domingo, 10 de septiembre de 2023

El erudito que comía leones

 


A mediados del s. XIX las potencias europeas llegaron a China y a Japón, obligándolas a re-examinar sus sociedades de forma seria y a cambiar muchas de sus actitudes. Sin embargo ambos países lidiaron con esta situación de forma diferente: la casa imperial japonesa fue restaurada y, desde una posición de relativa fortaleza, se embarcó en lo que fue llamada la Restauración Meiji (1868-1912), un periodo de profunda reestructuración social y económica que dio por resultado la emergencia de Japón como una potencia a principios de los 20.

China por otro lado, estaba en una posición de debilidad, con la Dinastía Qing (1644-1911) ya muy debilitada por conflictos y divisiones internas. En la corte china había un grupo de reformadores con ideas parecidas a los japoneses, pero los conservadores no querían una reestructuración drástica y al final se optó por ir escogiendo temas puntuales para ir haciendo modernizaciones, por ejemplo en lo diplomático y en la ingeniería militar. Pero como las reformas no fueron sistemáticas ni profundas, la dinastía terminó cayendo debido a las presiones internas y externas, y esa caída dio lugar a un largo periodo de conflictos en el que los bandos progresistas y conservadores luchaban por definir el rumbo de China en el siglo XX.

Las discusiones iban desde los métodos de enseñanza tradicionales hasta la administración pública y las mismas costumbres sociales. Poco a poco China fue modernizándose pero su tamaño y su heterogeneidad, unido a sus conflictos internos y la irrupción de la guerra con Japón en los 30s, aún le impidieron tomar velocidad y ponerse al corriente hasta mucho después, ya en plena década de los 80.

Entre todas las cosas que se discutieron en esas primeras décadas del s. XX para ser modernizadas, el idioma no fue la excepción. China era un hervidero de ideas y de discusión, en la que participaban eruditos de la cultura clásica y nuevos pensadores que se habían expuesto a las más modernas corrientes europeas: los periódicos y las universidades eran escenario de interesantísimos (y a veces peligrosos) debates. En cuanto al idioma y en particular su escritura, algunos “modernistas” propusieron de entrada su romanización generalizada y estandarizada, usando combinaciones de métodos que ya existían para ese entonces como el Wade-Giles, que nos dio la ortografía de Mao Tse-tung, Kung Fu y muchas otras que seguimos usando hasta hoy porque así fueron primero introducidas a Occidente, aunque en la moderna romanización pinyin se escriben diferente (Mao Zedong, Gongfu).

Los más entusiastas propusieron incluso una idea drástica: no romanizar —lo que implica dos escrituras paralelas— sino sustituir por entero la escritura tradicional por la escritura con letras. Para esto hubo muchos intentos de gente seria —incluido el escritor Lin Yutang— de crear un sistema de escritura que pudiera objetivamente representar la complejidad de la naturaleza tonal del idioma hablado, así como su muy profusa homofonía:  en chino hay muchísimas palabras que son homónimas y que sólo se distinguen por el tono en el que se pronuncian.

Para gente no familiarizada con el idioma chino: existen 4 diferentes tonos, que suben o bajan, y dependiendo de ese tono, el fonema  “ma” puede significar “mamá”, “caballo”, o “regañar”.

Desde luego la idea de la sustitución total tenía acérrimos rivales, sobre todo eruditos clásicos, que no veían posible eliminar la caligrafía sin eliminar junto con ella a una enorme parte del significado mismo del lenguaje y de la propia cultura. Era un anatema para ellos. Sin embargo, la discusión seguía hasta finales de los 20, con nuevas propuestas de los modernos cada día.

Finalmente, el poeta Zhao Yuanren (1892-1982) terminó, si no zanjando la discusión, sí dándole un golpe mortal a la propuesta modernista, y lo hizo de forma elegante y humorística, que es la mejor forma de hacer las cosas. En 1930 compuso un breve poema con 92 caracteres, TODOS los cuales se escriben “shi”:

El poema se llama施氏食狮史, que quiere decir “El erudito que comía leones en su habitación de piedra” pero que en pinyin moderno se escribe “Shī Shì shí shī shǐ ”. Y aunque la notación sí permite saber cómo se pronuncia cada palabra, sin ver la caligrafía china es imposible saber qué “shi” se está usando. De modo que, si se romanizara completo, el poema sería una serie de 92 ‘“shi” que no tendría pies ni cabeza, ni forma de descifrarse. Finalmente la idea fue abandonada del todo y se llegó al uso moderno, que es el de dos escrituras paralelas: caligrafía y pinyin.

Este es el poema original:

《施氏食獅史

石室詩士施氏,嗜獅,誓食十獅

氏時時適市視獅

十時,適十獅適市

是時,適施氏適市

氏視是十獅,恃矢勢,使是十獅逝世

氏拾是十獅屍,適石室

石室濕,氏使侍拭石室

石室拭,氏始試食是十獅

食時,始識是十獅屍,實十石獅屍

試釋是事

 

El erudito que comía leones en su habitación de piedra

En una habitación de piedra estaba el erudito Shi,
adicto a los leones, y que había decidido comer diez leones.
Seguido iba al mercado a buscar leones.
A las diez, habían llegado diez leones al mercado.
A esa hora, Shi acababa de llegar al mercado.
Vio a los diez leones, y usando sus seguras flechas, hizo que los diez murieran.
Trajo los cuerpos de los diez leones a su habitación de piedra.
La habitación de piedra estaba húmeda, e hizo que sus sirvientes la limpiaran.
Tras limpiar la habitación de piedra, trató de comerse los diez leones.
Cuando comió, se dio cuenta de que estos diez leones
eran cuerpos de leones de piedra.
¡Intenta explicar este asunto!

 

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