? Yo, por ejemplo, tengo confianza en que
soy la misma persona que nació en Wakefield en 1965, que estudió en el
Politécnico de Huddersfield y que se casó en 1995. Y también confío en que la
mujer con la que duermo por las noches es la misma que la mujer con la que me
casé en ese día. Pero ¿cómo sé que soy la misma persona y que ella también lo
es?
El filósofo John Locke hizo una sugerencia muy útil: dijo que la
identidad de las personas en el tiempo consiste de memoria. Es una idea muy
sencilla : yo recuerdo haber hecho mis votos de matrimonio y mi esposa recuerda
haber dicho los suyos. Si tengo una memoria de haber hecho algo, entonces soy
la persona que lo hizo; esto suena a sentido común. Pero no estoy seguro de que
sea correcto.
Recuerdo haberme casado y recuerdo haberme graduado del politécnico; pero
no recuerdo mi primer día de clases. Y de hecho mis memorias son más escasas y
más vagas a medida que retrocedo en el tiempo, y eso querría decir que no soy
la misma persona que ese niño que entró a la escuela hace años; pero estoy
seguro que esa conclusión es errónea. De modo que podemos modificar un poco la
idea de Locke para que dé el resultado correcto.
Recuerdo haberme graduado del politécnico hace 20 años, de modo que soy esa
misma persona. Y ese joven recién graduado puede haber recordado su primer día
de clase, así que son la misma persona. Y si el graduado y quien esto escribe
son el mismo, entonces soy el mismo que el niño que empezó la escuela. Porque
la Identidad es una cosa que los filósofos refieren como una “relación
transitiva”: si A es igual a B, y B es igual a C, entonces A es igual a C.
Aunque incluso esto puede no ser del todo correcto; por ejemplo, no
tengo memoria de cuando nací, y es probable que nunca en mi vida la haya
tenido, ya que las memorias no empiezan
a guardarse de forma permanente sino hasta alrededor de los tres años. Así las
cosas, de acuerdo a Locke nunca puedo ser ‘el mismo’ que ese bebé que nació en
1965. Esta conclusión no puede estar bien, aunque hay quienes dicen que debemos
aceptarla. Veamos este caso: hay personas que sufren de pérdida de memoria
permanente; las parejas de personas con demencia frecuentemente dicen que en
los estados más avanzados de la enfermedad, la persona no parece ya ser la
misma que conocieron y amaron. El paciente puede ni siquiera reconocer a su
esposo y no recordar nada de su pasado juntos. Quizá la persona ya no está,
aunque su cuerpo queda. Pero, ¿es esto literalmente correcto? Las parejas aún
se siente obligados para con estas personas aunque ya no las reconozcan, y
cuando dicen que “no es la misma persona”, quizá quieren decir que sus
personalidades y memorias han cambiado.
Veamos otra razón por la cual la sola memoria no puede constituir mi
identidad en el tiempo. En la serie original de Star Trek, hubo un episodio fantástico
llamado “El Enemigo Dentro”. Debido a un desperfecto en el tele-transportador, el
Capitán Kirk es duplicado en vez de transportado. De modo que hay dos Kirks con
cuerpos idénticos y memorias idénticas hasta el momento del desperfecto. Uno de
los dos Kirks es un poco más amable y el otro un poco más grosero; llamémosle
Kirk Bueno y Kirk Malo. El problema aquí es que ambos son igualmente similares
al original, así que no podemos decir que el Bueno es idéntico al Original, si
el Bueno no es idéntico al Malo. La identidad es una relación de uno-a-uno.
Para ser idéntico, sólo puedo ser idéntico conmigo mismo en un momento anterior
o posterior del tiempo, pero no con otras cosas.
Así que tengo dudas respecto a que la memoria u algún otro tipo de
continuidad sicológica puedan servir como base de la identidad. No pueden ser
mi esencia, y no pueden ser lo que me hacer ser la misma persona que el niño
que estaba en la escuela en 1969.
¿Hay más teorías?
Primeramente, podríamos preguntarnos, ¿por qué las personas debían ser
diferentes de cualquier otro objeto? Estoy muy seguro de que la silla en la que
me siento en mi oficina es la misma de ayer, y que no es otra silla parecida. Y
es lo mismo con mi computadora, mi coche, la pluma en mi escritorio; todos
estos son objetos inanimados cuya identidad no puede consistir de memorias ni
de ningún tipo de continuidad sicológica. Quizá las personas debemos ser
iguales, y la identidad sea simplemente continuidad física: tener el mismo
cuerpo que se tenía en un tiempo anterior.
