jueves, 21 de octubre de 2021

Digital bitch, please

 

Crecer en Monterrey en los 70s y 80s era estar expuesto a cada vez más música pop y rock proveniente de EEUU pero con twists locales muy curiosos. Como en todos lados, cada nuevo estilo musical ha sido algún invento del diablo para destruir la civilización a fuerza de perder valores a través de movimientos de caderas. A mis padres les tocó que se dijera eso de Elvis y del mambo, a mí de Alice Cooper y sus serpientes, de KISS (a quienes alguien les inventó que su nombre significaba “Knights in Satan’s Service) y de AC/DC (after Christ, Devil comes). También me tocó vivir parte de la locura de “los mensajes satánicos que escuchas si tocas el disco al revés” y otras histerias que ya sabemos, han hecho siempre más famosos a todo tipo de artistas, desde Ozzy Osbourne hasta las chicas de Aserejé.

Por alguna razón las buenas conciencias son malas para el ritmo.

Pero fuera de tales siempre presentes Vade retro Satanna, había un par de cosas curiosas que podíamos ver en esos tiempos, ambas relacionadas con el lenguaje y el pudor.

La primera de ellas eran las traducciones mal hechas: en aquel entonces muchos discos de rock los conseguíamos en ediciones mexicanas, porque las pocas tiendas que tenían discos importados costaban un riñón. Si un disco impreso en México costaba 300 pesos, el original traído del gabacho costaba 3000; era una barbaridad.

Y en fin, resulta que las versiones mexicanas tenían un poco menos de calidad: la impresión no era tan brillante, no había funda de papel con las letras y fotos de la banda, sino una piojosa bolsa de plástico para manzanas, y sobre todo: el plástico exterior, al abrirlo, no permanecía terso e imperturbable como el gringo, sino que era grueso y en cuanto lo abrías, comprimía el cartón del álbum a punto de acordeón. Ni modo, no había forma de conservar nuestros discos mexicanos con su plástico original.

Además, los discos mexicanos ¡venían traducidos! Sí, traducidos al español. Claro que no traducían los nombres de los grupos, tampoco se atrevían a poner “BESO” o “Reina”, pero en la contraportada sí venía traducida la lista de canciones.

La mayoría de las veces las traducciones estaban decentes, pero ocasionalmente encontrabas una burrada como en el disco Heaven and Hell de Black Sabbath, cuya canción Wishing Well, que quiere decir Pozo de los Deseos, fue traducida como “Deseando el bien.” En aquel entonces nos enojábamos ante tales afrentas pero hoy me parece que son piezas de colección y muy entrañables.

Sin embargo, más graciosas aún que las traducciones mal hechas sin querer, estaban las traducciones “pudorosas” que se hacían de algunas canciones con títulos que las buenas costumbres imperantes consideraban cuestionables.

Las primeras estaciones de radio que empezaron a transmitir exclusivamente rock, fueron Stereo 99 y Stereo Rock, ambas del FM. Pero mientras éstas ponían los éxitos pop y rock del momento, una estación de AM, la legendaria RG-690, fue la primera que se dio a la tarea de ponerse hardocre y tocar hard rock y heavy metal por un tubo. Tuvo tal éxito con los rockerillos underground, que pasó a la TV con un programa de domingo que fue el MTV regio, comandado por los geniales Ricky Luis (el de Tengo un mes con el mismo pantalón), Adrián Peña y Polo Álvarez (que me dieron una guitarra rocker, pero esa es otra historia).

El caso es que los metalheads estábamos en la gloria con RG-690, aunque a veces, como dije, los locutores se metían en camisa de once varas para traducir las canciones. Digamos que con Rompiendo la Ley (Breaking the law) ó El número de la bestia (The number of the beast) no tenían mayores problemas, pero ¿qué pasaba cuando los títulos se ponían peliagudos? Les voy a dar dos ejemplos épicos:

 

ACCEPT: Balls to the Wall


¿Cómo traducir eso al español? Pues primero la historia del título: la expresión “balls to the wall” es similar a “put the pedal to the metal” (pisar el acelerador al fondo) y significa hacer algo “a toda máquina”, sin nada que te detenga: a todo lo que da. La expresión viene de la aviación: tomar la bola de la palanca principal y empujarla hasta tocar el tablero.

Sin embargo, si no sabes muy bien inglés y lees la letra de la canción, no te da la impresión de ese significado: de hecho la frase del coro dice “you get your balls to the wall, man”, que realmente te da una imagen muy diferente. El problema es que los alemanes de Accept no tenían buen inglés y sólo les gustó cómo sonaba la frase, sin saber bien lo que quería decir. Y pues le encargaron a su productora que se inventara una letra pero ella tampoco sabía bien, así que la canción terminó siendo un himno de protesta contra los poderes fácticos, y metiendo la frase “balls to the wall” igual que el perico sin embargo, o sea a lo baboso.

De modo que todo mundo creíamos que lo que en realidad querían decir estos fulanos de Accept era “pon tus pelotas en la pared”, y pues... así no la podían anunciar para nuestros castos oídos, así que su solución fue:

GLOBOS A LA PARED.

Y cada vez que Adrián Peña o Ricky Luis la anunciaban (porque Polo Álvarez sólo ponía música de la época de los Monkees), todos nos atacábamos de risa, pensando en payasos metaleros, en tallar un globo en el pelo para pegarlo en la pared (metaleramente) o en cualquier otro número de ridiculeces.

Pero Globos a la Pared realmente palidece ante...

 

BLACK SABBATH: Digital Bitch

Este es el sencillo que salió de Born Again, un álbum con una de las portadas más controvertidas de la historia.

Quién sabe por qué

La cosa es que mientras Balls to the Wall era un tanto ambigua, ésta tenía una palabrota así nomás, puesta con todo descaro e imposible de ignorar. Pero el problema fue el siguiente: la forma en que usan “bitch” no es en el sentido de “prostituta”, sino en el que se ha hecho popular de los 90 para acá: algo así como “cabrona”. La letra habla de una chica que es hija de un magnate de las computadoras y de ahí lo de “digital”.

Ya sé, pero pues... es una canción de heavy metal así que no tiene por qué hacer sentido.

A lo que vamos es que en aquel entonces (1984) la palabra sólo la conocíamos en la infame y conocidísima expresión de sánaba-bích, así que realmente nuestros heroicos locutores estaban en un apuro. ¿Qué hacer? ¿Cómo ponerle? ¿Casquivana digital? ¿Mariposa nocturna digital? ¿Mujer de la vida galante digital?

No sé cómo habrá sido la sesión de lluvia de ideas para llegar a la solución, pero al final nos regalaron una de las traducciones más deliciosamente estrambóticas de la historia, que decían con aplomo y sin inmutarse:

“A continuación, Black Sabbath con... ¡PERDIDA DIGITAL!”

 

Señores de las disqueras mexicanas: si alguna vez se deciden a volver a imprimir el álbum Born Again, con títulos de las canciones en español, les sugiero Cabroncita Digital.

  

 

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