Si le preguntara, de la historia del cine, cuál considera usted que sea
la mejor “cara del mal”, o sea la mejor encarnación física de maldad en un
rostro, seguramente entre sus opciones estarían estas tres, que son icónicas:
Linda Blair, El Exorcista (1973) |
Payaso de juguete, Poltergeist (1982) |
Y la verdad es que aunque esos tres son claros contendientes, hay muchísima
tela de dónde cortar. Desde que el cine existe, hay películas de terror y que
exploran el lado oscuro. Los personajes más fascinantes muchas veces son
villanos, y cuando ese personaje encarna un momento de mal absoluto, se crea
una imagen hipnótica difícil de borrar de la memoria. Max Schreck en Nosferatu (1922, arriba), Anthony Perkins en Psicosis
(1960), y Ellen Sandweiss en Evil Dead
(1981) son ejemplos destacados. Robert Englund como el asesino de los sueños Freddie
Krueger en Nightmare on Elm Street (1984) es espectacular con su famosa línea “this is God”; y Tim Curry como el payaso
diabólico en It (1990) son también icónicos.
Ahora bien, de entre todos los que he mencionado hasta aquí, sólo dos
(El Resplandor y Psicosis) no son personajes sobrenaturales sino dementes, que
en mi opinión son los que pueden crear el mayor terror, porque son posibles.
Aquí le presento una lista de mis diez momentos más aterrorizadores del
cine, con algunas explicaciones breves. No tomo en cuenta cosas como Halloween
ni Viernes 13 porque los protagonistas traen máscara, y son más bien sus
acciones y la atmósfera —no el rostro del actor— lo que nos asusta; tampoco cosas
como An American Werewolf in London (1981) ó The Beast Within (1982) poque el
terror viene de lo bien hechos que están efectos especiales; ni tampoco cosas como Alien (1979),
Chucky (1988) ni Los Tomates Asesinos (1978) porque los monstruos no son
humanos. Y sí, existe una película de tomates asesinos.
LA LISTA DEL TERROR:
Amanda Bearse, Fright Night
(1985)
Me dirá el lector que esta película en pleno 2013 no asusta ni a un niño
de secundaria. Pero como con todos los personajes mencionados aquí, hay que
verlos en su contexto y por eso siempre incluyo el año en el que salieron. En
1985 apenas estábamos en la revolución de efectos especiales con maquillajes
complejos, que inauguró cuatro años antes American Werewolf in London, y que
seguía siendo extremadamente efectivo. Ahora bien, esta película es una mezcla
de terror y humor negro: de ninguna manera es ‘terror serio’ como El Exorcista,
pero la escena en que aparece esta cara (y a pantalla completa, nada menos) es
uno de los sustos mejor logrados que hay: la novia del protagonista tapa su
rostro y llora para engañar al héroe, que dejar caer su crucifijo. Y en ese
momento, ella se quita las manos de la cara y muestra ese rostro. De todos los
de la lista, este es el único que incluyo que es más maquillaje que actor, pero
es que hasta el día de hoy recuerdo el susto original de esa escena.
Bolo Yeung, Bloodsport (1988)
Para mí la cara perfecta del mal tiene que tener crueldad, una ausencia
de empatía que raye en lo sobrenatural, o un gozo extático con el hecho de
hacer daño. En una película que no es ni siquiera de horror, Bolo Yeung hace
por algunos segundos esta expresión después de casi romper el cuello de su
oponente en una pelea. Dígame el lector que no se espantaría de ver semejante
cara en persona.
Christian Bale, American Psycho (2000)
Bale, junto con Daniel Day-Lewis, son en mi opinión los mejores actores
de la actualidad. Extremadamente versátiles, se funden en sus personajes y
desaparecen por completo bajo ellos. Y cuando el personaje es un psicópata que
sólo piensa en sangre, violencia y tortura, obtenemos una cara como esta, muy
parecida a la anterior en cuanto al gozo del dolor inflingido.
Brad Dourif, El Exorcista III
(1990)
Brad Dourif no es tan famoso como otros aquí, y se le reconoce más bien
por ser la voz de ‘Chucky’ el muñeco diabólico, y más recientemente por ser el
traicionero Grima Lengua de Serpiente en El Señor de los Anillos. Pero su
carrera es larga y muy distinguida, y muy pocos como él pueden encarnar
personajes demenciales con tanta efectividad. En El Exorcista III, es el ‘Asesino
Géminis’, que al morir es tomado por el demonio de la película original y
puesto en el cuerpo del sacerdote. Ocupando así los tres un mismo cuerpo, se la
pasan en un cuarto de un manicomio, pero ocasionalmente pueden poseer a otros
para realizar crímenes. En este monólogo que deja al espectador helado, Dourif
(hablando como el asesino) explica su condición y cómo hace lo que hace con la
ayuda del demonio. Aún si la película no tuviera ningún elemento sobrenatural,
la actuación no sería menos intensa.
