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Fue en agosto de 2008. Hace más de seis años, cuando Alejandro Martí se plantó ante el Consejo Nacional de Seguridad Pública y les dijo eso a los más
altos funcionarios del país, en sus caras. Fue otro de tantos momentos que
pudieron haber sido un parteaguas, que pudieron haber sido históricos. Pero de
esos momentos estamos llenos. Martí se refirió a la responsabilidad de toda la
sociedad y a la necesidad de transformación duradera:
¿Quién es más culpable, el que deja hacer o el que hace? Señores, hoy es una oportunidad, es la primera vez que sucede pero no lo dejemos ahí, no queremos en la sociedad cosas temporales.
Fue un discurso memorable. Pero leer hoy a Martí es más bien descorazonador, porque entre
otras cosas dijo:
Hace cuatro años tuvimos una marcha y después de ese tiempo ¿qué hicimos? Nada.
Se refería a la Marcha Por la Paz, de junio de 2004. De la cual han pasado más de 11 años. Estas protestas masivas se han hecho en contra de los tres partidos. Martí también les dijo:
No hay partidos una vez que uno es electo, nuestro único partido es México.
Pero eso, desde luego, cae en oídos sordos una vez que se llega a lo
alto y las preocupaciones son otras. Quizá sea la película La Ley de Herodes la
que mejor ilustra esta paulatina transformación de quien es asimilado al
sistema y, en un ejemplo perfecto de lo que se llama formalmente “ceguera ética”, va cambiando sus valores de
manera paulatina y adaptándolos a los valores imperantes en su contexto, que se
vuelve más fuerte que sus convicciones iniciales.
¿Qué opina hoy Martí? En aquel entonces hubo los gestos obligados, las
solemnes promesas. Ebrard aceptó el reto, y así. Pero ¿quién puede decir que ha
habido avance? Y como no lo ha habido, rápidamente se puede saber cómo poner las culpas en todos lados,
con tal que no sean con nosotros mismos. La sociedad civil sigue siendo débil y
sigue sin haber mecanismos formales y sociales de responsabilidad. Cada semana
vemos un caso nuevo.
Un momento similar al del “Si no
pueden, renuncien” sucedió en Estados Unidos el 9 de junio de 1954, en una famosa
audiencia del congreso. Cuatro años antes, el senador Joseph McCarthy inauguró
con un discurso incendiario el triste periodo que lleva su nombre —macarthismo—
durante el cual se realizaron las infames “persecuciones de brujas” que
llevaron a la ruina y al ostracismo a muchos, por sospechas de ser
simpatizantes comunistas. Cuatro años después de iniciada esta locura, Joseph
Welch, representante del Consejo del Ejército, le dijo a McCarthy en el
congreso:
Senador, ha hecho usted bastante. ¿No tiene sentido de la decencia? Después de todo esto, ¿no le queda algo de decencia?
En diciembre 2 del mismo año —seis meses después de esta denuncia
pública— se votó por 65 votos a 22 el condenar esta práctica persecutoria, “cuya
conducta llevaba al Senado a una posición deshonrosa.” Fue un momento
histórico, de esos que trascienden porque se aprovechan.
Yo no quiero que renuncien, quiero que puedan. Que pasen a la historia
por haber podido.
VIDEO DEL DÍA
El Gabinete del Dr. Caligari (1920)
es una película del movimiento llamado “expresionismo alemán” y es una de las obras fílmicas más influyentes de
la historia por su vanguardia estética:
estamos en 2019 peor que nunca, totalmente en manos del crimen organizado
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