Como decía en el post anterior, llegué a ser gran entusiasta del futbol
americano y por supuesto que todos los domingos veía partidos. En aquellos
tiempos que pueden parecer bastante rupestres, en México sólo se podían ver
partidos en dos canales nacionales y a veces había que conformarse con un
partido entre los Halcones de Atlanta y los Leones de Detroit.
Pero no todo estaba mal: los comentaristas eran excelentes, y de hecho
cuando los partidos empezaron a transmitirse por cable y ser reseñados por
puertorriqueños, fue cuando perdí todo interés en seguirlos, aunque pudiera
verlos todos. Escuchar al trío de Toño de Valdés, Pepe Segarra y Enrique Burak
era para mí tan importante como los mismos equipos que estaba viendo. Igual me
pasó con el béisbol: no poder oír al Mago Septién y a Sonny Alarcón que
reseñaban los partidos entre ocurrencias y reminiscencias de Joe DiMaggio, no
tenía sentido. Cómo iba a cambiar escuchar “¡Como a Rosita Alvírez, nomás tres
tiros le dio!” cuando ponchaban a un bateador, para en vez de eso oír a alguien
que pronuncia la R como L. Jamás.
En fin, que me estoy saliendo del tema. En los partidos de americano,
mis comentaristas favoritos —entre otras cosas— tomaban llamadas del público,
hacían concursos con preguntas de trivia y cosas así. Había mucha gente que les
llamaba y que a veces hacían comentarios interesantes.
Y uno de esos domingos, de mediados de los 80, les llamó al estudio una
persona de la que desde luego no recuerdo el nombre pero sí recuerdo
vívidamente que había dicho que era doctor. Un doctor muy celoso del correcto
uso de la lengua, para ser más exactos. El caso es que hasta ese día, según ese
televidente, Toño y Cía. habían hecho mal uso de nuestro idioma:
En el futbol americano, hay un movimiento ilegal que en inglés se llama ‘Holding’
y que se refiere a agarrar de cierta forma a alguien del equipo contrario para
que no avance.
Hasta ese día, esa infracción la habían traducido siempre como "Agarrando’"
Pero según el ilustre doctor fan de la RAE, eso estaba mal porque "no tenemos
garras". De modo que sugirió que cambiaran la palabra por ‘Sujetando’, cosa que
adoptaron a partir de ese domingo y que hasta donde seguí viendo, siempre
siguieron usando.
Ahora bien, no voy a negar que "Sujetando" suena más sofisticado que "Agarrando",
pero lo que sí voy a decir es que la lógica está mal.
Para empezar, ¿cómo que no podemos agarrar porque no tenemos garras?
Entonces, ¿ese verbo está hecho sólo para animales con garras? Esa sola
pregunta bastaría para tirar el argumento, pero como tengo tiempo libre voy a
decir más.
Todas estas cosas son Sujetar:
… y otras muchas más también, pero el lector se da la idea. Sujetar
suena más elegante pero se refiere a muchas cosas diferentes. Ahora, esto es
Agarrar:
O sea, literalmente, poner la mano en forma de garra. Aunque no tengamos
garras. Y esa acción es exactamente lo que está prohibido: tomar a alguien de
esa forma para que no pase. O sea que "Agarrar" es de hecho la mejor forma de
describir la infracción.
Esto es igual que la vieja discusión de cuando alguien me reprocha
cuando digo “pata”, diciéndome que “tenemos pies, no patas”.
Excuse me…
…pero si los perros son cuadrúpedos y nosotros somos bípedos (casi todo
el tiempo), ¿por qué los perros tienen patas y nosotros no?
Cuando nos equivocamos, ¿decimos “meter la pata” o “meter el pie”?
Y podemos ver que hay algo de extraño en esta secuencia:
Cabeza -
cabezazo
Codo -
codazo
Puño - puñetazo
Mano - manazo
Rodilla - rodillazo
Pie - patada
¿Pieazo? ¿Pieada? No. Es pata -
patada. Y para los escépticos que
salgan con lo de “puntapié”: es válido siempre y cuando se use sólo la punta
del pie. Para pegar con cualquier otra parte y de cualquier otra forma, es una patada.
Dada con la pata.
La verdad es que tengo muchísimo de no ver los partidos de americano de
los domingos, y no tengo idea si los comentaristas sigan siendo
puertorriqueños, o si se sigue diciendo sujetar. Pero esa solitaria llamada
hace casi 30 años me ha dado urticaria hasta el día de hoy.
Toño, si lees esto, ¡Di AGARRANDO!
VIDEO DEL DÍA
“Las lágrimas de Junichi el Rudo” es uno
de tantos videos hechos en Japón que recontra-apoyan la imagen que tienen los
nipones de hacer las cosas más extrañas y surrealistas. Realmente no hay manera
de prepararse ni de describirlo, así que aquí va:
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