Mo'Nique Imes-Jackson, Precious (2009)
Hay veces en que un actor hace su personaje tan bien, como Dourif en el
punto anterior, que nos aterran por mucho tiempo. Hay otras veces en que el
personaje no tiene nada de sobrenatural y es simplemente una persona
increíblemente malvada y exenta del peso de una conciencia. En la película
Precious, Mo’Nique hace un papel tan increíble como una madre que abusa de su
hija, que no puede uno menos que desear quemarla en leña verde. No soy fan del
Oscar, pero cuando se lo dieron a ella fue merecidísimo: no había competencia.
Tom Towles, Henry: Retrato de un Asesino (1986)
Esta es una película poco vista, está más o menos basada en la vida del
asesino en serie Henry Lee Lucas, y fue el principio de la carrera del actor
Michael Rooker. Sin embargo, con todo lo excelente que es en el papel, para mí es
Towles - como su compañero de crímenes Otis - el que se lleva las palmas,
representando a un degenerado sin conciencia que poco a poco va gustando del
placer de matar gente, hasta la infame escena en donde se meten a la casa de
una familia que cena… y no le digo más al lector.
Malcom MacDowell, La Naranja Mecánica (1971)
En la misma vena de personajes faltos por completo de empatía, está el
personaje clásico de Alex, del que se ha dicho todo. Aunque el autor del libro,
Anthony Burgess, odió la película por su glorificación de la violencia y por
haber cambiado el final ‘feliz’ del texto, la actuación de MacDowell es
trascendente y nos dio uno de los mejores psicópatas de la historia del cine,
en particular con la horrible escena de ‘Singing in the Rain’.
Laurence R.
Harvey, The Human Centipede 2, Full Sequence (2011)
Incluyo a este actor porque pocas veces he visto una selección de rostro
tan buena para un sádico demente, y porque su representación es magistral,
aunque no habla en toda la cinta. La obra en sí no es más que ‘torture porn’
como se le llama al estilo hecho popular por Saw a partir de 2004, pero mire el
lector por favor la cara de esa persona, e imagíneselo toturando a más de una
docena de personas de la forma más atroz. Sin decir nunca una palabra.
Lily Taylor,
The Haunting (1999)
Aquí la mayoría de los lectores que se acuerden de esta película
(malísima) estarán en desacuerdo conmigo, y sobre todo poniéndola tan alto en
la lista. Pero la pongo porque quiero subrayar un punto. El tema aquí es una casa embrujada y no va
mucho más allá ni presenta nada nuevo. Pero en la escena que pongo, una de las
protagonistas se pierde en la casa, empieza a escuchar y sentir cosas, y
finalmente llega a lo que me parece un par de segundos de terror perfecto: ve
su propia imagen en el espejo, distorsionada y con una expresión malévola. Pero
vea la escena: la distorsión no es ni con mucho demoniaca, al estilo de ‘El Abogado del Diablo’, pero para mí es mucho más espantosa. La distorsión es
milimétrica y breve, y en esa pequeña alteración del propio rostro que
conocemos, se encuentra el terror: el no-reconocimiento, la caída en lo que
quizá es desconocido o quizá sólo es latente.
Eihi Shiina,
Audition (1999)
Kathy Bates en Misery (1990) y Charlotte Gainsbourg en Antichrist (2009)
nos mostraron a dos escalofriantes mujeres trastornadas, y Eihi Shiina hace aquí
lo mismo, pero es con mucha diferencia la más atrrorizante y, para mí, una de
las escenas más espantosas que hay en cine mainstream. Dirigida por el
genial/desquiciado Takashi Miike, Audition es una historia que empieza como si
fuera un drama existencial más bien romántico, pero que de repente entra en
territorio muy, muy oscuro y ya no vuelve a salir de ahí.
El personaje de Asami
tiene un alma que ha sido torturada y deformada más allá de la redención, y en la
escena final en la que tortura a su amante, nunca se altera, nunca grita, nunca
deja esa sonrisa infantil de la imagen de arriba. La escena fue descrita por
nada menos que John Carpenter, director de Halloween, como “demasiado extrema y
muy difícil de ver completa”.
He ahí el mal que más nos aterra: el que no es sobrenatural ni
demoniaco; sino más bien frío, desprovisto de toda compasión y como diría
Nietzche: ‘humano, demasiado humano’.
Estuve checando unas películas, me llamó la atención Precious, porque parece que llega a tener un final alentador.
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