El famoso musical de Broadway “West Side Story” de 1957 está basado en
la historia de Romeo y Julieta, los amantes provenientes de familias enemigas,
pero usando pandillas neoyorquinas en vez de Montescos y Capuletos.
En 2005 se estrenó “West Bank Story”, un cortometraje cuyo título es una
paráfrasis del musical y que usa la misma premisa básica, pero esta vez los
amantes son un soldado israelí y una muchacha palestina en esa tensa región de Medio Oriente. La historia dura 18 minutos, y pido al lector que la vea completa para
después pasar a mi punto de hoy:
Mis bisabuelos maternos eran judíos conversos de España, cualquiera que
vea mi foto puede ver que la sangre sigue ahí. Y desde que vivo en China, uno
de mis mejores amigos —y sin duda con quien tengo las más largas y animadas
conversaciones de todo tipo— es judío; y de hecho él y su esposa junto con
otras dos parejas también judías, hicieron de mi Navidad en 2003 una de las más
memorables de mi vida, preparando una elaborada cena navideña para mí cuando
supieron que iba a pasarla sin ningún otro extranjero con quién poder celebrar.
De modo que, nadie se atreva a acusarme de antisemita.
Ahora bien, si me quieren acusar de anti-sionista, pueden hacerlo hasta
que se cansen. Considero al fundamentalismo sionista, junto con muchas de las
políticas exteriores del Estado de Israel, como una desgracia humanitaria,
y justamente criticables.
Este era uno de tantos temas de los que discutía con mi amigo (que por
cierto ya no vive en China, lo cual ha sido una sensible pérdida para la
calidad de mis conversaciones), y claro que ambos nunca nos poníamos de
acuerdo, ya que desde luego él tiene el punto de vista comprometido de una de
las dos partes en discordia. Sin embargo, para no entrar en los peores detalles
de la guerra y la política, me limito al tema de la propaganda del Estado de
Israel, que tiene cabilderos (“lobbies”) muy poderosos en EUA, para reforzar su
imagen de forma positiva.
Este tema de la propaganda era un poco menos espinoso de tratar con mi
amigo, y un día precisamente en 2006, después de que —obviamente— la Academia
de Cine le diera un Óscar, fue él quien me lo enseñó y me dijo: “Mira, para que
veas que no todos los judíos estamos en contra, ni odiamos, a los palestinos, y
que de hecho hay gente que quiere que el conflicto se resuelva”.
Lo vi, y debo admitir que me gustó la idea general, aunque me pareció deprimente la línea de diálogo final de 'Beverly Hills'. Pero en fin. La producción, por
supuesto es impecable, y los números musicales en la mejor tradición de
Broadway. Cuando lo terminé de ver y nos pusimos a discutirlo, el diálogo fue
más o menos así:
- ¿Te gustó?
- Sí, me
gustó. Pero…
- ¡Ah, ya
sabía, no te puedes quedar sin ponerle peros! A ver, dime.
- Está todo muy bien, el espíritu de lo que quieren transmitir y todo; lo
único que digo es que se nota que está hecho por judíos, no por palestinos.
- ¿Cómo?
- Sí, bueno, hay cosas que se notan que no son neutrales.
- A ver, explícame. Porque ahí te ponen abiertamente que ambos lados
están mal, no te dicen que uno está más mal que el otro. Eres de lo peor.
- Sí, eso no lo discuto, pero son cosas más sutiles. Mira, para explicarte
claramente lo que quiero decir: yo cambiaría TRES detalles de la historia.
- Para hacer ver mejor a los palestinos y peor a los israelíes, seguro.
- No, no, no. Cambiaría tres detalles mínimos sin cambiar en absoluto ni
la idea, ni la exposición, ni la moraleja. Pero son tres detallitos.
- A ver, dímelos.
- El primero: cambiar los géneros. Que sea un hombre árabe que se
enamore, y al final consiga, por supuesto, a la chica judía. La historia de
amor sigue siendo la misma, sólo cambiar los géneros de los protagonistas.
- Um…
- No es igual conseguir una mujer de tu enemigo, que él consiga una
mujer tuya, ¿verdad? Y que además bendigas la unión.
- OK, no es lo mismo, sí hay una especie de… rechazo. Pero tienes que
aceptar que eso era un 50-50, ALGUIEN tenía que ser el hombre y alguien la
mujer, y bueno no puedes decir que porque el israelí terminó siendo el hombre,
fue necesariamente por sesgo.
- Bien, sí lo acepto y de buen grado. Mira, estoy dispuesto a que esa
parte de la historia se quede igual.
- ¿Cuáles son las otras dos?
- Al final, cuando empieza el fuego que destruye todo, haría que la
chispa que lo produce saliera de la cocina israelí, en lugar de la cocina
árabe. Sería exactamente lo mismo para fines de la historia. Y si también era
un 50-50, ya te concedí uno, así que cambiaría este.
- Um…
- Daba lo mismo de dónde se originara el fuego, ¿no?
- OK, OK, puede ser, sí estaría dispuesto a cambiarlo.
- Muy bien, pues vamos 1 a 1.
- ¿Cuál es tu último punto?
- Mira: me da igual quién sea el hombre y quién la mujer, y de dónde
haya salido el fuego. Pero si me dijeras que cambiara SÓLO UNA COSA, te diría
esta: en la primera canción, donde están apenas presentándose, a partir del
minuto 2:31, cantan así:
Our people
must be served (judíos)
Our people must be fed (árabes)
- Sí, ¿y?
- Cambiaría quién canta cada oración.
- Um…
- “Nuestra gente debe ser alimentada”: ‘feed’ en inglés es una palabra
que también se puede usar para animales. Y “Nuestra gente debe ser servida”: ‘serve’ es una palabra que usas para reyes o
aristócratas, o cualquier persona en una posición superior. Y no pueden ser
intercambiadas sin que cambie drásticamente el tono de lo que
estás diciendo.
- Um. Sí, veo tu punto. Tienes razón, se nota quién la hizo.
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