Su Dongpo (蘇東坡, 1037–1101) es uno de los artistas más queridos de la historia china. Su
nombre de familia era Su Shi (苏轼) y vivió durante la Dinastía Song, una época de florecimiento cultural
y artístico. Su Dongpo fue un genio de variados intereses, lo que en Occidente
llamamos un “Hombre Renacentista” a lo Da Vinci: pintor y calígrafo, poeta, ensayista y
pensador, oficial de gobierno de habilidad excepcional, farmacólogo y hasta
inventor de un platillo que se come hasta hoy en China y lleva su nombre: la “Carne
de Su Dongpo” (东坡肉 , Dongpo Rou), que es una forma deliciosa de preparar la carne de
puerco.
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The Gay Genius: Life and Times of Su Dongpo, del escritor Lin Yutang, es
una de las mejores biografías que se han hecho del artista, llena de anécdotas
raras y del humor siempre presente de este hombre excepcional. Es difícil de
conseguir pero vale la pena.
Su Dongpo se desempeñó como oficial en la hermosa ciudad sureña de
Hangzhou, y ha sido inmortalizado no sólo en la cocina local, sino que también
en la “Calzada de Su”, un bellísimo camino peatonal que cruza el legendario
Lago del Oeste:
UNESCO |
Además de estos dos homenajes, Hangzhou se quedó con una gran cantidad
de historias celebrando el genio y el humor de Su. Una de ellas explica el
origen de los famosos Abanicos Pintados de la ciudad: se dice que siendo Su
Dongpo magistrado, dos hombres llegaron ante él con una disputa; uno había
comprado abanicos del otro, pero al no poderlos vender en varios meses, se
habían llenado de manchas de hongos y ahora el acreedor demandaba su pago. El
pobre vendedor de abanicos no sabía qué hacer, pues la mercancía estaba
arruinada. El maestro Su vio los abanicos manchados, tomó varios de ellos y
pidió pincel y tinta. Usando las manchas de hongos como base, empezó a pintar
trazos adicionales, convirtiéndolas en paisajes y agregando una breve
caligrafía a cada una. Habiendo terminado, dio los abanicos al vendedor y le
dijo, “Vende éstos”. Ni qué decir que se vendieron a precio de oro y el hombre
pudo pagar su deuda, pero además este episodio inauguró la tradición de decorar
artísticamente los abanicos.
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Sin embargo mi historia favorita es la de los Bambús Rojos. Su Dongpo,
como buen genio, era un rebelde y un inconforme, y seguido ensayaba
acercamientos poco ortodoxos y muy creativos al arte y a la vida pública, como
en el cuento anterior. Esto no siempre era bien aceptado, siendo la sociedad
china muy estricta en el tema de seguir las tradiciones establecidas.
Sucedió que un día, Su Dongpo hizo una pintura típica de unos bambús,
con sus troncos delgados y sus hojas afiladas. La técnica no tenía mucho de
particular, pero había usado pintura ¡ROJA! para pintarlos. Esto era algo totalmente sin precedente, pues
la pintura china usa siempre tinta negra para el bambú, y si acaso hay color,
es para detalles de flores ó animales.
Un crítico, escandalizado, le dijo, “¿Cuándo se ha visto jamás un bambú
rojo?” Su Dongpo, de buen humor, contestó, “¿Cuándo se ha visto jamás un bambú
negro?”
VIDEO DEL DÍA
“Érase una vez… el Hombre” era una caricatura educativa francesa de la
que ya había hablado antes. La serie fue tan exitosa que se hicieron varios ‘spin-offs’
con temas especiales, como “Érase una
vez… el Cuerpo Humano”. Aquí hay un ejemplo, con la digestión:
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