Pero las cosas no son tan sencillas. Hemos escuchado de parte de los
biólogos, cómo el cuerpo se renueva cada siete años: en mi cuerpo no hay ahora
mismo ni una partícula de materia que yo tuviera hace siete años. Así que ¿en
qué sentido tengo el ‘mismo cuerpo’? Y además, mi cuerpo ahora mismo no se
parece mucho al cuerpo con el que nací, el cuerpo de un bebé.
Pero no desesperemos, las cosas pueden permanecer a través de los cambios.
De hecho, el cambio parece basarse en esta Identidad en el Tiempo que buscamos.
Permítaseme explicar esto. Sólo podemos decir que ha ocurrido un cambio, cuando
hay un sujeto a quien dicho cambio ha afectado. Por ejemplo, sólo podemos decir
que un hombre se ha quedado calvo si el hombre que tenía cabello en 1990 es el
mismo que no tiene en 2008. Ambos hombres tienen que ser idénticos para que el
cambio pueda llevarse a cabo, de modo que necesitamos una noción de Identidad
en el Tiempo que permita tal cambio.
Para este propósito, los filósofos han propuesto una distinción:
identidad numérica no es lo mismo que identidad cualitativa. La identidad
cualitativa quiere decir que dos cosas son iguales en todas sus cualidades,
atributos y propiedades. Dos clips por ejemplo, se ven exactamente iguales, y
decimos que son exactamente similares, pero no queremos decir que ambos son uno
y lo mismo. Eso último se llama identidad numérica. Así que podemos tener
identidad cualitativa sin identidad numérica, por ejemplo con esos dos clips
que son indistinguibles entre sí. Pero además podemos tener identidad numérica sin
identidad cualitativa: cuando algo ha cambiado, sigue siendo la misma cosa pero
ha sufrido un cambio en sus cualidades, como el hombre que se quedó calvo.
Por lo tanto no debería preocuparme que mi cuerpo se renueve completo
cada siete años, porque es la forma en que naturalmente se sostiene y no
significa que su identidad numérica cambie. Esto quiere decir que hay un
sentido biológico aceptable en el que “tengo el mismo cuerpo con el que nací”,
aunque mi cuerpo actual no se vea igual que aquél.
Pero justo cuando parece que hemos resuelto la cuestión, hay un problema
todavía. Veamos de nuevo la historia de mi coche, que tuvo sus partes
reemplazadas: como el proceso fue gradual, podemos decir que es similar al
proceso del cuerpo humano renovándose y que no debemos tener duda de que es el
mismo coche que compré. Pero he aquí algo más: existe la posibilidad de que haya
alguien que compre partes de segunda mano para volverlas a usar. Imaginemos que
dicha persona primero se hizo de la parte trasera de mi coche en un
deshuesadero, y más tarde se encontró las partes delanteras sustituidas, todas
las cuales fue reparando. Aún después, se encontró el motor que descarté, y
como es excelente mecánico, lo hizo funcionar también. Y hasta compró llantas
usadas, que eran exactamente las llantas que yo sustituí.
Esto es preocupante, porque justo cuando pensaba que seguía teniendo mi
coche original con partes renovadas, ahora veo que hay alguien que tomó todas
esas partes y las puso juntas de nuevo, lo que podría indicar que es él quien
tiene ahora mi coche original. Podemos ver que esto es una variación del problema
del Kirk Bueno y el Kirk Malo; tenemos un Coche Reparado y un Coche
Reconstruido, ambos con cierto derecho a decir que son el Coche Original.
Este problema ha sido considerado desde la antigüedad, después de que en
un libro de Plutarco se propuso una historia similar acerca de un barco. Es un
problema genuino porque si nadie hubiera re-ensamblado el coche, yo estaría
seguro de tener el original; y si yo no hubiera reparado el coche, el comprador
de partes usadas lo tendría. Así que hay motivo de preocupación.
Debimos darnos cuenta de que movernos de continuidad de memorias, a
continuidad física, no resolvería todo. El Kirk Bueno y el Kirk Malo no sólo
tenían las mismas memorias sino los mismos cuerpos; se habían dividido de forma
parecida a una ameba.
Derek Parfit, un filósofo contemporáneo, piensa que tales casos nos
muestran que la Identidad en el Tiempo no es entonces tan importante después de
todo. Si mi identidad es una relación de uno a uno, entonces debe perderse
necesariamente si me divido como una ameba. Suena raro, pero seguramente es
mejor que matar a uno de los duplicados. Lo que más nos importa es la
supervivencia, así que sobrevivir como dos cosas es una opción preferible a ser
destruido por completo.
