miércoles, 9 de febrero de 2022

Sorry seems to be the hardest word

 

Así dice Elton John en una de sus más hermosas canciones, “parece que decir 'perdón' es lo más difícil.”

Claro, está hablando de una relación sentimental. Quién sabe qué burrada habrá hecho.

Pero es otro cantar en el ámbito del trabajo y todavía más, en la vida pública en la que el liderazgo es esencial. Y si bien no decimos “perdón” así como cuando se te olvida el aniversario y no compraste flores, en una situación ya no digamos de emergencia, sino simplemente en el día a día de tu trabajo, cuando la riegas, aceptas  tu responsabilidad y te enfocas en mejorar para que eso no vuelva a suceder.

A todos, y quiero decir a TODOS, nos ha pasado.

Desde no haber revisado bien una cuenta, hasta haber hablado sin suficiente información ante un cliente, hemos metido la pata.

Por eso hay indicadores. Lo que no se mide no se puede evaluar y menos corregir.

Todo eso es fácilmente entendible por cualquier persona que tenga más de 7 años de edad: la riegas, aceptas tu responsabilidad, corriges. Es literalmente la primera lección de interacción social que recibimos.

Ahora, si estamos hablando de una emergencia en la que están de por medio millones de vidas, lo anterior se multiplica, pues por millones.

NO ES que no te puedas equivocar, por supuesto que lo más probable es que lo hagas. Lo que importa es CORREGIR.

A TIEMPO.

Uno sabe que a cualquier gobierno le cuesta mucho decir “la regamos”. No es necesario decirlo así tal cual, sino en lenguaje diplomático y oficial y farragoso, decir algo como que “la estrategia originalmente  considerada tuvo deficiencias sensibles...” o alguna cosa así.

Da igual. Lo importante es lo que se hace después: o sea corregir la estrategia. You know, para que no se sigan muriendo cientos de miles.

Uno pensaría que entes como el poderoso gobierno chino, o un rey, no son muy proclives a decir “la regamos” y que usarían ese tipo de lengauje ultra-retórico para hacerlo. Y pues no.

El gobierno chino dijo literal: “no repitan los errores de Wuhan”, en febrero 24 de 2020, un mes después de haber cerrado esa ciudad tras un pésimo manejo inicial. Y el Rey Gustavo de Suecia, dijo así con todas sus letras que la estrategia seguida por su país “ha fallado”, en diciembre 17, 2020. O sea un rey, con corona en la cabeza.

Pero en México eso no pasa ni tiene trazas de que pase.

Tras una de las peores gestiones de la pandemia en todo el mundo, jamás se ha admitido un error ni dicho abiertamente que algo no haya funcionado. Ni el más remoto asomo de autocrítica y peor, se ha doblado y redoblado la apuesta para afirmar y reafirmar hasta la náusea que todo se ha hecho “con criterios científicos.”

Ante una nueva y reciente oleada de críticas al manejo de la pandemia, esta vez en relación a una nueva y criminal negligencia ante la variante ómicron, los panegiristas del régimen lanzan en redes sociales #TodosSomosHugo, un hashtag vergonzante con nuevas defensas a ultranza diciendo que absolutamente todo lo que se ha hecho ha estado bien y que no se podía hacer más. Todo ha sido correcto y el régimen es infalible.

Hasta un monarca con corona en la cabeza tiene más humildad.

  

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