Jonathan Lowe, otro filósofo contemporáneo, presenta otro punto de vista
en referencia los límites de lo que puede hacer la filosofía. Los filósofos
normalmente se enfocan en el análisis, y en este caso quieren analizar en qué
consiste la identidad. Pero el análisis tiene sus límites: si analizo la
identidad de una persona en términos de su identidad de memoria, lo que estoy
haciendo es pasar el problema a otro lado, y ahora me tengo que preguntar ¿en
qué consiste la identidad de memoria? Del mismo modo, si digo que esta silla es
idéntica a la silla de ayer porque tiene las mismas partes, puedo preguntarme
qué hace que cada parte sea la misma de ayer. Por lo tanto, cualquier
explicación de identidad, en términos de identidad de alguna otra cosa, está
incompleta.
Hay una forma en que podría hacerse completa: si la identidad de algo es
una identidad primitiva, o sea no basada en ninguna otra cosa, entonces el
análisis termina. Pero al mismo tiempo esto es admitir que el análisis de la
identidad es imposible, porque una identidad primitiva significaría que no es
analizable.
Estas breves consideraciones parecen insatisfactorias y no concluyentes,
y desde luego se ajustan a los díceres de quienes consideran que la filosofía
nunca llega a ninguna respuesta. Pero me parece que por lo menos hemos
establecido algunas cosas importantes aunque la pregunta final de la identidad
no haya sido contestada.
Primeramente, hemos visto que tener las mismas cualidades o atributos no
es necesario para que algo permanezca siendo lo mismo a través del tiempo, y
que dos cosas diferentes pueden verse igual.
Pero al mismo tiempo vemos que esto no presenta problema porque el
cambio es inevitable, y el cambio requiere que una misma cosa tenga diferentes
cualidades en diferentes tiempos. Por lo tanto, no hay que creer
automáticamente que, por el hecho de que una cosa haya sido reparada y sus
partes sustituidas, se convierte en otra cosa. Lo que parece ser importante es
cierta noción de continuidad, para que una cosa siga siendo la misma. Puede
haber cambios, pero no demasiados al mismo tiempo.
Pero también hemos visto que en algunas circunstancias extraordinarias,
incluso una continuidad de atributos generales no pueden garantizar la
identidad numérica: dos ó más cosas pueden compartir los atributos del
original, y cuando esto pasa, al parecer se pierde la identidad estrictamente
definida; pero quizá ese no sea el final de la cuestión, porque hay cosas que
pueden sobrevivir a una pérdida de identidad.
De modo que si mi coche es reparado y las piezas viejas son destruidas,
me quedo con el original que compré. Si el comprador de partes usadas lo
reensambla, quizá no, y puede ser que existan don coches con el mismo derecho a
decirse ‘original’, siendo ambos diferentes de éste. Me sorprendería mucho que
se diera tal situación, pero creo que sería aceptable. Habría dos coches muy
similares al que compré originalmente, y yo diría que el mío habría sobrevivido
a sus accidentes aunque no a la pérdida de identidad numérica.
Sólo hay un problema, y es referente a una persona que se divide. En el
mencionado episodio de Star Trek, el Kirk Bueno y el Kirk Malo pelean mientras
ambos insisten diciendo “Yo soy el Capitán Kirk”. Si esta división le pasara al
lector, estaría seguramente en una situación truculenta. Sería muy difícil de
lidiar con una división de este tipo desde la perspectiva de la primera
persona, y debemos saber que en algún punto en el futuro, precisamente este
caso llegue a ser posible.
-- Many thanks to Prof. Mumford for his permission to translate his article into Spanish.
VIDEO DEL DÍA
Al Stewart
es conocido por su canción “Year of the Cat”, y algunos piensan que fue un ‘one-hit
wonder’, lo que no podría estar más lejos de la realidad. Stewart es uno de los
mejores compositores ingleses de los 70s, y en particular yo lo pongo por
encima de Bob Dylan. Aquí le presento “Almost
Lucy”, pero si quiere ver más de su catálogo, siga con The Running Man, On the Border, Delia’s Gone, Time Passages, Clifton in the Rain, If It Doesn’t Come Naturally, Eyes of Nostradamus, y Roads to Moscow. Todas son magníficas. Si no lo es aún, aproveche
este domingo y hágase fan de Al Stewart.
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